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sábado, mayo 31, 2008

El pontífice de la pobreza - un año después

Hace casi un año, escribí un artículo en este blog acerca de Javier Herrera, el economista encargado de realizar los intrincados cálculos, operaciones e imputaciones, para estimar el porcentaje de pobres en nuestro país. Percibo, que luego de estos doce meses, el protagonismo de Herrera es más fuerte que nunca, erigiéndose como el soporte técnico y político clave para el actual gobierno aprista. Si Alan y el Banco Mundial necesitan que haya un 30% de pobreza para el 2011, lo tendrán si no despiden a Herrera. Y es probable que a este ritmo saquen un porcentaje menor, aunque el resto del mundo comience a dar evidencias de un aumento de la pobreza debido al efecto del aumento de los precios internacionales de los alimentos y los combustibles.

Mi comentario este año va por el lado de una variable que Herrera, junto con la Comisión Técnica, han prestado especial cuidado en estimar y describir su comportamiento en los dos últimos años: la desigualdad. Como se recordará, el año pasado, el principal cuestionamiento a la publicación de las cifras de la pobreza 2006 es que estas escondían un fenómeno dramático: el aumento vertiginoso de la desigualdad entre las familias del país según la región en la cual residían. Las críticas desde un sector de la academia, el cual modestamente ilustré a partir de las propias cifras publicadas, causó mucho escozor al interior del INEI.

Este año, muy astutamente, las nuevas cifras de la pobreza venden la idea de que su reducción ha sido más significativa en las regiones que tradicionalmente son insensibles al crecimiento económico: la costa rural, la selva e incluso la sierra (aunque no ha podido maquillar las cifras para Huancavelica, que lamentablemente, sigue regresionando en su bienestar promedio). En otras palabras, el gobierno está afirmando explícitamente, contra sus eventuales detractores, que la desigualdad habría disminuido dramáticamente entre el 2006 y el 2007. Esta es una idea que es remarcada enfáticamente por el actual Marco Macroeconómico Multianual 2009-2011 (pdf):
Así, de acuerdo a los resultados oficiales del INEI, para el período 2003-2007 la pobreza total a nivel nacional se ha reducido de 52,0% a 39,3%, logrando una reducción de 13 puntos porcentuales en un quinquenio. Este resultado muestra claramente como el proceso de crecimiento económico termina en un proceso generalizado de reducción de la pobreza y aumento del bienestar. En particular, las cifras del año 2007 muestran –finalmente- el desborde del crecimiento hacia el área rural, generando un tipo de crecimiento inclusivo y pro-pobre (MEF, 2008:86-87).
Si lo anterior fuera cierto, esto implicaría que la hipótesis clásica de Kuznets, aquella que indica que la desigualdad va en aumento conforme va incrementándose el PIB percápita hasta un punto determinado tal que comienza a manifestarse una situación de creciente equidad, se estaría cumpliendo en nuestra realidad. De hecho, así lo sugiere el propio MMM:
Esta evidencia resulta lógica si consideramos que los estadios iniciales del crecimiento de un país, por lo general, vienen acompañados de mayor desigualdad relativa, mientras que a medida que el proceso avanza y se consolida, esta situación empezaría a revertirse (Kuznets, 1955). Más aún, si aprovechamos la dinámica actual para mejorar la cantidad y calidad del gasto social y la inversión productiva, aceleraremos el camino hacia las mejoras distributivas, dejando sentadas las bases del crecimiento económico sostenido (MEF, 2008:90).
No obstante, el informe del MEF se topa de narices ante la inconsistencia de la evidencia de la reducción reciente de la pobreza contra las características que todavía revelan un elevado nivel de pobreza estructural. Efectivamente, el informe manifiesta lo siguiente (p.90):
Si bien en los últimos años las variables socioeconómicas vinculadas con la pobreza han tenido un comportamiento favorable que ha posibilitado su reducción, persisten aun características estructurales de la pobreza que muestran un comportamiento más lento y cuyos resultados recién serán visibles en el mediano y largo plazo.
En efecto, las características estructurales que no se han movido mucho, son varias. Entre ellas tenemos por ejemplo: la tasa de desnutrición crónica en niños menores de 5 años se ha reducido en apenas 1,5 puntos porcentuales entre el 2000 y 2005. Los hogares sin agua potable se han reducido entre el 2004 y el 2007 en apenas 1 punto porcentual, pasando de 32.3% a 31.3%. Lo propio ha ocurrido con el porcentaje de hogares sin electricidad que ha pasado de 27.1% a 21.1% (quizá el logro más significativo) y los hogares sin servicios higiénicos que se ha reducido de 22.4% a 19.6%. El analfabetismo ha bajado igualmente en sólo un punto entre el 2005 y el 2007, de 11.4% a 10.4%.

¿De qué mejora distributiva estamos hablando, si encontramos que las características estructurales de la pobreza apenas han mejorado? Ojo, no estoy tratando de señalar que no ha habido mejora. Lo que estoy tratando de poner en evidencia es que la medición de la pobreza y la desigualdad de los dos últimos años sobreestiman (pensando bien) o falsean (pensando mal) las mejoras que se revelan a partir de otros indicadores más concretos. Y claro, el oportunismo con que se presentan estos datos permite que los políticos agiten sus manos por doquier, anunciando un triunfo iluso.

De hecho, no sólo los políticos como García y compañeros salen ganando de este juego de magia. También sale ganando un poquito el INEI, al querer limpiar su careta de los huevos y tomates que le llovieron por el mamotreto de Censo 2007 que ejecutó. Va a pasar más de un año para que tengamos resultados que nos sirvan. ¿Qué clase de INEI tenemos? La clase de INEI que sólo puede anhelar el gobierno, subyugado, servicial, funcional al régimen. Cuando aparezcan los datos, estos tendrán un año de vejez, así que las afirmaciones derivadas de este censo, serán inútiles pues la fotografía tomada no representa todo el dinamismo económico y social que supuestamente recoge la ENAHO 2007 en contraste con el percibido el 2006.

A pesar de lo señalado, gracias a algunas pasiones particulares, el INEI puede salir ganando algunas flores y aplausos por haber presentado estos datos supuestamente científicos y neutrales, sólo porque han sido avalados por el Banco Mundial o porque el Comité Asesor interinstitucional (que no deja de tener cierto sesgo de selección) parece darle un aire de neutralidad. Pero yo pregunto, ¿Donde estuvieron los representantes de este Comité para avalar las cifras el día de la presentación de los datos? Los únicos que estuvieron al frente fueron: Renán Quispe, jefe del INEI, Javier Herrera (ex alumno de la PUCP y actual funcionario del IRD de Francia), y Felipe Jaramillo, representante para AL del Banco Mundial. ¿El resto de instituciones? Ninguno de ellos estuvo al frente.

En fin, tal parece que contra toda evidencia recogida a nivel mundial, el Perú será el primer país de la historia que confirmó la hipótesis de Kuznets en el corto plazo, aunque el propio Kuznets afirmó que el comportamiento que el proponía sólo funcionaba para el largo plazo. Pero ya que está muerto el honorable Dr. Kuznets como para poder visto la evolución de sus ideas, y dado que tenemos a nuestros respetables economistas de punta, como Herrera, encargados del manejo de las cifras según el pedido de terceros, antes que dedicarse a la noble tarea de pensar el país, y hacer una o varias estrategias que realmente la saquen de su pobreza estructural, no tendremos más que, seguir cumpliendo nuestro rol cuestionador desde este humilde espacio virtual.

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