En enero del 2008, el BCRP publicó un estudio que calculaba la probabilidad de que el Perú se convierta en el nuevo milagro económico de la región en los próximos diez años. El texto rezaba así:
“El modelo [econométrico] de elección ordenada empleado para tal fin arroja una probabilidad de 93 por ciento de que la economía peruana pueda constituirse en un milagro económico durante los próximos 10 años en tanto la probabilidad de que se constituya en un desastre es prácticamente nula. […] En el ámbito latinoamericano, el Perú se muestra conjuntamente con México y Chile como uno de los países con las mejores probabilidades para obtener un rendimiento económico sobresaliente durante los próximos 10 años. Dada esta perspectiva, puede resultar aventurado pero también oportuno bautizar al Perú como el nuevo tigre sudamericano o andino en referencia al notable proceso de crecimiento que nuestro país estaría próximo a experimentar.” (Chirinos, 2008: 18)
En septiembre del mismo año, el grupo Apoyo añadió en su reporte anual “El poder en el Perú” lo siguiente:
“Con las posibilidades de que el país constituya un “milagro económico” en 10 años –es decir, antes del bicentenario de la Independencia- situadas en 93 por ciento de acuerdo con un reciente estudio del BCR… el poderío que el país gestaría internamente tendrá impacto en su posición en el tablero regional, en buena medida, según la imagen que los mercados mundiales le sigan otorgando”. (APOYO, 2008: 26)
El martes de esta semana, el INEI reportó una nueva caída de la economía peruana con -1.38% correspondiente para el mes de julio del presente año. Esto nos lleva a considerar que según las estadísticas más optimistas el país cerrará el 2009 con un crecimiento de 0% o 1%.
Queda claro que el milagro se esfumó. Justo unos días antes que entremos al mes de los temblores donde miles de fieles, microempresarios y poderosos se darán cita en las calles al pie de la imagen del Señor de los Milagros, buscando tal vez un milagro personal antes que colectivo. Aunque en verdad, sólo los más avisados ya habrán resuelto sus preocupaciones para el próximo año en el Congreso cuando aprueben su participación en el goce del presupuesto público del 2010.
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