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jueves, noviembre 02, 2006

Empleo de calidad debe ser la base de la riqueza del Perú

La famosa cita atribuída al sabio italiano Antonio Raimondi ("El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro") me vino a la mente al revisar un estudio recientemente comentado por el diario norteamericano The New York Times, el cual aborda la famosa pregunta de la economía política: cuál es la base de la riqueza de una nación? Será los recursos mineros?, nuestra diversidad cultural?, o nuestra diversidad de microclimas? Estos son conceptos pre capitalistas de la riqueza de una nación. En la actualidad, según señala el artículo, los economistas y políticos responderían señalando que la riqueza de una nación se fundamenta en la implementación de un conjunto de buenas políticas y la calidad de las instituciones de ese país. No obstante, de acuerdo con el Profesor Gregory Clark, de la Universidad de California, identifica que la calidad de trabajo es un factor fundamental que explica el dinamismo del crecimiento económico. El que existan trabajos de mala calidad desalienta la inversión y por lo tanto se pereniza el problema de la pobreza para futuras generaciones. Bajo este entorno, las instituciones que promueven un mayor nivel de crecimiento económico nunca se desarrollarán.


Según este punto de vista, cualquier ayuda financiera o asistencia técnica para implementar programas o políticas no tendrán resultados positivos a menos que se promueva el incremento de la calidad del trabajo del país que se trate. Ambos factores, serán unicamente remedios para calmar los síntomas pero nunca resolverán las causas del subdesarrollo o la pobreza. Y la explicación es bastante sencilla. Lo malo de la ayuda extranjera, según Clark, es que esta promueve la llamada "trampa malthusiana", aquella situación en la que las ganancias logradas en los niveles de vida (reducción de la mortalidad, saneamiento, etc.) son diluidas por un incremento imprevisto de la población.

Un fenómeno así por ejemplo, se ha detectado en el caso del Programa Juntos recientemente implementado en nuestro país: a fin de no perder el registro como beneficiarias del programa, algunas madres se están embarazando lo que les asegurará seguir recibiendo los 100 soles mensuales que les correspondería según los requisitos de Juntos. Lo único que tienen que seguir haciendo es asegurar que sus hijos vayan a la escuela y se atiendan en las postas médicas como requiere el programa. Esto implica que no necesariamente se cuestiona a la ayuda o cooperación al desarrollo por presentar indicios de corrupción, sino mas bien por su inefectividad para resolver el problema del desarrollo por los incentivos que ella propone a la población beneficiaria (no buscar trabajo) y al gobierno que recibe esos recursos (no promover la calidad del mercado de trabajo).


En el Perú, la promoción de un mercado de trabajo altamente competitivo se ha traducido en como reducir los costos remunerativos (básicamente los llamados costos no salariales) antes que en incrementar los niveles de productividad de los mismos con la consiguiente elevación de su remuneración, es decir de su calidad en general. Esta situación es consecuente con lo que he llamado "la quimera del desarrollo en el Perú" puesto que se está promoviendo el desarrollo de la población en base al concepto de pobreza en vez de fundamentarlo en el concepto del trabajo de calidad. La "dádiva para los pobres" en vez del "trabajo de calidad" no generará la riqueza que tanto necesita nuestra población para ser un país competitivo. Es curioso que Alan, ayer haya reafirmado tal objetivo y sin embargo las acciones que está implementando se basan en el concepto de la dádiva y no de la promoción del trabajo digno o de calidad.


Ayer en la noche escuché la entrevista que le hiciera Jaime de Althaus a Susana Pinilla, actual Ministra de Trabajo, en la hora N, donde este periodista le cuestionaba acerca de la Ley General del Trabajo, y le increpaba acerca de los elevados costos no salariales que muestra nuestra economía en el ranking mundial lo que nos ponía casi igual que los países africanos más pobres del planeta (según el reciente informe Doing business 2006 del Banco Mundial). La Ministra replicó llevando el tema hacia la comparación con países como Chile donde los trabajadores perciben mejores salarios que en el nuestro. Eso sin embargo no contradecía al periodista. Así que revisé la fuente directamente aquí y descubrí lo siguiente (en lo referente al empleo):


Este documento se prepara a partir de una encuesta distribuida a una muestra de empresas locales legales para indagar sobre tres cuestiones fundamentales: contrato, despido y regulación de las horas de trabajo de estas empresas. Se recoje también información de la legislación pertinente con la que se completa el análisis de dicho estudio. No obstante, para poder realizar las comparaciones con el resto de países donde se ha implementado la encuesta se realizan algunas suposiciones importantes para hacer las interpretaciones correctas y consecuentemente implementar políticas acordes con ella:

