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domingo, agosto 17, 2008

La pobreza anual y el terremoto

¿Puede un terremoto cambiar el nivel de vida de un pueblo? Sin duda, la respuesta a esta pregunta es sí, tomando como ejemplo el caso del terremoto de Pisco del año pasado. Miles de familias perdieron su vivienda, su empleo, sus bienes, sus servicios básicos, entre otras cosas más que hicieron cambiar dramáticamente su estándar de vida (al menos tal como lo describía, Mario Vargas Llosa).

¿Pudo la Encuesta de Hogares -que mide la pobreza- recoger dicho efecto durante su aplicación? Al parecer, la respuesta a priori sería no. De acuerdo con las estadísticas oficiales publicadas por el INEI, la tasa de pobreza de Ica, región que alberga a Pisco, en vez de aumentar, bajó espectacularmente 8.7 puntos porcentuales, osea un poco más del promedio nacional que se ubicó en 5.2 puntos de reducción obtenida para el país. Esto deja espacio para fantasear sobre los motivos que harían que la pobreza baje tan espectacularmente justo después de ocurrido un evento tan desastroso que indudablemente tuvo un efecto muy negativo en la calidad de vida de esta población.

Como ya lo he mencionado en un artículo previo, el jefe del INEI llegó a argumentar que la pobreza en Ica se habría reducido de manera tan exitosa gracias a la enorme cantidad de ayuda enviada solidariamente desde distintos puntos del país y el mundo. Algo que es bastante penoso escuchar de su parte, que podría no ser tan negativo después de todo si seguimos la lectura del artículo que escribí acerca de la desigualdad y la solidaridad.

Como fuera, esta situación hizo que me metiera en la base de datos de la ENAHO para ver cómo se comportaron las mediciones de pobreza según el periodo de referencia: antes, durante y después del mes del terremoto. Los resultados fueron:

En primer lugar, el promedio de encuestas aplicadas en la región iqueña fue de 73 cada mes, durante todo el año. El mes que tuvo un menor número de encuestas fue precisamente agosto (mes del terremoto) y el mes con mayor número de encuestas aplicadas fue abril con 83. El menor número de encuestas aplicadas en agosto, podría estar explicado por el hecho mismo del terremoto. No obstante, no hay que olvidar que poco tiempo después de aquella fecha, el INEI realizó un empadronamiento de las familias de las zonas afectadas. No se en qué medida esto podría haber afectado la logística para aplicar tales encuestas, pero lo que si es cierto es que no todas las viviendas de la región fueron afectadas por igual.

En segundo lugar, como es obvio, agosto no es el mes que se ubica en la mitad del año. Esto representa de cierta manera una dificultad operativa para la comparación pues nos deja una muestra reducida a la mitad para poder comparar con rigurosidad el efecto entre la medición antes del mes del terremoto (60% de las encuestas fueron aplicadas) y la medición después del mes del terremoto (solo un 33% restaba por aplicar). Con todo, intenté realizar la comparación para los tres momentos señalados:


Viendo estas cifras, en términos porcentuales,

Este último cuadro, nos presenta algunas estadísticas referenciales (no ponderadas poblacionalmente) de las mediciones realizadas. En primer lugar, cabe anotar que entre los periodos antes y después del mes que ocurrió el terremoto, aparece una cifra minúscula como resultado del terremoto, pero cifra al fin, de los pobres extremos: 0.7% (equivalente a 2 hogares calificados como tal, uno de Ica y otro de Chincha). Luego, tenemos que el porcentaje de hogares calificados como pobres no extremos pasa de 11.9% a 13.1%. Este es un resultado, débil, pero bastante elocuente del impacto negativo del terremoto en dicha región: aumentó la pobreza no extrema y aparecieron los pobres extremos. En contraste, los no pobres se reducen de 88.1% a 86.3%.

Lo anterior nos deja una moraleja. La medición de la pobreza si ha recogido, pero muy débilmente, el efecto del terremoto durante la aplicación de las encuestas del mismo año. Es probable que la imposibilidad de poder llegar a los hogares sorteados para entrevistarlos, bien porque las viviendas se habían caido o porque las familias no se encontraban en dicho lugar porque se habían ido a la "olla común" mas cercana, haya sido una de las principales limitantes para realizar la medición de los niveles de vida de manera adecuada después del terremoto.

Esto implica que, el abordaje metodológico de medir la pobreza a lo largo del año puede ser equívoco, sobre todo ante eventos tan dramáticos como son los terremotos (o su equivalente andino como son las heladas, o el político social como son las explosiones de protesta) que pueden retratar mal una determinada situación a evaluar. En este ejercicio, se ha demostrado que la pobreza después del terremoto es más alta que la observada antes de ella (13.8% vs 11.9%) , y sin embargo, el promedio del año aparece jalada hacia la valoración más baja por la ponderación del número de meses que se habían estado viviendo en tal situación (12.1%).

Así, señalar que la pobreza se redujo entre un año y otro, de manera tan gruesa, tiene sus bemoles en el sentido de que las mediciones globales no serían estrictamente comparables puesto que están compuestas de consumos con distinto tiempo de retraso. Y que estos retrasos podrían ser afectados positiva o negativamente por eventos económicos, políticos, sociales, o ambientales inesperados que cambiarían el nivel de vida en un sentido contrario al esperado por la tendencia observada durante las primera mediciones.

Atrás quedaron las mediciones que se hacían unicamente durante el último trimestre del año, algo que no necesariamente era una aproximación metodológica deseable, pero tenía la virtud de comparar un periodo de tiempo más corto. Sin embargo, su cercanía a una época donde hay una mayor probabilidad de gastos y transferencias entre las familias, me hacían pensar en lo ilusa que podía ser una persona pensando que su nivel de vida está limitada a lo observado únicamente en el último trimestre del año. Pero la solución no es comparar lo recogido de todo un año respecto del siguiente sin distingo en los meses o trimestres en que han sido tomados los valores. Es una mejora que espero debatirla un poco más para realizar una propuesta más concreta y viable para resolver el problema de la pobreza en nuestro país.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Pero la solución no es comparar lo recogido de todo un año respecto del siguiente sin distingo en los meses o trimestres en que han sido tomados los valores. Es una mejora que espero debatirla un poco más para realizar una propuesta más concreta y viable para resolver el problema de la pobreza en nuestro país."

Hola Raúl:

Cuando el 2004 se suscitó el debate si era legítimo comparar el IV trimestre de 2002 con los doce meses comprendidos entre Mayo 2003 y Abril 2004; se argumentó la existencia de estacionalidad de la pobreza para descalificar la validez de la compración referida.

En ese momemto nadie pudo probar la existencia de estacionalidad, e ignoro si ha probado al presente. De otro lado el documento del Banco Mundial sobre pobreza 2001-2004 tiene dos citas para sustentar el argumento de estacionalidad, pero hasta donde pude averiguar los documentos citados no pureban tampoco estacionalidad.

Al presente la ENAHO ya tiene mas de 60 meses de aplicación continua y alguna estacionalidad debiera encontrarse en caso de existir, y creo que al presente ningún otro país de la región tiene una encuesta tan exhaustiva como la ENAHO que permita una evaluación de estacionalidad.

Saludos, Farid

Raul Mauro dijo...

Efectivamente Farid, el tema de la estacionalidad en la pobreza fue discutida en aquel entonces pero solo la vi en macroperu. Hubiera sido importante ver trabajos sesudos que abordaran el tema para evaluar la pertinencia de este tipo de aproximación a la medicón de la pobreza y creo que ahora, es el momento oportuno.