Introducción
No cabe duda que en las actuales circunstancias,
el aumento del salario mínimo es una cuestión de justicia para los trabajadores
peruanos. Pero no cualquier aumento podría beneficiarlos a ellos y a los
empresarios que ofrecen los puestos de trabajo que ocupan. Sobre todo, si
consideramos que nos encontramos en un franco proceso de recuperación de la
economía que es necesario asegurar, sin dejar de lado, el grave deterioro del
nivel de vida que ha pesado sobre los trabajadores.
He sido director de empleo
durante ocho meses durante 2018 y 2019, bajo la gestión del ex Ministro Sánchez.
A través de su viceministro de Empleo recibí el encargo de presidir la Comisión
Especial de Productividad y Salario Mínimo (CEPSM), órgano especializado dependiente
del Consejo Nacional del Trabajo y Promoción del Empleo (CNTPE). Un desafío que
lo asumí con mucha responsabilidad y expectativa de parte de los pares que me
acompañaban en la mesa: sindicatos y empleadores.
El objetivo de la CEPSM, que no
logró completarse por cambios de gestión ministerial, era cerrar el debate que
permitiría acordar los criterios técnicos a tomar en cuenta para los reajustes
periódicos del salario mínimo, institucionalizándolo en una norma sectorial. La
base para lograr tales acuerdos era un diálogo social de calidad, la cual
concebimos como la búsqueda de un nivel de confianza óptimo entre las partes,
exponiendo las razones técnicas y también los temores colectivos, a fin de que
la norma acordada tuviera toda la legitimidad del caso para su implementación.
La actual gestión del MTPE ha manifestado
con claridad su voluntad política para elevar el salario mínimo, pero esta
voluntad no parece estar acompañada de similar actitud para canalizar esta
decisión a través de un debido proceso de diálogo social que haga transparente
y legítima tal decisión. El problema que este proceso culmine de esta manera es
que el aumento no responda a realmente a criterios técnicos consensuados entre
las partes, y por lo tanto este sea perjudicial para la recuperación del sector
productivo por causa de una mejora salarial onerosa.
¿Qué nos dice la teoría
económica?
Contra lo que mayoría podría
suponer, la teoría económica no va en contra de las medidas de reajuste del
salario mínimo. De hecho, David Card y otros economistas, que ganaron el
reciente premio Nobel de economía 2021 desarrollaron en los años noventa los
fundamentos empíricos sobre los cuales demostró que el aumento del salario
mínimo, no sólo es técnicamente viable, sino que resuelve ineficiencias surgidas
de un mercado tan irregular como el nuestro. Esto no solo permitiría mejorar las
remuneraciones de los trabajadores que dependen de este monto, sino que además
se haría sin el temor de destruir empleos.
Para que ese comportamiento se
produzca debe reconocerse en primer lugar, que el mercado de trabajo no se parece
para nada al modelo teórico de un mercado laboral de libre competencia, al
menos tal como lo describen los textos de microeconomía clásicos que se
utilizan para enseñar en la universidad. Por lo general, los voceros en contra
de la subida del reajuste del salario mínimo asumen -convenientemente- que el
mercado de trabajo peruano es un ente donde confluyen empleadores y
trabajadores bajo la égida de la libre competencia. Si así fuera, inevitablemente,
un aumento del salario mínimo, grande o pequeño, sólo será viable incrementando
el desempleo. Pero esta situación es pues, muy alejada de la realidad: ni la
información sobre los empleos disponibles fluye libremente, ni las plazas laborales
son homogéneas, ni los empresarios son tomadores de precios en el mercado.
Ilustración
1
Efectos del salario mínimo en un modelo teórico de mercado competitivo
E0: Empleo sin RMV, E1: Empleo con RMV; W0: Salario sin RMV,
W1: Salario = RMV
En la realidad peruana, los
mercados de productos -y también en servicios- tienden a mostrar grados tóxicos
de concentración, y cuando no es así de extremo, los líderes de mercado gozan
de un grado discrecional de poder monopólico: establecen sus precios, ofrecen
una baja calidad de producto, limitan severamente la entrada a nuevos
competidores, etc. La demanda derivada de trabajo de estos mercados suele mostrar
grados importantes de poder monopsónico. Esto último significa que los empleadores
tienen poder de negociación suficiente para determinar los salarios por debajo
de su ingreso marginal, porque existen muchos candidatos que compiten por los
pocos puestos de trabajo ofrecidos. En una situación así, todos los efectos
negativos que se deducen del modelo teórico convencional del libre mercado están
puestos en cuestión, y necesitan ser revisados en su real contexto.
