¿Es este fenómeno exclusivo de la Universidad Nacional de Ingeniería? Sorprendentemente, no lo es. Si revisamos las estadísticas de postulaciones e ingresos efectivos para cada una de las universidades de nuestro sistema educativo superior veremos que este fenómeno es generalizado en los últimos quince años. La Pontificia Universidad Católica del Perú, rankeada como la número uno en el sistema educativo universitario nacional (5 a nivel del Pacto Andino, 34 a nivel de America Latina y 1511 a nivel mundial segun el siguiente website), ha pasado de una demanda de 6.2:1 a 3.4 entre 1991 y 2004. En el mismo periodo, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (la mejor universidad publica peruana segun el website indicado) se mantuvo aparentemente estable en 9:1 pero lo cierto es que alcanzó un máximo de 12.4:1 en 1995. Tomando en cuenta que según algunas investigaciones se estima que alrededor de 321 mil jóvenes terminaron la educación secundaria el 2002 (Chacaltana 2004:4), la siguiente pregunta no se hizo esperar:
¿Qué opciones están tomando los jóvenes si ya no les interesa tanto competir por obtener la educación universitaria? A continuación planteo algunas hipótesis para entender que puede estar sucediendo.
En primer lugar, tomando en cuenta que repetidamente año tras año los jóvenes fracasan en ingresar a la universidad, estos pueden estar inhibiendo a las potenciales nuevas generaciones de postulantes al comunicarles las difíciles barreras de entrada a la oferta de servicios educativos que ofrece en conjunto el Estado y la iniciativa privada. Esta hipótesis se mantiene vigente aun si consideramos la ola de nuevas universidades públicas o privadas creadas desde 1985 que en conjunto no aportan un número significativo de vacantes que pudieran explicar la sustitución de estas a la falta de cobertura de las universidades más importantes.
Segundo, existe la posibilidad de que la educación secundaria sea de tan mala calidad (o al menos siga siendo tan igualmente mala que hace unos cuantos años) que, bien sea por percepción de los padres o por los propios jóvenes, la probabilidad de ingresar se estima muy pequeña para la (¿todavía?) elevada calidad de los exámenes de ingreso a las universidades mejor rankeadas. Esto es explicable si consideramos los elevados costos “de nivelación educativa” (provistos por las academias de preparación preuniversitaria) que deben financiarse los jóvenes una vez que han acabado su educación básica. Los que no pueden costearlo, terminan por desalentarse de postular a la universidad.
Tercero (que es la hipótesis que veo mas consistente), ante la provisión masiva de información acerca del elevado número de profesionales trabajando en empleos de baja productividad (tómese en cuenta el caso de los taxistas profesionales) es probable que la sociedad comparta la idea de la baja rentabilidad de invertir en estudios de nivel superior. Ello explica la sustitucion del concepto de éxito profesional que tienen algunos padres o tutores acerca de sus hijos por el de éxito migrante a un pais desarrollado refiriéndose al hecho cada vez mas generalizado de aquellos jovenes que logran emigrar a Estados Unidos, Europa o Asia para conseguir trabajo, a pesar que lo hagan como ciudadanos ilegales. Es preferible invertir los 10 mil o 15 mil dólares en los costos de migración de un joven recién egresado de la educación básica para ubicarse en un empleo “bien pagado” en el extranjero (y que potencialmente podría enviar remesas en compensación), que invertirlos en una larga carrera de cinco años que tenga pocas probabilidades de recuperación del capital.
Paralelamente, creo considerable anotar la experiencia de muchos de los profesionales que migraron a otros países que terminan trabajando en empleos para los que virtualmente estarían sobrecalificados (con la notable diferencia que su rentabilidad es altísima respecto de nuestro país). Ello habría transmitido la información a las nuevas generaciones de emigrantes que no es preciso realizar estudios superiores para migrar. Basta con estudiar el idioma del país de destino preferido para ubicarse en cualquier empleo disponible (generalmente los de baja productividad) para ciudadanos ilegales. Desde este punto de vista, es probable que la llamada “fuga de cerebros” haya sido sobrevaluada.
