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lunes, mayo 16, 2011

Precisiones sobre el problema del empleo, la pobreza y el crecimiento

El siguiente artículo del diario El Comercio aparecido ayer (ver aquí) recoge un comentario mío realizado telefónicamente el último sábado por la tarde. Quiero señalar que en este artículo, mi opinión no aparece con claridad.

De acuerdo con el artículo, yo aparezco sosteniendo lo siguiente (resaltado mío):

"Como ya lo dejó en claro el ex ministro de Economía Luis Carranza, la única forma para sacar a una persona de la pobreza es con la generación de empleo y un aumento progresivo en el ingreso de las familias. Para apuntalar esta teoría, Raúl Mauro, investigador de Desco, incide en que la reducción de la pobreza de los últimos años (de 48,7% en el 2005 a 34,8% en el 2009) no se debió a un aumento en los programas sociales, sino al hecho de que miles de familias elevaron su nivel de vida y hubo más oportunidades de empleo por el crecimiento económico sostenido."

En efecto, la teoría con la que yo estoy de acuerdo es que la única manera de reducir la pobreza de manera sostenida es mejorando las oportunidades del empleo de calidad brindadas por un crecimiento económico sostenido. El rol redistributivo del Estado es coadyuvante en este proceso, lo cual quiere decir que las políticas sociales no son accesorias. Diversos conceptos novedosos introducidos por el Banco Mundial o el BID tratan de describir estas ideas al llamar al crecimiento económico pro-pobre o crecimiento económico de "amplia base". Por el momento prefiero no detenerme en la discusión de estos conceptos para abordar el tema de la imprecisión que quiero discutir.

El problema del actual estilo de crecimiento económico es que para que las familias hayan podido mejorar su nivel de vida, por encima de la línea de pobreza, han tenido que incrementar su oferta de horas de trabajo, de un lado; y del otro, han incrementado la participación de los miembros de familia en el mercado de trabajo. Este doble fenómeno ha ocurrido fundamentalmente en el mercado del sector informal. Ello implica que el proceso de reducción de la pobreza se ha dado en un contexto de un crecimiento nulo o muy imperceptible de las remuneraciones medias. De aquí se concluye que la reducción de la pobreza se ha dado a pesar que las oportunidades de empleo de calidad han sido prácticamente nulas y a pesar que el Estado ha renunciado a destinar un mayor presupuesto para el sector social (básicamente, educación, salud, trabajo y justicia). En realidad, el Estado se ha limitado a proveer políticas sociales asistencialistas, los cuales, no coadyuvan en reducir la pobreza de manera costo-efectiva.

Las evidencias sobre los fenómenos que acabo de describir se encuentran expuestas en un post que publiqué en el 2008 (ver aquí) cuando comenté la paradoja de la reducción de la pobreza en el Perú que se condice con la tesis de Hernando de Soto: la reducción de la pobreza de los últimos años se ha dado gracias al dinamismo del sector informal! Pero se ha hecho a costa de un aumento de la oferta de horas de trabajo y de la mayor participación laboral de los miembros de las familias peruanas. Es decir, con un deterioro generalizado de la calidad del empleo.

No por gusto resulta importante destacar que ambos candidatos parecen coincidir en las propuestas relativas al problema del empleo, de cara a la segunda vuelta electoral.

En el caso de la actual candidata del Fujimorismo, esto resulta aun más notable, pues su campaña se ha dirigido a alimentar las esperanzas de soluciones concretas para el problema cotidiano del empleo, en abierto contraste con la muy distante y casi impersonal problemática de la corrupción y la democracia que sigue abordando Ollanta Humala. En efecto, la creación de la Superintencia del Trabajo apunta a la idea de que se va a buscar qué hacer respetar los derechos de los trabajadores. Paradójicamente, la mayor parte de estos derechos fueron arrasados durante el primer gobierno del Fujimorismo, y por otro lado, su propuesta implicaría el incremento de la burocracia pues se deja de lado al ya minimizado Ministerio de Trabajo. Por su parte, la propuesta del programa Mi Primera Chamba aborda frontalmente el grave problema en que se ha convertido el desempleo de la juventud. Como la mayoría de los economistas sabe, el desempleo juvenil siempre ha sido alto, sobre todo durante los primeros tres meses del año ya que los jóvenes terminan sus clases y salen despavoridos en busca de una oportunidad de empleo. No obstante, desde el 2006, osea desde que comenzó el segundo gobierno aprista, esta cifra está aumentando rápidamente para el caso de Lima Metropolitana pasando de 15.7% a 18.2% (comparando 1er trimestre de cada año), a pesar que el crecimiento económico sigue con viento en popa durante los mismos meses.

En el caso de Ollanta, según la hoja de ruta, se incide en el problema de la calidad al proponer como solución el funcionamiento del Consejo Nacional de Trabajo. Es decir, mejorar la institucionalidad, lo que implica pues establecer una mesa de trabajo y negociación donde el Ministerio de Trabajo juegue un rol más activo antes que el pobre y pasivo que cumple en la actualidad, entre las partes interesadas, el empresario y el trabajador. Del mismo modo, la fiscalización del respeto de los derechos laborales implica el fortalecimiento del rol fiscalizador del Ministerio de Trabajo, una función a la que ha renunciado sistemáticamente, haciendo pues que el empleo sea simplemente un insumo de producción y no un medio para crear riqueza y bienestar.

En conclusión, el problema de la precariedad del empleo generado en los últimos años nos habla de un crecimiento económico vigoroso pero poco saludable en términos sociales porque no crea un bienestar duradero por medio del empleo. Este estilo de crecimiento económico no genera mayores oportunidades de empleo de calidad para las grandes mayorías. Esto es algo que ha sido señalado por diversos economistas del medio, y también extranjeros, independientemente de su tendencia política. A pesar de ello, el gobierno actual enfatiza la importancia de que la pobreza monetaria se ha reducido, pero ello no quiere decir que no se siga sufriendo de pobreza. ¿Por qué? Porque los derechos laborales, civiles, de género, entre otros más igualmente importantes, han sido violentados sistemáticamente haciendo que la sociedad permanezca sumida en la pobreza aunque monetariamente así no lo parezca. 

Aquí entonces viene la importante pregunta de cuál es la candidatura que según mi opinión abona en la eliminación de la pobreza en estas dimensiones. Creo que la propuesta de Gana Perú es la que busca reducir esta pobreza en el ejercicio de los derechos fundamentales de los peruanos y peruanas. Esto permitiría que la ganancia obtenida en términos monetarios se consolide y se permita un incremento generalizado del bienestar para la población más allá del mínimamente exigido por los actuales defensores del modelo de crecimiento sin desarrollo. Pero desafortunadamente, en mi opinión, la población se encuentra tan concentrada en la sobrevivencia del dia a dia (y vive bombardeada de los mensajes provistos por los medios de manera tan elocuente e interesada) que poco o nada le importa la mejora de la institucionalidad democrática. A ello juega Keiko, y definitivamente, esto le está funcionando para el público objetivo que reside en Lima.

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