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martes, mayo 20, 2014

La economía de las familias homosexuales

Existe muy poca o nula investigación sobre la economía de las familias homosexuales. Esto a pesar que es un tema de discusión de larga data. Una búsqueda rápida en la web de Jstor utilizando diferentes palabras clave, revela que existen menos de una decena de estudios indexados sobre esta temática. Destacan "The Economics of Lesbian and Gay Families" (Black, Sanders & Taylor 2007), "The Economic Cost of Homosexuality: A Multilevel Analysis" (Baumle & Poston Jr, 2011) y "The Sexual Orientation Wage Gap: The Role of Occupational Sorting and Human Capital" (Antecol, Jong & Steinberger, 2008). Este problema se basa en el hecho de que existen pocas encuestas masivas que ayuden a dar una idea aproximada sobre las dimensiones y características socioeconómicas de esta población.

Entre los hallazgos más interesantes de tales estudios, que podrían ser evaluados en nuestra realidad, tenemos:
  • Un número menor de niños son criados por las familias homosexuales que las familias heterosexuales.
  • Los gays y lesbianas afrontan costos relativos más altos para adoptar niños, lo que reduce significativamente sus posibilidades de criar niños.
  • Debido al hallazgo anterior, las familias homosexuales tienen preferencias por encontrar satisfacción provenientes de fuentes alternativas que no sea la crianza de niños, lo que les motiva a mudarse a ciudades donde puedan "consumir" estos otros "bienes no niños" como por ejemplo, San Francisco y New York.
  • Las mujeres lesbianas tienen un mayor éxito laboral (tanto en ingresos como en estabilidad) que las mujeres heterosexuales. Todo lo contrario sucede con los varones homosexuales quienes tienen una importante penalidad en sus remuneraciones respecto de aquellos que son heterosexuales.
  • Las diferencias referidas en el punto anterior parecen ser más significativas si son casados que si son convivientes dependiendo del sexo. En efecto, los gays tienen una mayor penalidad si son casados que si son convivientes. En contraste, existe un mayor premio para las mujeres lesbianas cuando son convivientes que cuando son casadas.
En el Perú, el problema de falta de información estadística es mucho más grave que en el resto de Occidente puesto que los GLBT son invisibilizados tanto en las encuestas (como la ENDES por ejemplo) como en los reportes estadísticos elaborados por el INEI. Este es un problema sufrido por otros grupos minoritarios en el país -- en mayor o menor grado -- como por ejemplo las etnias nativas, los discapacitados o incluso los grupos religiosos diferentes a la religión predominante en el país. La última vez que se hizo un esfuerzo abierto por parte del Estado para medir grupos minoritarios fue en la Encuesta Nacional Continua aplicada durante el 2006 donde se requería información acerca de la Población Discapacitada, la Autopercepción Étnica y la Religión. Pero en dicha ocasión, no se recogió información sobre la identidad sexual del respondente.

¿Cuál es la población que se podrá beneficiar con la aprobación del proyecto de ley denominado de "unión civil"? De acuerdo con las entrevistas brindadas por Carlos Bruce, el congresista que ha realizado la propuesta legislativa de marras, señala que esta ley beneficiaría entre dos y tres millones de peruanos homosexuales. Esto significaría que se maneja que un 10% de la población nacional tendría esta orientación sexual. ¿De dónde proviene esta estadística?

Una primera fuente de consulta es el propio proyecto de ley 02647/2013-CR en cuya exposición de motivos (pág.11) se señala lo siguiente:
"Toda sociedad, incluida la peruana, tiene un porcentaje de personas lesbianas y gais que se estima entre el 4 y el 8% dependiendo de la fuente que se consulte." 
De acuerdo con esta afirmación, si el porcentaje se estima entre 4 y 8% entonces la población GLBT calculada para el Perú se encontraría entre 870 mil y 1.7 millones de personas adultas. Claramente, el congresista Bruce exagera al señalar que la población beneficiaria sería alrededor de 3 millones. Esto probablemente lo hace para dar un efecto conocido dentro de la ciencia política como el "problema de la proximidad" al duplicar la cifra que su propia iniciativa señala.

Con la finalidad de comprobar la afirmación señalada en el proyecto de ley, me puse a revisar algunos estudios estadísticos realizados a nivel mundial, encontrando la siguiente tabla comparativa que muestra resultados de encuestas en Reino Unido, Noruega, Canadá y los Estados Unidos. Estos datos comparativos y otros más específicos sobre los resultados de la medición en el Reino Unido pueden ser descargados en este enlace.


