Su misión principal fue convocar a unas nuevas elecciones que tuvieran un certificado de nacimiento con calidad constitucional. Logró ese objetivo. No obstante, la transición democrática sobrepasaba sus límites, no tanto porque fuera un hombre menudo y sencillo, sino más bien porque la mayor parte del Perú ha aprendido a convivir con las formas de gobierno autoritarias al punto de creer que estas son mejores que las democráticas. Esta tarea, la de construir un Perú libre y democrático, la debemos asumir aquellos peruanos que como Valentín desean un futuro mejor para sus hijos.
Un presidente inesperado
Al pensar en el hecho de haberle brindado mi voto en las últimas elecciones presidenciales, me quedé un poco preocupado al constatar que habría pasado si hipotéticamente este hombre las hubiera ganado. De hecho, estaba muy lejos de alcanzar el sillón presidencial a través de estas elecciones, pero ¿Qué hubiera pasado si hubiera copado las preferencias electorales?
Como es evidente tendríamos que haber visto asumir el mando presidencial a Alberto Andrade, su primer vicepresidente. Este gordito bonachón tuvo una reconocida gestión como Alcalde de la comuna miraflorina y luego como Alcalde de la ciudad de Lima Metropolitana. En ambos espacios se encargó de darle calidad de paseo urbano a la ciudad aunque no resolvió los problemas de fondo: el comercio informal desbocado y la congestión del tránsito urbano. No me imagino al hermanón generando un escándalo político por reclamar algunas cuotas de poder sin ser rápidamente sofocado por la prensa que tenemos en la actualidad.
Quizá el organismo más importante creado durante la gestión de Andrade es el actual Servicio de Administración Tributaria de la Municipalidad Metropolitana de Lima (SAT). Esta oficina se creó para recuperar la capacidad de cobrar impuestos a la población y lo logró tal como queda demostrado por el incremento sostenido de la recaudación de los tributos que ella ha tenido. Es preocupante sin embargo que una parte importante del monto global de la recaudación se componga de los ingresos no tributarios que representan la otra cara de los cobros judiciales que en muchos casos son leoninos, tal como lo ha reportado repetidas veces la prensa. A pesar de lo señalado, creo que esta experiencia de Andrade le habría servido para establecer una política de reforma tributaria que haga pagar a las empresas lo que es lo justo y no me parece que hubiera estado pasando la bolsita de mendigo como lo hizo el Primer Ministro hace poco.
Y si fulano de tal hubiera sido...
Extrapolando este sentimiento de ¿Si hubiera sido Presidente fulano de tal…? Me puse a pensar que habría pasado si otras personas hubieran asumido el gobierno durante los procesos electorales previos a las crisis vividas de fines de los ochenta y los noventa.
En primer lugar, en vez de Alan García habríamos tenido como Presidente al líder de Izquierda Unida, Alfonso Barrantes. A pesar de que diversos estudios han demostrado que existe el fenómeno de reversión en el voto para la segunda vuelta electoral (Pérez-Liñán 2002), este hombre, frente a la tensa situación que se vivió luego de la primera vuelta electoral por causa de las acciones del terrorismo (ya que ninguno de los dos candidatos había logrado la mayoría de votos), decidió no participar de la segunda vuelta electoral. Con esta decisión dejó el camino libre para que el Aprismo inaugurara un periodo de gobierno que superara los grandes problemas que aquejaban al país. Sin embargo, esto no fue así: el PBI per cápita pasó de S/. 4675,7 a S/. 4055,0 (en nuevos soles de 1994) y la inflación de 158.3 a 2775.3 anual. Por otra parte, el problema del terrorismo se trasladó desde las áreas rurales hacia las urbanas ocasionando un fuerte temor y desazón en la población. ¿Habrían sido distintos los resultados de un probable gobierno de Barrantes? Es probable que sí. Tuvo una gestión reconocida en la Alcaldía de Lima Metropolitana (creó el Programa Vaso de Leche en su fase experimental el cual tuvo resultados positivos que luego fueron desfigurados al masificarse) pero al igual que Andrade se topó con la premisa que no necesariamente el ser alcalde de la ciudad más importante del Perú te predispone a ser Presidente de la República.
En segundo lugar, en vez de Alberto Fujimori, habríamos tenido al primer presidente "de lujo" de los últimos treinta años: Mario Vargas Llosa, escritor de novelas (recientemente voceado para obtener el premio Nóbel de Literatura) y representante de la clase media liberal de los noventa que fue apoyado por la élite durante las elecciones de 1990; tuvo la desazón de ser derrotado políticamente por un ingeniero agrónomo –entonces desconocido- gracias a una efectiva campaña de desmantelamiento del poco honor que le quedaba a los políticos notables de aquella época. Parece ser que independientemente de quien fuera el que asumiera la Presidencia en 1990, el modelo neoliberal iba a ser implementado. La diferencia se encontraba en cuales habrían sido los indicadores macroeconómicos y macro sociales heredados por un eventual gobierno de Alfonso Barrantes para ejecutar las políticas del Consenso de Washington y en el ofrecimiento de MVLL de que se iba a implementar un programa de ajuste gradual en vez del shock económico que Fujimori finalmente ejecutó. Cada pueblo merece, los gobernantes que tiene. Eso es lo que parece decirnos la historia.
