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martes, septiembre 26, 2006

Mas competitivos pero muy desiguales según género

Las cifras de competitividad recién publicadas por el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) muestran que el Perú mejoró su posición competitiva entre el 2005 y 2006 pasando de la ubicación 77 a la número 74 de un total de 125 paises estudiados. Cinco años de crecimiento sostenido no han resultado en vano, con un esquema de inflación eficazmente controlada y una clara política de apertura comercial con varios países importantes del globo. Esta es una buena noticia para el Perú y es digno de celebrarse porque ello significa que puede mejorar nuestra posición atractiva para nuevas inversiones en nuestro territorio.

A pesar de la buena noticia, existe una nota discordante que destacar: la publicación de otro informe del propio WEF que ningún diario del mundo ha reproducido en sus primeras planas: "Empoderamiento de las mujeres: midiendo la brecha de género global" (Women's Empowerment: Measuring the Global Gender Gap). Este informe revela las profundas diferencias de género existentes en 58 (46.4%) del total los países estudiados por el informe de competitividad. En el caso de Perú, ocupamos el puesto 47 de 58, con un puntaje de 3.47. Este puntaje tiene sentido al tomar en cuenta sus límites: la brecha de género es mayor mientras mas cercano sea el puntaje a la unidad; en contraste, la brecha será menor mientras más cercano sea el puntaje a 7.

Comparaciones competitivas
Realizando algunas comparaciones entre los países que conforman la Comunidad Andina de Naciones, grupo al que Chile acaba de ser reincorporado, podemos apreciar que nuestro país junto con Bolivia son los que mas posiciones han ganado (este ultimo pasó del lugar 101 a 97). En contraste, Colombia fue el pais que más posiciones ha caído pasando del lugar 58 al 65; en tanto que Ecuador bajó solo tres posiciones (de 87 a 90). Por su parte, Chile se ha mantenido firme en su lugar durante el periodo revisado (27).

Otra cuestión que llamó mi atención fue que, desde un punto de vista puramente cuantitativo, nuestro país ha permutado su posición competitiva con el lejano país de Vietnam. En efecto, mientras que en el 2005, Vietnam ocupaba el lugar 74 y nosotros el 77, este año nosotros ocupamos el lugar 74 y Vietnam retrocedió a ocupar el sitio vacío que dejamos. Esto no tendría mayor significado si nos ponemos a pensar en las dimensiones de este país frente al nuestro: hacia el 2004, Vietnam tenia 82.2 millones de habitantes, 90.3% son alfabetos, 66.4% es la importancia de sus exportaciones sobre su PIB, su industria es la que aporta en primer lugar a su economía con el 40.1%, 540 dólares de PIB per cápita y un 7% de crecimiento medio estimado de su PIB entre el 2003 y 2004. En contraste, Perú, utilizando siempre la información del Banco Mundial, cuenta con 27.6 millones de habitantes, 87.7% son alfabetos, 20.9% es el peso de nuestras exportaciones en el PIB, los servicios son los que aportan más a nuestra economía con el 60%, 2360 dólares es nuestro PIB per cápita y 4.4% de crecimiento medio de su economía en el mismo periodo.

Estos detalles cuantitativos, que no guardan correspondencia con algunas expectativas sobre lo que significa competitividad para nosotros, son los que me hacen pensar en la revisión mas detenida de la metodología de clasificación de la competitividad que utiliza el WEF. Eso pretendo abordar en otro post.

Brechas de género
La investigación con enfoque de género es un tema en boga a nivel mundial. En el Perú, es un tema particularmente sensible por los problemas originados a partir de las politicas de control de la natalidad implementadas durante el fujimorismo. No tengo datos a la mano, pero los comentarios que suelen escucharse al respecto son desgarradores: El Estado de los noventa concibió que el mecanismo que explicaba el aumento del número de pobres en el Perú era la mujer, en particular, la mujer andina. Dado este diagnóstico, se aplicaron una serie de políticas de control de natalidad que violaron los derechos más fundamentales de la mujer poniendo en riesgo la vida de muchas de ellas. Se practicaron masivamente abortos y esterilizaciones en condiciones no adecuadas lo que trajo como resultado que muchas mujeres enfermaron y otras murieron fruto de este inadecuado manejo de las esterilizaciones. En fin.

