¿Cuál es la relación entre el salario mínimo y la tasa de inflación? Esta es una de las preguntas centrales que la sociedad peruana se esta preguntando en la actualidad en el marco del debate sobre la pertinencia de implementar la segunda parte del aumento del salario mínimo ofrecido por el Presidente Ollanta Humala. El día de hoy el BCRP, apoyado únicamente en el poder que le confiere su supuesta investidura técnica mas no en los hechos, ha sugerido que la relación es directa, es decir que el salario mínimo causa inflación. Todo el mundo conoce con precisión que la oleada inflacionaria que se nos viene corre por cuenta de shocks internacionales en los precios de los alimentos. Y el Perú, por contar con una canasta de consumo compuesta en su mayor parte de alimentos, se encuentra más expuesta a este tipo de shocks. Por ello, la afirmación realizada por el BCRP se enmarca más bien en algunos hechos concretos de la política peruana que paso a señalar y discutir:
Como se puede apreciar, las declaraciones del MEF, el BCRP y el nuevo ministro de Trabajo se encuentran alineadas cual eclipse solar para impedir o postergar indefinidamente el segundo tramo del aumento del salario mínimo. Como se recordará, el primer tramo del aumento corrió no poca oposición de parte de los dueños del capital, logrando por lo menos aplazar durante un mes el aumento declarado oficialmente, gracias a los argumentos tecnicos legales ofrecidos por abogados como Toyama o Ferro.
El problema no es tanto el aumento en si, sino la magnitud del mismo, la poca previsibilidad del aumento como para ser incorporados en los planes de negocio empresariales y la fase del ciclo económico mundial en que nos encontramos. La magnitud del aumento es pues muy significativo. Durante el anterior gobierno de Alan Garcia, los incrementos realizados fueron de una magnitud promedio de 25 soles. En realidad fueron dos aumentos de 50 soles, repartidos en tramos de 30 y 20 soles ocurridos en dos momentos distintos, el primero durante la etapa del crecimiento y el segundo a punto de entrar en la recesión. El incremento propuesto por Humala ocurre apenas unos meses después del aumento otorgado por el anterior gobierno y los 150 nuevos soles propuestos representan un 25% de aumento respecto del anterior salario. Eso, desde el punto de vista empresarial, es inmanejable en el corto plazo y queda claro que ninguno de ellos quiere poner en juego sus utilidades cuando estas tienen una amenaza mas grave de ser consumidas por los embates del temporal internacional en ciernes. Por ello, la amenaza de trasladar los nuevos costos hacia los consumidores parece ser una herramienta importante a esgrimir por parte de sector empresarial, lo que sin embargo debe evaluarse con fino cuidado, sector por sector. No me imagino bien, por ejemplo como las empresas textiles o las agroexportadoras pueden trasladar los precios de sus productos a sus consumidores locales, cuando su produccion esta orientada en su mayor parte al mercado internacional de ingresos altos. Una discusión sobre la necesidad de tener salarios mínimos diferenciados según sector económico o regional puede ser pertinente en este sentido para evaluar qué sectores pueden ser más factibles de aumentar el salario mínimo frente a otros para evitar posibles semillas inflacionarias.
Aquí sin embargo es donde entra a tallar otro problema fundamental que se ha postergado innecesariamente: el hecho de que los aumentos del salario minimo estén sujetos a las necesidades políticas del gobierno de turno es un juego demasiado caro que afrontar por el sector empresarial. Mientras que se tenga a un presidente pro mercado, no hay problema. Pero frente a un aumento exagerado de la desigualdad y el mayor nivel de insatisfacción de la población que produzca candidatos antisistema cada vez peores, lo mas racional y justo para las partes seria institucionalizar una politica de aumento anual del salario minimo en una magnitud quizá pequeña de 3 o 4% (o 25 soles en promedio) durante los próximos cinco años de manera que se establezca un horizonte de planificación que pueda ser manejable y predecible. Esto para todas las partes interesadas. Lamentablemente, con la actual configuración gubernamental, donde el Ministerio de Trabajo -que es el que se supone debiera equilibrar la balanza de poder entre los empresarios y los trabajadores- se encuentra ahora colonizado por la administración del MEF, es poco probable que una propuesta así pueda prosperar.