Cuarto y último, quiero considerar la decisión racional de los jóvenes que pertenecen a las clases sociales mas bajas, es decir los pobres, de ingresar al mercado “cuanto antes” ante la constatación de que estudiar la educación superior en una universidad pública no es una inversión rentable –a pesar de la subvención– y que emigrar es una opción no disponible para ellos. Para esta cohorte de jóvenes, es preferible incursionar en el mercado en el menor tiempo posible después de haber completado la educación básica a través de la microempresa que es la que no exige muchos requisitos educacionales sino mas bien un cierto manejo de aptitudes básicas para el comercio o la provisión de algunos servicios no profesionales. Esta es una solución eficiente desde el punto de vista social y económico de corto plazo porque reduce las posibilidades de incrementar la pobreza extrema al menos en áreas urbanas. Sin embargo, desde el punto de vista del desarrollo económico en el largo plazo, los jóvenes que ingresan en este mercado son los que consolidan la base competitiva de nuestra economía en el nivel que le corresponde, es decir, de aquel 98% de empresas que según el propio Hernando de Soto no se beneficiarían de los TLC, de los que en esta era postmoderna de la información y alta especialización quedarán al margen, de los que no tienen visos de incrementar cualitativa y cuantitativamente su nivel de productividad en base a la educación especializada.
En resumen, la disminución del ratio postulantes/ingresantes obedece principalmente a una disminución del número de postulantes ante la percepción generalizada que la educación superior no constituye un factor de cambio significativo de los niveles de vida de la mayoría de los jóvenes. El aumento de la oferta educativa si bien ha sido importante desde 1985 esta ha sido insuficiente para la presión de jóvenes que egresan de la educación básica cada año. Por lo tanto, otras opciones aparecen como mas viables: i) La microempresa no exige demasiado de los jóvenes pobres para insertarse en ella; ii) la migración no precisa invertir en educación superior para el tipo de empleos que se podrán acceder en los mercados laborales remotos; iii) los institutos de computacion, enfermeria, asistentes tecnicos en general pueden aparecer como una opcion mas rentable y de mayor calidad que los servicios educativos ofrecidos por la universidad a un menor costo tanto monetarios como en tiempo. Este tema sin embargo no deja de tener su lado negativo pues el mercado se esta saturando con este tipo de empleos que en el largo plazo redundarán en una menor remuneración de la mano de obra frente al mercado.
Una nota final respecto a los que finalmente terminan estudiando en la universidad. Si la competencia global por las vacantes universitarias continua mostrando esta tendencia decreciente es probable que los que están estudiando actualmente no son necesariamente los más aptos o capaces sino más bien los que cuentan con los recursos suficientes para costear no solo el gasto monetario que se incurre en estudiar sino también el costo de oportunidad de trabajar en el mercado. Esta es una solución ineficiente desde el punto de vista competitivo para la sociedad.
Si la tendencia mostrada en este artículo persiste es probable que en un futuro muy próximo el sistema de educación superior colapse. Gran parte de los recursos propios generados por las universidades públicas provienen de los exámenes de admisión. Para el caso de las universidades privadas, también lo es, pero en el caso de ellas sus ingresos estan mas diversificados. Preveo mas bien que el problema tenga un matiz especial en el sentido denunciado en el párrafo anterior: los que ingresan a estudiar no necesariamente son los mas aptos o capaces. Puede explicarse un poco esta idea si tomamos en cuenta la bajísima tasa de titulacion por tesis que tienen las universidades. Hablo en plural, tanto las universidades publicas como privadas no estan produciendo profesionales que aporten al mercado ni a la ciencia. Un verdadero desperdicio de recursos desde cualquier punto de vista.
Bibliografía
- Rodríguez Cuba, Javier. (1995) "De profesional a taxista. El mercado laboral de técnicos y profesionales en los 90." ADEC-ATC Asociación Laboral para el Desarrollo y el Departamento de Economía de la Universidad Católica del Perú.
- Chacaltana, Juan (2004) "La inserción laboral de los jóvenes del Perú. Una revision de los datos, estudios y experiencias de promocion". Informe final. Proyecto Regional Integracion de Jovenes al Mercado Laboral. CEPAL-GTZ.
2 comentarios:
Muy interesante el articulo, pero creo que debe hacer una pequeña aclaracion; la calificacion que recibe la Universidad Catolica (y todas las universidades que figuran en el ranking) no es una calificacion basada en la calidad de la enseñanza, infraestructura, etc (bueno fuera); sino una calificacion basada en la calidad de su pagina web, del acceso de los alumnos a los contenidos y de los servicios que presta la universidad a su alumnado.
Al inicio de la web queda todo claro
"Los indicadores Web muestran el compromiso de las respectivas instituciones con la publicación de conocimiento de forma generosa y universal en la Web"
LAS TILDES FUERON OMITIDAS
seguira asi como dices mientras exista gente que piensa como tu, la capacidad es lo primero y ese numero de postulantes no ayuda en nada, y es por esa manera de pensar como tienes .......
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