Cuando los empleadores tienen
poder monopsónico, pueden contratar cantidades importantes de trabajadores a un
salario más bajo que su costo marginal de contratación. Si los contratara al
costo marginal real, lo haría a expensas de sus ganancias. Por ello hace uso de
su capacidad de negociación para imponer un salario más bajo. Al incrementarse
el salario mínimo en una cantidad pequeña (gráfico siguiente a la
izquierda), no sólo producirá un incremento neto en el salario, sino que
también el empleo puede aumentar al bajar el costo de contratar un trabajador
adicional[1].
Por el contrario, si se eleva el salario mínimo en una cantidad muy grande,
producirá un incremento del desempleo porque aumenta también el costo marginal
impuesto (gráfico siguiente a la derecha).
Ilustración
2
Efectos de un aumento del salario mínimo en un mercado monopsónico
E0: Empleo sin RMV, E1: Empleo con RMV; W0: Salario sin RMV,
W1: Salario con RMV.[2]
El momento y el monto óptimo a
incrementar el salario mínimo
La última vez que el Estado
peruano decretó un aumento de la remuneración mínima vital fue en abril de 2018.
Este ascendió a 80 soles, que equivalió
a un 9.4% de aumento de la remuneración previa, el cual duró 23 meses. Tomando
en cuenta el historial de ajustes de la RMV desde el 2000, el último aumento de
80 soles se ubicó por encima de la mediana superior (tercer cuartil equivalente
a 75 soles) de aumentos. Mientras que, respecto a la periodicidad, los 23 meses
se ubican en la mediana de meses que ha estado vigente un aumento dado. Si
tomáramos como criterio que el tamaño de los aumentos debería estar
correlacionado con el número de meses esperados, que a la fecha ha acumulado 47
meses (el doble de tiempo del esperado), entonces el aumento sugerido sería de
aproximadamente 70 soles[3].
Esto sugiere un aumento del salario mínimo hasta alcanzar la cifra de 1 mil
soles.
Tabla 1 Salario mínimo, aumentos y número de meses entre
aumentos
Elaboración propia con datos oficiales
A pesar de lo señalado, los
criterios debatidos en el seno de la CEPSM no son los que he utilizado arriba. En
primer lugar, en cuanto a la periodicidad había una propuesta preliminar casi
consensuada de que la RMV fuera reajustada cada 24 meses, siempre y cuando las
condiciones de contexto económico lo permitieran. El actual retraso del aumento
del salario mínimo sólo se justifica porque el contexto económico fue
desastroso durante la pandemia. No obstante, las cifras de recuperación económica
son alentadoras, y todo hace pensar que podríamos seguir con viento a favor si
seguimos con elevados precios de nuestros minerales y otros sectores
restableciendo su dinamismo al 100%. Por lo tanto, estamos en el momento
indicado para elevar la RMV.
En segundo lugar, para definir el
monto del salario mínimo se utiliza una combinación aditiva de dos componentes:
la inflación y la productividad. El primer componente se explica por la
necesidad de compensar la pérdida de capacidad de consumo por la inflación esperada
(aunque para este caso ya sería más bien para la inflación observada),
mientras que el segundo componente se explica por el avance de la productividad
en el país que es en última instancia la fuente real de incremento de las
remuneraciones.
El incremento del índice de
precios al consumidor de Lima Metropolitana con base 100 de diciembre de 2021 pasó
de un valor de 89.5 a 100.4 que es el último dato disponible para enero 2022.
Esto representa un incremento de 12.4%. Frente a la objetividad y
disponibilidad del indicador de precios, la medición de la productividad en
nuestro país no tiene un consenso definido. Lo que si existe consenso es que la
economía peruana ostenta una productividad pobrísima debido a que desde el
punto de vista macro sobresale el excesivo tamaño del sector informal en
nuestro país. A pesar de ello, podríamos tomar como referencia las mediciones
reportadas por el Consejo Privado de Competitividad (CPC, Informe de
competitividad 2021), que no se hace problema en señalar que la productividad
total de los factores ha tenido una contribución negativa en el último quinquenio
(2015-2019) del orden de -0.7%, en tanto que la contribución del trabajo ha
sido de 1.1%.