Finalmente, el problema de realizar un aumento en una fase recesiva es un problema serio pero que no debiera necesariamente ser resuelto con una postergación del aumento ya prometido. En mi opinión, ha habido un aumento suficiente de la productividad del trabajo que justifica bien el aumento anunciado por el actual presidente. Sin embargo, ante la inminente caida del producto en los próximos dos años (la que por cierto no se espera sea negativa, sino solo una desaceleración), el aumento del salario minimo puede funcionar como un incentivo a la demanda interna. O en otras palabras, puede actuar como un paquete de estímulo a la economia desde la demanda interna como compensación a la caída de la demanda externa.
Así que, lo más importante ahora sería cumplir con la promesa ofrecida porque después no se volverá la ventana de oportunidad para realizar el aumento necesario puesto que entonces, serán más bien los empresarios los que estarán llorando por reducciones de impuestos o subvenciones directas como parte de un paquete de estímulo a la economía pro empresarial unicamente.
- La promesa de Ollanta Humala durante su candidatura a la presidencia y su posterior afirmación en el primer discurso dado a la nación de aumentar el salario mínimo en 150 nuevos soles. Probablemente, esta propuesta junto con cuna mas, beca 18, y pensión 65 haya sido parte del paquete de medidas sociales orientado a cautivar con éxito el voto urbano de menores ingresos y con acceso limitado a la protección social.
- El cumplimiento de tal promesa durante los primeros cien días como presidente, pero en un primer tramo equivalente al 50% de lo ofrecido, realizado en agosto del presente año. Es probable que la promulgación de este aumento haya tenido un impacto positivo en la imagen presidencial frente al electorado objetivo, beneficiario inmediato de esta medida. Resta el cumplimiento de la otra mitad a ejecutarse en algún momento no definido del 2012. Esta es una de las aristas a discutirse respecto del segundo tramo del aumento y que el ministro de economía habría sugerido que solo se necesita definir con precisión en que momento deberá; hacerse.
- La renuncia del primer gabinete de gobierno liderado en su mayor parte por profesionales liberales como consecuencia de la crisis del manejo de negociaciones del proyecto minero Conga, y su posterior recomposicion hacia un gabinete mas amigable a la inversión privada. En esta recomposicion ha sido clave asegurar la colocación del ministro del interior como primer ministro para ejercer una imagen de que se va a hacer respetar el orden constitucional necesario para proteger la inversión privada. También ha sido clave colocar como ministro de trabajo a un emisario del Ministerio de Economia que pudiera hacer eco, antes que resistencia, de las políticas promovidas por el MEF.
- Las declaraciones cada vez mas preocupantes realizadas por los organismos internacionales sobre los pronósticos de los indicadores económicos y financieros para el 2012, que indican que el mundo entero se sumergiria en una nueva recesión. Una rápida mirada a las estadísticas de producción mensual nos revelan que efectivamente la recesión mundial esta afectando y afectará al Peru significativamente. La profundidad, duración y naturaleza de esta segunda recesión son materia de discusión en distintos foros, donde personajes como Alan Garcia aparece una vez mas como una de las voces mas positivas que los entendidos en la materia.
- Finalmente, el aumento imparable de los precios internacionales de los productos alimenticios básicos que ha repartido presiones inflacionarias no solo en Perú sino en todo el mundo, tal y como ocurrió durante el 2008, es decir, en la antesala de la crisis financiera del 2009.
Como se puede apreciar, las declaraciones del MEF, el BCRP y el nuevo ministro de Trabajo se encuentran alineadas cual eclipse solar para impedir o postergar indefinidamente el segundo tramo del aumento del salario mínimo. Como se recordará, el primer tramo del aumento corrió no poca oposición de parte de los dueños del capital, logrando por lo menos aplazar durante un mes el aumento declarado oficialmente, gracias a los argumentos tecnicos legales ofrecidos por abogados como Toyama o Ferro.
