Los economistas tenemos una insaciable necesidad de explicarlo todo con las herramientas fundamentales de la microeconomía. Y esto significa literalmente todo: la empresa, el consumidor, el empleo, la educación, el matrimonio, la religión, el crimen y… el terrorismo. Un reciente estudio titulado “Attack Assignments in Terror Organizations and the Productivity of Suicide Bombers” (algo así como Asignación de ataques en organizaciones terroristas y la productividad de los hombres bomba suicidas) perteneciente a un par de economistas de la universidad de Harvard y la RAND Corporation, Efraim Benmelech y Claude Berrebi respectivamente, aborda el problema de la relación entre capital humano y la productividad de los terroristas. Solo que el término productividad ha tenido que ser redefinido para los objetivos de dicha investigación: la productividad de un terrorista es medida por su habilidad de matar masivamente.
A partir de información recogida de hombres bomba suicidas palestinos en Israel entre el 2000 y el 2005, estos investigadores encontraron que al igual que cualquier otro trabajador empleado en una rama de actividad económica convencional, la experiencia y la educación incrementan la productividad del terrorista. El perfil de los suicidas exitosos, es decir aquellos que tienen una menor probabilidad de ser atrapados en sus misiones y que a la vez tienen una mayor probabilidad de matar a la mayor cantidad de gente, son jóvenes que se encuentran por encima de los 26 años y mas del 60% de ellos cuentan con estudios universitarios completos. En contraste, los hombres bomba típicos (es decir aquellos que no son muy exitosos para matar) cuentan en promedio con 21 años y apenas un 18% de ellos tienen algún grado universitario.
¿Existe evidencia a favor de la hipótesis de Benmelech y Berrebi en el caso peruano? El informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) es probablemente una de las pocas fuentes de información que proporcione datos estadísticos desagregados de los terroristas que promovieron activamente la violencia política vivida en el Perú a partir de los años ochenta y culminado durante el gobierno de Alberto Fujimori. Esta es la única fuente de datos que he revisado por el momento.
Una primera complicación para la comparación aparece a la hora de revisar los datos provistos por el informe: en primer lugar, se destacan hasta tres tipos de asesinos distintos que alimentaron la violencia en ese periodo: Sendero Luminoso (SL), agentes del Estado y otros (rondas campesinas, comités de autodefensa, grupos paramilitares, el MRTA, entre otros no identificados). Así que en principio resulta difícil buscar un nivel de productividad, en el sentido de Benmelech y Berrebi, atribuible a un grupo asesino sin intentar comparar con otro. Una segunda dificultad a enfatizar es el tema de que estos asesinos no tenían vocación suicida en sus atentados perpetrados como si lo tienen los asesinos palestinos o los históricos kamikaze japoneses de la Segunda Guerra Mundial. Por esta razón tampoco se podría hablar de éxito o fracaso en sus misiones asignadas en el sentido del estudio comentado. Finalmente, es preciso indicar que el informe de la CVR enfocó fundamentalmente en describir el perfil de las victimas de la violencia. Apenas existe el cuadro 1 ubicado en la página 375 del informe que da cuenta de algunas variables demográficas de 700 detenidos que pertenecieron a SL y otros 121 miembros detenidos del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) quienes brindaron su testimonio a la CVR. De haber profundizado en este análisis se habria diseñado una política no solo de reparación de las víctimas de la violencia sino también una política que inhiba las tendencias extremistas de nueva violencia en nuestra soceidad.
Todas estas observaciones apuntan a considerar que no es posible evaluar la productividad tal como lo definen Benmelech y Berrebi pues se presume que todos los terroristas que brindaron su testimonio a la CVR fracasaron en su carrera como terroristas al ser atrapados por las fuerzas del orden. No obstante, siendo que el grupo terrorista de SL ocasionó el mayor número de muertos (46% de los 69,280 estimados en total por el informe) podemos hacer las siguientes apreciaciones tomando en cuenta los porcentajes mas importantes de cada categoría de análisis del cuadro señalado:
- El 81.71% era hombre.
- El 52.33% tenia entre 30 y 39 años de edad.
- El 50.63% tenia educación superior (incompleta o completa)
- El 51.33% estaba casado.
- El 70.85% tenia como lengua materna el castellano.
- El 22.08% estaba estudiando en la universidad o en un instituto superior
- El 19.40% eran campesinos.
- El 30.94% nació en Lima o Callao.
- El 58.42% residía en el área urbana.
- El 54.96% fue detenido cuando tenia entre 20 y 29 años edad.
- El 65.21% fue detenido entre 1991 y 1995.
Si evaluamos tomando en cuenta al conjunto de ambos grupos terroristas los porcentajes no varían significativamente puesto que el grupo perteneciente al MRTA es pequeño en comparación al de SL.
En conclusión
Puede apreciarse con claridad que a pesar que no podemos esbozar un análisis del impacto del capital humano (educación mas experiencia) en la capacidad de matar masivamente de los terroristas de manufactura nacional, de la muestra de terroristas detenidos por las fuerzas del orden podemos apreciar que existe cierta evidencia a favor de tal hipótesis. Ello explica la profunda reforma política que implementó el gobierno de Fujimori en las universidades al intervenirlas con los militares (y algunas academias también) para apresar a los lideres terroristas, fundamentalmente en las estatales, donde buena parte de los estudiantes eran relativamente mayores como para sospechar que hacían otras actividades muy distintas que solo estudiar.
Esta política sin embargo, en mi opinión, tuvo un efecto secundario indeseable: esterilizó a toda una generación de estudiantes de educación superior de ejercer la buena política lo que posibilitaba a Fujimori cierto base para establecer y sostener indefinidamente su particular estilo de entender la democracia.
Con todo, esta claro que las ganancias privadas y sociales de dicha política han sido más que suficientes para posibilitar que las nuevas generaciones aprendan las buenas artes de hacer política (minizando el efecto demostración de la corrupción) para promover el desarrollo nacional.
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- La foto mostrando a Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre, máximos líderes de SL, ha sido tomada de la web de Caretas. El primero estudió derecho y filosofía en la Universidad Nacional de San Agustín, mientras que la segunda era profesora de educacion inicial de la Escuela Nacional de Educación. Cuando fueron capturados, ambos tenían mas de 40 años de edad.
1 comentario:
Con razón nadie ha escrito comentario alguno. El tema me parece sugerente y novedoso, pero el tratamiento que haces del mismo, no el enfoque, está plagado de adjetivos innecesarios.
Feliciano Guzmán
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