De esta manera, tomando como
referencia el valor de la contribución de la productividad del trabajo (1.1%) y
el incremento de los precios (12.4%), tendríamos que objetivamente, el aumento
pertinente del salario mínimo sería del orden de 13.5%, esto es 126 soles, es
decir, la nueva RMV sería de 1056 soles. Este valor es menor a lo que la prensa
ha deslizado sería, el valor deseado por el MTPE, que ascendería a 1100 soles.
Tampoco podría aspirarse a un aumento que equipare la RMV con la canasta básica
familiar, cuyo valor ascendería para una familia de 4 personas a casi los
1500 soles[4].
¿Es este valor mucho o poco para el desenvolvimiento del mercado de trabajo en
la actualidad? Algunas respuestas posibles se exploran en la siguiente sección.
Los salarios medios post
pandemia
La pandemia golpeó rotundamente
el dinamismo de la economía peruana. No solo salieron afectadas las familias al
ver recortados sus ingresos sino también las propias empresas, principalmente
las micro y pequeñas empresas tuvieron severas pérdidas económicas. La gran y
mediana empresa tuvieron un flujo importante de fondos (alrededor de 60 mil
millones de soles) a través del denominado Programa Reactiva que tenían como
objetivo “evitar el quiebre de la cadena de pagos” así como “salvar empleos”
formales de la economía peruana. Según algunas evaluaciones preliminares del BCRP,
este programa habría cumplido sus objetivos.
Lo que no pudo salvar el Programa
ni otras medidas fueron los ingresos medios de los trabajadores. El subempleo y la informalidad se han desbocado aceleradamente. En Perú, el
único instrumento disponible para evaluar tal impacto es la Encuesta Permanente
de Empleo, el cual reporta los ingresos medios mes a mes de Lima Metropolitana desde
abril de 2001. De acuerdo con esta fuente, a enero (trimestre móvil) del
presente año la remuneración media ascendía a 1,639.5 soles, en tanto que para
similar periodo del año 2021 esta cayó a 1,576 soles de un nivel observado de
1,796.2 en 2020. Es decir, aún la remuneración promedio de Lima Metropolitana no se ha recuperado a niveles pre-pandemia. Una sencilla inspección de los
datos más recientes en términos nominales, nos permite apreciar que la remuneración de enero de este
año es similar a la de enero de 2016. Hemos perdido 6 años.
Tabla 2 Evolución del ingreso medio de Lima
Metropolitana - Enero de cada año
Elaboración propia con datos de INEI
¿Por qué resulta relevante mirar
los ingresos medios en este análisis? Porque una forma de obtener información
sobre que tan alto o que tan bajo es un determinado salario mínimo respecto del
dinamismo del mercado de trabajo en su conjunto es analizar el denominado ratio
de Kaitz[5].
Este indicador resulta de comparar el salario mínimo nominal con el respectivo
salario medio de mercado. La OIT recomienda utilizar este indicador con mucho
cuidado[6],
puesto que las comparaciones pueden ser irrelevantes, toda vez que se deben
establecer comparabilidades con el salario medio de los trabajadores que están
protegidos por la legislación del salario mínimo. En el caso peruano, el
salario medio reportado por el INEI sólo tiene cobertura para Lima
Metropolitana, y por supuesto, incluye al sector informal. Como quiera que no
tenemos acceso actualizado a la información de la Planilla Electrónica que
maneja el MTPE, utilizaremos los valores de las remuneraciones medias
reportadas por el INEI a través de su Informe Técnico del Empleo que publica
mensualmente en su página web.