El problema no es tanto el aumento en si, sino la magnitud del mismo, la poca previsibilidad del aumento como para ser incorporados en los planes de negocio empresariales y la fase del ciclo económico mundial en que nos encontramos. La magnitud del aumento es pues muy significativo. Durante el anterior gobierno de Alan Garcia, los incrementos realizados fueron de una magnitud promedio de 25 soles. En realidad fueron dos aumentos de 50 soles, repartidos en tramos de 30 y 20 soles ocurridos en dos momentos distintos, el primero durante la etapa del crecimiento y el segundo a punto de entrar en la recesión. El incremento propuesto por Humala ocurre apenas unos meses después del aumento otorgado por el anterior gobierno y los 150 nuevos soles propuestos representan un 25% de aumento respecto del anterior salario. Eso, desde el punto de vista empresarial, es inmanejable en el corto plazo y queda claro que ninguno de ellos quiere poner en juego sus utilidades cuando estas tienen una amenaza mas grave de ser consumidas por los embates del temporal internacional en ciernes. Por ello, la amenaza de trasladar los nuevos costos hacia los consumidores parece ser una herramienta importante a esgrimir por parte de sector empresarial, lo que sin embargo debe evaluarse con fino cuidado, sector por sector. No me imagino bien, por ejemplo como las empresas textiles o las agroexportadoras pueden trasladar los precios de sus productos a sus consumidores locales, cuando su produccion esta orientada en su mayor parte al mercado internacional de ingresos altos. Una discusión sobre la necesidad de tener salarios mínimos diferenciados según sector económico o regional puede ser pertinente en este sentido para evaluar qué sectores pueden ser más factibles de aumentar el salario mínimo frente a otros para evitar posibles semillas inflacionarias.
Aquí sin embargo es donde entra a tallar otro problema fundamental que se ha postergado innecesariamente: el hecho de que los aumentos del salario minimo estén sujetos a las necesidades políticas del gobierno de turno es un juego demasiado caro que afrontar por el sector empresarial. Mientras que se tenga a un presidente pro mercado, no hay problema. Pero frente a un aumento exagerado de la desigualdad y el mayor nivel de insatisfacción de la población que produzca candidatos antisistema cada vez peores, lo mas racional y justo para las partes seria institucionalizar una politica de aumento anual del salario minimo en una magnitud quizá pequeña de 3 o 4% (o 25 soles en promedio) durante los próximos cinco años de manera que se establezca un horizonte de planificación que pueda ser manejable y predecible. Esto para todas las partes interesadas. Lamentablemente, con la actual configuración gubernamental, donde el Ministerio de Trabajo -que es el que se supone debiera equilibrar la balanza de poder entre los empresarios y los trabajadores- se encuentra ahora colonizado por la administración del MEF, es poco probable que una propuesta así pueda prosperar.
Finalmente, el problema de realizar un aumento en una fase recesiva es un problema serio pero que no debiera necesariamente ser resuelto con una postergación del aumento ya prometido. En mi opinión, ha habido un aumento suficiente de la productividad del trabajo que justifica bien el aumento anunciado por el actual presidente. Sin embargo, ante la inminente caida del producto en los próximos dos años (la que por cierto no se espera sea negativa, sino solo una desaceleración), el aumento del salario minimo puede funcionar como un incentivo a la demanda interna. O en otras palabras, puede actuar como un paquete de estímulo a la economia desde la demanda interna como compensación a la caída de la demanda externa.
Así que, lo más importante ahora sería cumplir con la promesa ofrecida porque después no se volverá la ventana de oportunidad para realizar el aumento necesario puesto que entonces, serán más bien los empresarios los que estarán llorando por reducciones de impuestos o subvenciones directas como parte de un paquete de estímulo a la economía pro empresarial unicamente.