“…se compromete la eficacia de la política monetaria en economías pequeñas abiertas con tipo de cambio libre [como la nuestra] por los efectos negativos de la balanza de pagos generados por la dolarización. En este caso, depreciaciones reales repentinas pueden tener resultados negativos sobre la actividad económica reduciendo el valor neto de las empresas y generar efectos adversos sobre la inversión.” (Pág. 2. Traducción libre).
La crisis económica, política y social de fines de los ochenta tuvo por resultado la necesidad de que el Estado redefiniera su papel en estas dimensiones a través de la implementación de al menos tres políticas de ajuste: el neoliberal, el autoritario y el micropopulismo. En una sola palabra: el fenómeno fujimorista. Por su parte, la gran masa de familias golpeadas por las tres crisis indicadas respondió con un conjunto de estrategias innovadoras para superar tal descalabro: entre ellas se destacan el voto preferente por “outsiders”, la dolarización, la masificación de la microempresa y la migración.
La importancia del documento de investigación realizado por Castillo y Winkelried se debe a que complementa la doble dimensión que debería tener la implementación de políticas en el Perú. En este punto, quiero citar a Eugenio Lahera (2002) quien define lo que es una política pública:
“Diremos que una política pública corresponde a cursos de acción y flujos de información relacionados con un objetivo público definido en forma democrática; los que son desarrollados por el sector público y, frecuentemente, con la participación de la comunidad y el sector privado” (Págs. 15-16).
Tradicionalmente, en el Perú, se han diseñado e implementado políticas públicas en un sentido inverso y reducido al definido por Lahera. En efecto, el Estado peruano ha sido funcional a un reducido sector de empresas privadas que cuentan con un acceso privilegiado a capital e información lo que les permite tomar decisiones adecuadas de ahorro o inversión. En contraste, existe una gran masa de población que no tiene la capacidad de procesar la información de los beneficios privados y agregados de la desdolarización por lo que su elección óptima será precisamente mantener sus dólares ahorrados. En otras palabras, la desigualdad en un sentido amplio del término, explica la persistencia de las elevadas tasas de dolarización produciendo los efectos negativos que han sido indicados al inicio.
La recomendación de politica del estudio de Castillo y Winkelried, en ese sentido, no puede ser más democratizadora:
“[Es necesario por lo tanto] una política mas activa para mejorar las habilidades comunicativas del Banco Central, a fin de presentar mejor su politica de tasas de cambio mas flexibles y viabilizar su compromiso con la estabilidad de precios a un conjunto de agentes mas amplio, especialmente a aquellos calificados como no informados.”
“La implicación de política, particularmente relevante para economías en desarrollo con un régimen de inflación objetivo o aquellos que están evaluando adoptarlo, es que se fomenten vigorosas estrategias de transparencia y comunicación. Nuestro análisis sugiere que los beneficios de tal régimen de política de reducción de la dolarización pueden estar condenados a ser limitados, a menos que el banco central comunique efectivamente las implicaciones y beneficios de tal régimen al segmento de participantes menos informado del mercado del dólar” (Pág. 20, traducción libre).
Mi conclusión es que existen argumentos poderosos en el estudio revisado para promover la equidad en la población peruana a través de una democratización de las políticas públicas. En otras palabras, existe la necesidad que las políticas publicas peruanas cobren la dimensión comunicativa que es ajena en nuestra reciente historia, no solo por el beneficio de los que están “abajo” sino también para el beneficio de los grandes inversionistas.
Quiero asimismo señalar que es probable que en la actual coyuntura de bonanza de las exportaciones mineras no exista el incentivo para promover esta reforma debido a que las elevadas ganancias del sector harían que los problemas asociados con la elevada dolarización sean poco costosos relativamente. No obstante, es preciso realizarla porque cuando pase la época de “vacas gordas” el sector que seguirá perdiendo será el “menos informado”.
Bibliografía
- Castillo, Paul y Diego Winkelried (2005) “Dollarization Persistence and Individual Heterogeneity”. London School of Economics, Banco Central de Reserva
- Lahera, Eugenio (2002) "Introducción a las políticas públicas". Coleccion Breviarios. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica.
Nota:
Paul Castillo, es ingeniero economista egresado de la Facultad de Ingeniería Económica y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Ingeniería y trabaja en la Subgerencia de Investigación Económica del BCRP. Junto con Diego Winkelried, acaban de obtener el primer puesto del Premio de Banca Central Rodrigo Gómez 2006, por el trabajo “Why is Dollarization so persistent? que es comentado en este post.
El premio, creado en setiembre de 1970 por el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), busca estimular la elaboración de estudios de interés para los bancos centrales.
El gráfico ha sido tomado del estudio comentado, pág. 6.
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