Ante las acusaciones recopiladas en las dos mociones de vacancia presentadas en su contra, Pedro Pablo Kuczynski (a.k.a. PPK) presentó como argumento que había una suerte de "muralla china" al interior de su banquito Westfield Capital LLC que le evitaba el problema de conflicto de intereses a la hora de realizar servicios a las empresas privadas que ganaban licitaciones con el Estado -a pesar de que el desempeñaba un cargo público crítico-, por la sencilla razón que el no gestionaba los negocios de ese banquito, sino un tercero. El fue el fundador, es cierto, pero el gestor es otro. En este caso, Gerardo Sepúlveda.
La pregunta que surge en este punto es, si fuera cierta la muralla china, ¿Por qué recibió pagos de Westfield a sus cuentas personales en el BCP, luego de que Westfield cobraba a las empresas que resultaban beneficiadas con licitaciones por parte del Estado mientras que el estaba al frente del MEF, ProInversión o la PCM? Soy fundador, no gestor, pero si beneficiario. Alguien que recibiera las transferencias en los montos que hacía Westfield tendría que haber preguntado mínimamente porqué recibió tales pagos.
El debate del día de hoy en el Congreso ha revelado la coincidencia argumental de varios parlamentarios sobre el caso por el cual PPK es vacado porque ha "confundido la separación entre lo público y lo privado". Es decir, PPK como lobista, no habría sabido reconocer la "muralla china" en el uso de recursos públicos para promover bienestar público y no la ganancia exclusivo privado.
El modelo de triangulación empleado consiste de al menos estos tres ejes: un funcionario público de alto nivel (ministro o Premier) que concede la licitación y que aprueba el financiamiento público, una empresa que gana la licitación de obra pública, y finalmente, una empresa que asesora en la estructuración del financiamiento. Este modelo permite asegurar las utilidades de la empresa al 100% o lo que es lo mismo, ingresos con cero riesgo. Como esos ingresos están asegurados y apalancados por el respaldo financiero otorgado por el Estado, también se minimiza el riesgo financiero de tomar deudas. Así se asegura la comisión a la empresa que asesora en la estructuración de la deuda, y cuando esta cobra, entonces, se transfiere el dinero a la cuenta del beneficiario último de esta cadena: el funcionario público.
Lo que ha hecho, con pleno conocimiento y conciencia, es aprovecharse de la estructura del Estado y sus recursos para promover ganancias privadas 100% seguras y cobrar de paso, la parte que le corresponde.
Un problema que reside en el fondo de esta historia es sobre la pertinencia de las obras públicas que eran licitadas. Los cuestionamientos sobre quienes fueron realmente beneficiados por la ejecución de las obras del trasvase de Olmos, IIRSA Norte y Sur abundan en las redes. Si al menos se hubiera hecho obras públicas con impacto directo para la población como hospitales y escuelas, quizás algunos hubieran justificado el penoso dicho que se popularizó alrededor de la gestión de Castañeda "roba pero al menos hace obra".
Estaríamos asistiendo con el modelo de lobbismo de PPK a una corrupción más profunda que el caso Castañeda pues, a diferencia de este último, robó, hizo obra pública, pero no benefició a nadie públicamente, sino sólo a unos cuantos privados y, por supuesto, el mismo. No quiero caer aquí en el error de calificar que este hizo menos daño que el otro, pues considero que ambos casos han violado la ley y la ética pública por igual. Pero las dimensiones y sofistificación del daño económico ha sido distinto, siendo el más perjudicial al erario público lo ejecutado por PPK.
Estaríamos asistiendo con el modelo de lobbismo de PPK a una corrupción más profunda que el caso Castañeda pues, a diferencia de este último, robó, hizo obra pública, pero no benefició a nadie públicamente, sino sólo a unos cuantos privados y, por supuesto, el mismo. No quiero caer aquí en el error de calificar que este hizo menos daño que el otro, pues considero que ambos casos han violado la ley y la ética pública por igual. Pero las dimensiones y sofistificación del daño económico ha sido distinto, siendo el más perjudicial al erario público lo ejecutado por PPK.
Para concluir, es muy difícil que PPK convenza a un ciudadano común que el no sabía nada de los beneficios percibidos por Westfield por obras públicas que el hacía ganar directa o indirectamente. No existe muralla china. También, es muy difícil creer que PPK haya confundido que existe una muralla china entre lo público y lo privado que el ha horadado brutalmente para instalar puertas giratorias amplísimas para facilitar la inversión privada con pocos o nula rentabilidad social, pero altísima rentabilidad privada.