Respecto al trabajador, los supuestos son:
  • Es un empleado de sexo masculino de tiempo completo sin puesto ejecutivo que ha trabajado en la misma compañía por 20 años.
  • Percibe un salario más beneficios equivalentes al salario promedio del país durante todo el período de su empleo.
  • Es un ciudadano legal con esposa y 2 hijos. La familia reside en la ciudad más populosa del país.
  • No es miembro del sindicato de trabajadores, a menos que la afiliación sea obligatoria.
Respecto de la empresa, los supuestos son:
  • Es una compañía de responsabilidad limitada.
  • Opera en la ciudad más populosa del país.
  • Es de propiedad nacional 100%.
  • Opera en el sector manufacturero.
  • Tiene 201 empleados.
  • Se atiene a todas las leyes y regulaciones pero no otorga a los trabajadores más beneficios que los obligatorios por ley.
  • Está sujeta a los acuerdos colectivos de trabajo en los países en que dichos acuerdos cubren más de la mitad del sector manufacturero.
Tomando en perspectiva estas condiciones, podemos ver que el estudio es abiertamente sesgado, es decir para quien no se tomó el trabajo de revisar la metodología del estudio y hacer afirmaciones periodísticas irresponsablemente. El estudio parece tener más una perspectiva de hacer recomendaciones de negocios coherente para empresarios tanto locales como globales o en todo caso para ejercer presión sobre los gobiernos nacionales para implementar políticas que faciliten realizar negocios con condiciones laborales mínimas, tomando en cuenta varias desigualdades por definición: no toma en cuenta a la mujer, no toma en cuenta a los jóvenes, no toma en cuenta a los que perciben salarios alrededor del salario mínimo, no toma en cuenta a los solteros o convivientes, no toma en cuenta al resto de ciudades más importantes del país (en nuestro caso pueden ser Arequipa, Trujillo, Chiclayo, etc.), ni tampoco a los sindicalizados, un derecho fundamental consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Criticando los supuestos por el lado de la empresa, está claro que en nuestro país la gran empresa (que comprendería la categoría escogida para el estudio del BM) no ha sido la principal generadora de empleos en nuestro país. Las cifras relativas al peso de la economía informal son abrumadoras y las presenta el mismo estudio: casi el 60% de la economía es informal, en tanto que el ingreso per cápita anual es 2.61 dólares. A pesar de estos datos, estamos incluso mejor que países europeos como por ejemplo: España. Entonces me pregunto: por qué si España está en peores condiciones laborales según el ranking presentado por el estudio del Banco Mundial es que los peruanos pugnan como uno de sus principales destinos migratorios? la respuesta se encuentra en las cifras contrastantes respecto a Perú: apenas el 22.6% es el peso de la economía informal en la así llamada madre patria y su ingreso percápita anual es 10 veces más alto. Es decir, su calidad de empleo es marcadamente superior al nuestro.

Concluyo entonces que es necesario cambiar la apuesta por el desarrollo sustentada en proveer paliativos para la pobreza hacia una estrategia que promueva el empleo de calidad. Ojalá que el nuevo marco regulatorio permita hacerlo en conjunción con las políticas implementadas por otras instancias en el Ejecutivo. Que el trabajo de calidad, es decir, altamente productivo, con sistemas de mejoramiento o de oportunidades para incrementar el capital humano para las grandes masas, con correspondientes incrementos en la remuneración sean la base de la riqueza del Perú.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno acerca del empleo de calidad , el pensar en mejorar las remuneraciones y mejorar la calidad del trabajo no la da el estado , el empleo de calidad las dan las empresas de calidad, con suficiente capacidad para poder ofrecerla, no digamos o mejor dicho diga de empleo de calidad aumentando remuneraciones, eso sòlo incrementa el gasto del estado, con referencia a la gente que trabaja para el estado, ya que si se refiere a exigir a las empresas sòlo hara que no se emplee màs gente.

Para pedir empleo de calidad y buenas remuneraciones se necesita buenas empresas de calidad, porque pedir al estado que de empleo es crear màs estado empresarial y ya vimos como el estado no crea empleos para el beneficio del pueblo, sino de grupos economicos o personas relacionadas con amigos del ambito politico.

La base para la riqueza del perù no es un empleo de calidad ni tamoco una elevada y muy buena remuneraciòn para la burocracia publica, la base para la riqueza del perù se encuentra en la libertad de la gente para poder crear su propia riqueza, y me refiero a aquellas empresas que tienen el capital para poder dar empleos de calidad; el exigir mejores empleos de calidad a las empresas solò hara que hayan màs despidos para poder hacer que den mejor empleo de calidad.