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sábado, marzo 28, 2009

Una nota sobre la corrupción en América Latina

El BID acaba de publicar un libro sobre los 50 años de desarrollo en América Latina. Este se titula "Celebrar el pasado, construir el futuro: cincuenta años de desarrollo en América Latina y el Caribe". Se puede descargar del siguiente enlace, pdf. De alguna manera este es un texto que busca mostrar evidencia concreta que el Banco tuvo un rol destacable en la región. Hay mucho que destacar a favor, pero también hay muchos problemas que señalar. La principal de ellas, que no ha habido un cambio sensible en el patrón de acumulación de los países y por lo tanto, se ha promovido soluciones a problemas marginales. No digo que no hayan sido importantes, pero las intervenciones no han atacado el fondo del problema que ha postrado a la región en el subdesarrollo.

Una de estas cuestiones centrales es el tema de la corrupción. El documento que comento aborda este problema como si este se redujera al espacio del sector público. Sin embargo, habría que tomar en cuenta que la corrupción si bien es un acto que normalmente se asocia y escandaliza en el espacio de los funcionarios públicos, este es un problema que involucra a más actores en aquello que llamamos espacio público. Antes de continuar con la reflexión presento el gráfico que más me llamó la atención:

Como se puede apreciar, el Perú no lidera, pero sí se encuentra en el quinto lugar donde se percibe que hay un mayor número de funcionarios que son corruptos (75.4% en promedio). Le superan República Dominicana, Argentina, Guatemala y Honduras, el último de los cuales supera el 80%. 

Ahora sí, continuando con mi reflexión debo señalar que el problema de la corrupción no es un acto que sólo involucra a las personas que se encuentran laborando en este momento como funcionarios públicos. También tiene que ver otros actores sociales que forman parte del firmamento del espacio público. Y en el borde de el, tiene que ver con los propios ciudadanos.

En el Perú, por ejemplo, esto quedó patéticamente retratado cuando veíamos desfilar en los vladivideos a cantantes, actores, políticos, militares, policías, empresarios, banqueros, broadcasters, etc. que pasaron por la famosa salita del SIN para recibir o intentar negociar su cuota de corrupción. No eran sólo funcionarios públicos los que se comprometieron en actos de corrupción. Era toda una capa social la que se veía involucrada en dicho proceso. Aquella que conduce o representa los principios de una nación.

Pero también era interesante advertir como este problema afectaba nuestra vida diaria. Los policías pidiendo coimas en todo lado, en todo momento, era y es todavía una cuestión del día a día. El juez pidiendo coima para aligerar un proceso, los tramitadores que 

Las preguntas que venían a continuación eran, Qué otro personaje ha estado implicado en alguna forma de corrupción? Quién más ha pasado por la salita del SIN? Mientras la prensa contribuía con el morbo respondiendo a estas preguntas con nuevos destapes, ya sea a través de videos o audios, la sociedad pasaba a otro estado de las cosas, el de la anomia. Cada uno hace lo que mejor le parece, pues si ellos lo hacen, nosotros por qué no.

Este tipo de razonamientos es uno de los más destructivos de la cohesión y el desarrollo económico y social. Algo que sufre mucho la sociedad peruana y que no permite llamar democracia a lo que actualmente vive como regla de convivencia social mínima. Quizá una de las frases más populares en el imaginario popular, que me aterra cada vez que la escucho es: "todo está bien [con el alcalde, el ministro, el presidente, etc] mientras haga bien su trabajo". Osea, mientras este funcionario cumpla con su función, no hay problema con que robe recursos públicos pues está en todo su derecho. Todos roban. El problema no está en el robo, sino, si no hace obras.

Este tipo de pensamiento es el que ha hecho posible el segundo y eventual tercer gobierno de Alberto Fujimori. Es también el responsable que personajes tan singulares como los alcaldes de las ciudades más importantes del país, esto es, el Callao y Lima Metropolitana, permanezcan en sus cargos con un elevado nivel de popularidad (Qué diantres miden cuando preguntan por popularidad?) mientras hacen obras del cual todo el mundo sospecha que tienen fuertes indicios de corrupción. Es finalmente el responsable de que se haya escogido como presidente, por segundo vez, a un tipo que rebosa de evidencias claras de corrupción, con obras faraónicas como el tren eléctrico por ejemplo a medio hacer, pero que quiere hacer creer que el crecimiento económico es lo que le está regalando a las grandes mayorías, a pesar que este no se redistribuye a toda la sociedad. 

En general, es responsable de que muchos presidentes o funcionarios "pasen piola", habiendo realizado malos negocios pero que son vendidos como grandes obras a favor de la sociedad, y cuando se evidencia sus límites, la población simplemente no reacciona. Aquí por ejemplo se encuentra el espinoso problema del gas en el Perú. Quién financió la tubería para transportar el gas? En qué términos? Cómo se garantiza la calidad de esa inversión? Por qué estamos bajo amenaza, concreta, de que los beneficios potenciales de esta megainversión se hayan esfumado porque sus reservas fueron sobreestimadas, o porque su potencial consumidor al cual se pensaba servir no eran los peruanos sino mas bien los mexicanos o cualquier otro ciudadano del mundo.

Hasta cuando vamos a seguir pensando que el problema de la corrupción se limita sólo a la esfera pública administrativa? Por qué somos permisivos por ejemplo en cuestiones bastante sencillas como dejar que el responsable máximo de llevar las estadísticas nacionales se atornille en su cargo a pesar que hay evidencia concreta de que se está mintiendo a la población con las cifras del crecimiento económico mensual o trimestral o aún el anual. No son acaso impresionantemente alertadores las cifras de caída de la recaudación tributaria? o de la emisión de bonos por mil millones dólares (1% del PBI anual) que se presenta como un gran éxito cuando es en verdad evidencia de nuestra poca capacidad para afrontar la crisis con ingresos propios recaudados por impuestos?

Lanzo una hipótesis. La incapacidad de cuestionar, protestar, discutir ante la corrupción se asienta en el sistema educativo público peruano. No creo que haya sido un problema histórico. Creo más bien que es un problema reciente. La pauperización de la profesión docente está ocasionando problemas sociales insospechados, pero duros al manifestarse, como la corrupción. Este proceso esta poniendo en riesgo la viabilidad futura de nuestra sociedad, a menos que esta descanse exclusivamente en quienes siguen su carrera en los espacios privados. Pero de continuar así, las pérdidas sociales serán mayores, y cada vez más costosas para el modelo de crecimiento económico que estamos siguiendo, imposibilitando el desarrollo humano que tanto anhelamos los peruanos.

1 comentario:

Juan Francisco Espinoza Hernandez dijo...

hola amigo, tu bloog es muy bueno , interesante el libro electronico que recomientas, segui el link y me he encontrado con informacion que permite un analisi sistematico sobre la problematica de corrupcion latinoamericana entre otras cosas, las cual obstaculizan el desarrollo integral en las comunidades y paises latinos. hasta que haya un replanteamiento en las leyes y creacion de politicas que esten orientadas a la trasparencia y el trabajo absoluto por la calidad de vida de nuestras sociedades latinas, hasta entonces dejaremos de teorizar para aterrizar ideas claras sobre desarrollo. ya ahora sostenible, no solo economico.

muchos saludos y espero que en latinoamerica haya un despertar en las ciencias humanas y que juntos busquemos el mejor camino a nuestro territorio cada vez más golpeado por efectos de la globalizacion economica y cultural.