Con esta información entre manos,
comparé con el salario mínimo nominal y pude encontrar lo siguiente: que el
Perú tiene la segunda ratio de Kaitz más alta de los países de la OCDE. Tomo
esta fuente de información, no sólo por la idea de compararnos con el club de países adelantados que formalmente
nos ha invitado a formar parte, sino que también nos permite apreciar cómo nos
encontramos con respecto a algunos países de nuestra región como Chile,
Colombia y México. En este caso, Colombia nos lleva la delantera con 0.61
puntos, mientras que Chile tiene 0.49 y México 0.42. Si la RMV aumentara a 1,000
soles, la ratio de Kaitz aumentaría automáticamente a 0.61 colocándonos en el segundo lugar del ranking. Mientras que un
aumento hasta 1,056 y 1,100 soles, les correspondería un ratio de Kaitz de 0.64 y
0.67 respectivamente. En estos dos últimos casos estaríamos en la posición del
país con más elevado nivel de acercamiento al salario medio de mercado, lo que
implicaría un incremento del riesgo de impactar negativamente en la estructura
de costos de las empresas y podría significar un impacto negativo en el nivel
actual de empleo formal. A todas luces, un escenario indeseable en un contexto
de recuperación económica como la que estamos asistiendo como país.
Tabla 3 Comparación de ratio de salario mínimo y salario
medio de Perú versus países seleccionados OCDE
Elaboración propia con información OECD.Stat
Ilustración
3
Relación entre la RMV y los ingresos medios de Lima Metropolitana
Elaboración propia con datos de INEI y varios Informes
Técnicos del Mercado Laboral de Lima Metropolitana
A manera de conclusión
Es probable que muchos podrían
contender con las cifras revisadas y utilizadas para los cálculos posibles de
salario mínimo, y el que finalmente he hecho evidente cual recomendaría con
justicia y viabilidad para nuestra economía hoy en día: sugiero aplicar el
aumento pequeño (70 soles), con cargo a reajustar nuevamente en los próximos 24 meses.
Otros podrían poner bajo cuestionamiento la necesaria revisión de las variables
de contexto adecuado que fueron discutidos ampliamente en la CEPSM durante mi
gestión, antes de tomar cualquier decisión de reajustar al alza la RMV. Pero lo
que es cierto es que el hecho que no se haya cerrado la fórmula de reajuste de
la RMV a través del proceso de diálogo social en el seno del CNTPE con un plazo
determinado, ha dejado que esta medida siga siendo parte del menú de opciones
para ganar respaldo político a costa del desempeño del sector empresarial. Una
lección que quizás ya debieron haber aprendido con tiempo la parte empleadora. Y también la trabajadora. Ojalá
esta sea la última vez que afrontemos una situación como la actual, en el que
la incertidumbre y la polarización política oscurecen la importancia de
implementar políticas salariales nacionales justas, viables y predecibles, como
la del reajuste del salario mínimo. Mientras no exista una política sectorial de reajuste del salario mínimo surgida del diálogo social, los futuros incrementos del salario mínimo tenderán a tener resultados controvertidos para una o ambas partes del mercado de trabajo peruano.
[1] Katz, Lawrence
and Alan Krueger.
1992. "The Effect
of the Minimum
Wage on the Fast-Food
Industry." American Economic
Review, vol. 46,
no. 1, pp.
6-21. “Under certain conditions, monopsony models predict that a small
increase in the minimum wage leads to an increase in employment, whereas a
large increase in the minimum wage leads to a decrease in employment”.
[2] Adaptado de: Congressional
Budget Office, July 2019 “The Minimum
Wage in Competitive Markets
and Markets With Monopsony Power—Supplemental Material
for The Effects on
Employment and Family Income of Increasing
the Federal Minimum Wage” Washington D.C.
[3] Dibujando
un modelo lineal simple con los puntos de datos disponibles, tendríamos que al
número de meses transcurridos habría que multiplicar por 0.6331 y añadirle
38.966. Como han pasado 47 meses desde el último aumento, la modelación nos
lleva a estimar un aumento de 69 soles aproximadamente.
[4] La línea
de pobreza de consumo per cápita asciende a 360 soles mensuales. Multiplicado
por una familia promedio de 4 personas, resulta en una canasta mínima de 1,440
soles mensuales. Valor muy cercano a 1,500 soles, que es reclamado por el
sector trabajador.
[5] Kaitz, Hyman B. (1970) “Experience
of the Past: The National Minimum" in Youth Unemployment and Minimum
Wages, Bulletin 1657, U.S. Bureau of Labor.
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