Quizá una de las primeras apreciaciones que se puede realizar es acerca de las dimensiones del tamaño de la muestra de cada una de las encuestas. La idea de fondo es que a un mayor tamaño de muestra (se entiende probabilística), se corresponde una mejor estimación de los indicadores estudiados. A todas luces, la encuesta aplicada en el Reino Unido ha sido la más grande con casi un cuarto de millón de hogares entrevistados. Las encuestas más pequeñas son las correspondientes a los Estados de Vermont y de North Dakota con 4.2 y 3 mil hogares visitados, respectivamente.

Una segunda apreciación tiene que ver con la naturaleza de las encuestas realizadas. Mientras que la mayoría de las encuestas ha tenido un objetivo específico en su abordaje, a saber, el de la salud; la encuesta aplicada en el Reino Unido ha sido multipropósito. De allí la nota al pie de la tabla mostrada donde se señala que probablemente esta característica podría explicar las diferencias en los resultados hallados con respecto a las otras encuestas.

Sin embargo, las dimensiones las cifras reveladas son bastante pequeñas, siendo las más bajas las reportadas en el Reino Unido (1.4%), Noruega (1.2%) y finalmente North Dakota (1%). Las más altas se encuentran en California y Vermont con 4.1% y 4.6%. Un último estudio, que no aparece reportado en este listado, reporta que 3.5% de la población adulta en los Estados Unidos son GLBT, lo que en términos absolutos significa que dicho país se cuenta con casi 9 millones de americanos adultos (Gates, 2011).

En este punto, cabe la pregunta ¿Cómo es posible que en el Perú tendríamos 3 millones de homosexuales con una población total de 30 millones cuando las proporciones manejadas por países industrializados del mundo de Occidente se tiene un porcentaje entre 1 y 4%? Tomando en cuenta la demografía peruana, la población mayor de 15 años al 2013 es de 21.7 millones de personas, lo que utilizando el rango de 1 a 4% -- en vez de 4% a 8% -- nos reportaría una población GLBT entre 217 mil y 870 mil ciudadanos. ¿Cuál será la cifra precisa? Sólo un estudio no sesgado de parte del INEI podría revelar de qué magnitud estaríamos hablando con meridiana precisión, que en el mejor de los casos se aproximaría al millón de personas. En el límite, la cantidad calculada por mucho o por menos no debería ser óbice para que el Estado reconozca legalmente el derecho a la unión civil que esta población reclama sobre la base de la igualdad ante la Constitución Política y los Derechos Humanos.

Algunas preguntas lógicas a continuación serían ¿Qué proporción de la población estimada estarán dispuestos a realizar una unión civil o simplemente continuar conviviendo? ¿Cuántos celebrarán uniones civiles con separación de bienes ante la posibilidad de afrontar potenciales disoluciones de las mismas? ¿Cuál será la estabilidad de tales uniones en comparación con las parejas heterosexuales? ¿Cuál será el grado de violencia en estas familias? ¿Existen diferencias según nivel socioeconómico?

Al margen de que se apruebe o no la propuesta legislativa del congresista Bruce, si creo que resulta importante que el INEI realice una medición periódica de esta población como otras poblaciones minoritarias demandan, ya sea a través de la Encuesta de Hogares como la ENDES. Esto haría visible la problemática que afecta a estas cohortes poblacionales para evaluar los costos y beneficios económicos que afrontan en la dinámica de la abigarrada sociedad peruana.

Muchas preguntas se han abierto a partir de esta iniciativa, no solo en torno a las implicancias de que la unión civil de parejas homosexuales sea una realidad. También se encuentra en el tintero el reclamo y ejercicio de otros derechos conexos que la población GLBT reclamaría lógicamente ampliando su frontera de derechos ganados, como por ejemplo, la crianza de niños. Llama la atención que en el discurso todavía no aparecen reclamos sobre las diferencias en las remuneraciones (en un sentido más amplio, los problemas de discriminación laboral) con respecto a este grupo poblacional, un problema que ya está siendo abordado en la realidad norteamericana.

Considero que es urgente que se responda con información confiable producida por el INEI y otras instituciones académicas que puedan abordar estos desafíos adecuadamente. Tal información será pertinente para el diseño y evaluación de las políticas públicas para las grupos poblacionales minoritarios en general. Pero no podremos responder con propiedad a menos que se comience a dimensionar adecuadamente a la población GLBT y sus respectivas realidades.

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