En tercer lugar, en vez del segundo gobierno de Alberto Fujimori habríamos tenido al segundo presidente "de lujo" de las tres últimas décadas: el Dr. Javier Pérez de Cuellar. Abogado y diplomático de renombre, dos veces Secretario General de las Naciones Unidas y quizá uno de los intelectuales de fama mundial que habría merecido el Premio Nóbel de la Paz por su contribución en la solución de los conflictos que se dieron durante su gestión. Este hombre, también fue aplastado por la maquinaria fujimorista, postergando opciones de desarrollo notables para nuestra sociedad. No dudo que este personaje habría apostado no sólo por los valores democráticos sino también por una profunda política a favor del incremento del capital humano de la mayoría de los peruanos que a la larga habría permitido a la sociedad integrarse en un equilibrio de alto nivel, haciendo contraste con el diagnóstico actual del Profesor Figueroa sobre la educación en nuestro país.
Finalmente, es probable que Alejandro Toledo hubiera tenido un competidor político más atractivo que los que tuvo en su época. El rechazo sistemático de la población hacia los líderes más notables hizo que estos últimos vieran poco atractivo seguir en la brega política así que solo tenía como competidor a un candidato autoritario. En palabras de economista diría que el mercado de ideas políticas se había malogrado y esto inhibió que los intelectuales compitieran en este mercado. Solo había lugar para la competencia entre personajes como Fujimori, que era mejor que cualquier otro político farandulero en ese momento. Esta puede haber sido la razón por la que la gente finalmente votó a favor de Alejandro Toledo permitiendo que ascienda al sillón presidencial: el era también un farandulero (en el mas correcto sentido de la palabra: el niño pobre y cholo de cabana que había estudiado en los Estados Unidos) con la diferencia que venía desde la academia (pues fue profesor de Finanzas y Contabilidad de la Escuela de Administración de Negocios). Con todo, si Toledo hubiera sido la mejor presidenciable y que hubiera asumido el mando luego de los gobiernos de Barrantes Lingán, Vargas Llosa y Pérez de Cuellar, él habría tenido un desafío más importante que sólo administrar el equilibrio de las cuentas macroeconómicas: elevar el nivel de bienestar social ya logrado por las anteriores administraciones.
En resumen, creo que habríamos tenido un mejor Perú si los personajes señalados hubieran sido presidentes. No obstante, como hemos visto, los grandes líderes de la sociedad fueron sistemáticamente rechazados por la población peruana por la incapacidad de ellos para conectar con sus necesidades y expectativas. No creo que la culpa haya sido de García o Fujimori. Creo que la semilla democrática sembrada en la Constitución de 1979 no tuvo las condiciones económicas y sociales suficientes para dar paso a la competencia política de los mejores. Siempre hemos tenido en competencia a un político de calidad y un político de tercera, y cual si fuera una reformulación de la famosa ley de Gresham diría: "el político de mala calidad siempre desplaza al de buena calidad". Esa es mi argumentación central pues, sumando a los gobiernos ya revisados, el segundo gobierno del Arquitecto Belaúnde Ferry, tenemos un abanico de presidentes con gestiones que dejan mucho que desear.
Ahora tenemos por partida doble al Dr. Alan García. Un poco más viejo, algo aristocrático, reciclado con las formas modernas, proclama ser un hombre responsable y maduro con el gobierno que la sociedad le ha encomendado. Aunque no es un intelectual reconocido, trabajó a los pies de uno de ellos así que, si las cosas las hace bien estos próximos años, es probable que proclame el 28 de julio de 2011 que la competencia política electoral puede ser nuevamente de los mejores. Como ya enseñara Maurice Duverger (1957: 451-452) es preciso reemplazar la fórmula "gobierno del pueblo por el pueblo", por ésta: "gobierno del pueblo por una élite salida del pueblo". Es mejor así. Don Valentín ya lo ha demostrado.
Bibliografía
- Pérez-Liñán, Aníbal (2002) "La reversión del resultado en la doble vuelta electoral: Una evaluación institucional del Balotaje". Department of Political Science -
- Duverger, Maurice (1957) "Los partidos politicos". México: Fondo de Cultura Económica.
La fotografía ha sido tomada del diario El Comercio de hoy día.
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