En su permanente campaña electoral, el presidente Alan García suelta cada semana un nuevo programa nacional de gran envergadura que acapara la agenda política nacional. A pocos días de iniciado su gobierno, empezó con el tema de la pena de muerte a los violadores de los niños. Luego vino el programa de agua para todos y a continuación el de la alfabetización de los quechuahablantes de la sierra. Siguió el tema de la defensa legal a los defensores de la patria en proceso judicial por la violación de los derechos humanos. Y la semana pasada fue lanzado el tema de la transformación educativa, partiendo de las evaluaciones a los maestros del SUTEP y a los alumnos. La novedad de esta semana fue el anuncio del programa nacional "Salud para Todos".
Una idea adicional que soporta la hipótesis del presidente candidato es el intervalo definido entre su asunción como presidente en Julio y la fecha de las próximas elecciones municipales este noviembre. Todas las banderillas lanzadas por Alan, con propósito definido o no, tenían por objetivo domar al toro cuasi-indomable de la prensa e impresionar las mentes de los ciudadanos con la idea de un presidente con autoridad, quizá buscando cierta reminiscencia de la figura que tanto rédito político le acarreó a Alberto Fujimori. El problema estriba sin embargo en que hoy por hoy, al menos en teoría, el Perú es el Estado, el Estado es el APRA, y el APRA es Alan García. No hay otro líder de importancia que pueda asumir su liderazgo, a no ser que Mulder cobre algo mas de ese no se qué de simpatía que le hace tanta falta...
Una segunda interpretación es la que concibe que el Dr. Alan García busca reivindicarse de su oscuro pasado. Hizo un gobierno desastroso entre 1985 y 1990. Hiperinflación, terrorismo desbordado, caos social, corrupción entre otros males fueron los titulares que le despidieron en 1990. Luego de una larga cura de silencio y la construcción de un nuevo producto electoral gracias a un reciclaje efectivo, como la opción pro pobre en un primer momento, y luego la opción pro democrática en un segundo momento, logró obtener la mayoría electoral que le dió el sillón presidencial. No obstante, cabe recordar que las preferencias electorales le favorecieron no necesariamente porque ellas fueran intrínsicamente pro-apristas sino mas bien porque estas eran anti-humalistas. Inmediatamente después de acceder al poder, la derecha política y opusiana le ofreció su apoyo total (incluyendo ciertos silencios non sanctos) a cambio de algunas concesiones de poder en el Ejecutivo y un protagonismo tutelar inoportuno en cuanta inauguración de obras públicas sucedan; en tanto que los militares, habiéndose ya asegurado su lugar para implementar su tutelaje (a través del vicepresidente Giampietri) han conseguido incrementar los costos de operación de las ONG para desalentar sus proyectos que buscan que el Estado o sus componentes armados rindan cuentas ante la sociedad por sus actos más oscuros durante la lucha contra el terrorismo.
Una tercera perspectiva es la que considera que Alan García realmente se ha estado preparando para convertirse en Presidente por segunda vez. Líder personalísimo de una democracia de pobres. Sustentador inequívoco de un sistema abiertamente inequitativo. Experimentado equilibrador entre sociedades tutelares y sociedades de ciudadanos incompletos. Con esas limitaciones de la realidad peruana, tiene la clara idea de donde llegar, cómo hacerlo, con que recursos, e incluso en cuánto tiempo. Promoviendo discursos vacíos, creando visiones de desarrollo fascinantes, callando voces disonantes, copando cargos públicos con carnets sin capital humano. En fin. No tengo inspiración para pensar bien de los supuestos programas del aprismo.
Creo que el mayor error de Alan (y quizá de varios de los apristas que le acompañan) es que cree que puede construir un Perú competitivo y socialmente responsable reforzando las formas inequitativas más tradicionales que han traído unicamente atraso y pobreza en nuestro país. Es probable que más de una perspectiva de las anteriormente descritas sean ciertas, juega a una de ellas en determinados espacios y hace de las tres u otras más en otros. Alan es un multiverso político personalizado que puede generar una crisis incomensurable para el Perú a menos que se le haga pisar tierra. Existirá forma de hacerle cambiar de idea y tomar decisiones concretas a favor del desarrollo? Quizá Hildebrant haya contribuido con dar en el blanco en las partes más débiles del búfalo. Alguno que otro periodista de los medios de información conservadores parecen comenzar a distanciarse de él, con lo que eventualmente le vendrá el ansia por mantener sus posiciones de poder, cuando estos proclamen la derrota del APRA luego de los resultados de las elecciones de noviembre. Qué dirá en las entrevistas que le haga la prensa internacional? la local?
Mi punto final, es que Alan, esta igual que al inicio de 1985: quiere impresionar con bombos y fuegos artificiales... pero detrás de eso no hay nada concreto a favor del desarrollo de las mayorías de nuestro país sino más bien a favor de ciertas inequidades armónicas persistentes en el. La población debe seguir conviviendo con estas formas antidemocráticas soft (en oposición a Fujimori que lo vería como un antidemocrático hard) y embriagarse con cada demostración de sus dotes oratorias aunque no tenga capacidad de procesar lo que ellas significan porque no está adecuadamente educada (será real el relanzamiento universitario recientemente anunciado?). Sólo algunos, no se si por suerte o por el azar o por la providencia, al mirar hacia atrás desde el futuro 2016 no nos parecerá extraño explicarnos porqué el pais sigue igual, o casi igual que cuando escribimos estas líneas.
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