Nota: EU15: Austria, Belgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, Portugal, España, Suiza y Reino Unido. EU19: EU15 más República Checa, Hungría, Polonia y República Eslovaka.
Fuente: Europa (OCDE) y América Latina y El Caribe (CEPAL).
El Estado fiscal, nunca tuvo oportunidad de nacer en América Latina. Y por ello su desarrollo siempre ha sido postergado. Y en aquellos países donde intentó asomar la cabeza lo ha hecho a costa de la desigualdad y la exclusión más angustiante que hay sobre el planeta, fundamentalmente por la injerencia del capital extranjero en las industrias extractivas abundantes en la región. Por ello, la apuesta de implementar una red de justicia tributaria en América Latina, utilizando como escenario de surgimiento el reciente FSM(1), me ha parecido una experiencia sin precedentes por la oportunidad que se abre para la región: La de sensibilizar a la ciudadanía que no hay democracia ni desarrollo si no nace un Estado fiscal. Que no hay Estado fiscal sin una reforma profunda del actual sistema tributario que permita gravar a los que más tienen, para promover modelos de industrialización pos modernos, redistribuyendo recursos hacia bienes públicos de alta calidad que permitan hacer rentable a la sociedad en su conjunto.
Los desafíos para esta propuesta sin embargo, parecen ser muchos y monstruosos. Sólo señalaré dos. El primero, se ubica en la extrema desconfianza que siente la ciudadanía por el sistema democrático vigente al observar el elevado nivel de corrupción instalado en el corazón de los Estados latinoamericanos. ¿Cómo superarla? Una mayor participación y transparencia sólo serán posibles si el Estado fiscal emerge. Cuando la carga fiscal sea mayor, la población y sobre todo los empresarios exigirán al Estado rendir cuentas sobre ella. El segundo desafío tiene que ver con la profundización de la crisis sistémica internacional. Este fenómeno aparece como una excelente oportunidad para que las IFIs pretendan resucitar del polvo. Sin embargo, esta debe ser la oportunidad esperada por América Latina para implementar formas innovadoras de cooperación sur-sur como parte de su respuesta coherente a la crisis.
En suma, creo que el FSM de Belem ha cumplido su rol con mucho éxito, aunque su estrella haya sido velado por buena parte de los medios de comunicación internacionales. Y así debiera ser. La semilla es poco atractiva al caer en campo fértil. Pero luego, rinde mucho fruto.
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