En el área urbana, los problemas identificados asociados al tema de género se han ubicado en el espacio de la competencia en el mercado laboral: ellas se insertan con una menor remuneracion por hora que un varón con iguales calificaciones. Otras investigaciones, sin embargo, han ido un poco mas allá contemplando por ejemplo el tema de la violencia al interior del hogar, el cual no ha sido abordado por ningun economista de nuestro medio. Una hipótesis a explorar en ese sentido sería algo similar a lo que se analiza a nivel macroeconómico: se espera que los hogares con menores índices de violencia tendrían un mayor nivel de competitividad y por lo tanto de éxito en la conexión de sus ofertantes de mano de obra al mercado laboral, medidos por su remuneración percibida.

He hecho las anteriores acotaciones respecto del tema de género porque hace algunos meses mi investigación sobre los cambios de la pobreza para el Perú ha sido evaluada por Jeanine Anderson y Janina León para valorar qué tanto he abordado esta problemática en mi documento. La evaluación se realizó tomando en cuenta 160 investigaciones auspiciadas por el CIES realizadas entre 1999 y el 2003 de donde resulté con una calificación "baja" (ver tabla en el anexo 2, pág. 84). Ello significa lo siguiente:
Algunos conjuntos (por lo menos) de sujetos desagregados por sexo; sexo tomado en cuenta en (por lo menos) algunos análisis pero sin discusión ni conexión con alguna teoría de género. Hay mención a “mujeres” sin cuestionar las posibles implicancias (ver tabla en pág. 16).
Bueno, no está muy mal para alguien como yo que recién me estrenaba como investigador serio en el mundo de las ciencias sociales precisamente con esta investigación. No obstante, a pesar de la evaluación dada por estas dos especialistas a mi trabajo, ha sido reconfortante verme citado en la bibliografía de un trabajo posterior a cargo de una ellas (Equality in afterlife de Jeanine Anderson, pág. 25).

Retomando el tema del informe de la WEF, esta claro que el Perú se encuentra entre los países con mayor desigualdad de género. La aproximación de la WEF incorpora cinco dimensiones bien definidas: participación económica, oportunidad económica, empoderamiento politico, logro educacional, y finalmente, salud y bienestar. No tan sorprendente es la evaluación: las áreas más deficitarias para nuestro país para el caso de las mujeres son las económicas y la educación, las cuales se encuentran altamente correlacionadas segun la teoría del capital humano. El resto de dimensiones, empoderamiento político y salud y educación nos sitúan mas o menos en posiciones medias en la tabla, lo que por supuesto no significa que estemos bien. Los países sudamericanos que se encontrarían peor que nosotros en la brecha de género son Chile (solo una posición mas adelante, 48) y Brasil (51). En contraste, Argentina, esta mejor que nuestro país en la posición 35, Uruguay en el puesto 32 y curiosamente (digo por mi percepción) Colombia en el lugar 30.

Concluyendo
La famosa paradoja que vivimos en los noventa, del bienestar macroeconómico y el malestar microeconómico persiste. Hace solo una semana el profesor Figueroa presentó unos datos sobre la desigualdad en nuestro país, comparando entre 1985 y el 2005, encontrando que ella no ha variado significativamente. Su conclusión: la desigualdad en el Perú se ha mantenido tan firme como la Cordillera de Los Andes que surca nuestro territorio. Esta percepción al interior de nuestro país se reproduce en nuestra performance a escala global.

Es necesario por lo tanto incorporar la problemática de género en nuestras investigaciones sobre el impacto de las politicas públicas, pero también es preciso que exista una retroalimentacion que incida favorablemente en esta dimension. Esto sólo se logrará, en mi opinión, incorporando criterios de justicia y equidad no solo en el diseño sino también en la implementación de políticas y programas públicos que provienen desde nuestro Estado y desde las intervenciones micro que hagan las ONGDs.

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