De acuerdo con Dani Rodrik, existen tres enfoques que inspiran las políticas de desarrollo de países como el nuestro. El primero es el que concibe que el problema se encuentra en la falta de recursos, por ello se piensa que la solución es proveer de ayuda para el desarrollo. El segundo enfoque piensa que el problema radica en la falta de incentivos, en consecuencia la solución es crear acceso a más y más mercados. Para el tercero el problema se fundamenta en gobiernos corruptos y incapaces, por lo que la respuesta es mejorar la gestión del Estado y con ello la gobernabilidad.
No obstante, según el destacado economista, parece ser que ahora se ha adoptado una visión novedosa para la selección de políticas públicas en países en vías de desarrollo. En efecto, este nuevo enfoque se basa en el supuesto de que realmente no se sabe en dónde se encuentra el problema de subdesarrollo y que las causas clave pueden ser diferentes para cada entorno bajo estudio. Así:
La segunda experiencia fue la lectura de un libro producido por el BID acerca del Presupuesto Participativo (Citizens in charge, Isabel Licha editor, 2004). En este libro se hace una revisión exhaustiva de las experiencias en torno a esta 'novedosa' política de desarrollo tanto en América Latina como en el Asia. Una de las cuestiones más resaltantes es que ambas regiones tuvieron una aproximación distinta a esta estrategia. Mientras que en América Latina se implementaron la mayor parte de las veces a nivel nacional sin ninguna experimentación previa, en el Asia, la situación fue bastante más cuidadosa. Hubo todo un proceso de experimentación con territorios pequeños y luego fue masificándose la estrategia en otras regiones hasta alcanzar el nivel nacional.
Nuestro país ha sido todo un caso respecto a cómo se han concebido políticas para el desarrollo y cómo se las ha implementado. Ellas se han hecho muchas veces sin experimentación previa y asumiendo que todo el país es como Lima, o quizá, como si el resto del país no existiera. Esta aproximación ha traido como consecuencia que no se haya podido evaluar adecuadamente los resultados de las políticas implementadas, lo cual, de por sí ya es un gran problema a enfrentar por los actuales gobiernos locales. Se tiene mucha información para Lima, pero para el resto del país, poco o nada. Quizá por ello se explique cómo la capital tiene un mayor nivel de desarrollo relativo respecto del resto de regiones del Perú.
Cambiar esa situación implica que los distintos gobiernos regionales y distritales tengan la capacidad para generar la información y las estadísticas necesarias para hacer un proceso de seguimiento y evaluación completo de los resultados de políticas públicas específicas implementadas en sus respectivas jurisdicciones (¿Un INEI con mayor capacidad a nivel subnacional?). Recursos existen en la actualidad para que los GLs puedan montar una estrategia como esta. Pero falta que la ceguera política central libere esta función (y otras más por supuesto) para las regiones para que ellas tengan en sus manos la responsabilidad del desarrollo de las mismas, probando los enfoques de desarrollo que mejor les parezca.
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Reproducido en el semanario Peripecias No. 91 del 9 de abril de 2008.
No obstante, según el destacado economista, parece ser que ahora se ha adoptado una visión novedosa para la selección de políticas públicas en países en vías de desarrollo. En efecto, este nuevo enfoque se basa en el supuesto de que realmente no se sabe en dónde se encuentra el problema de subdesarrollo y que las causas clave pueden ser diferentes para cada entorno bajo estudio. Así:
"... se adopta una explícita actitud experimental para la selección y formulación de políticas de modo que uno puede aprender acerca del medio ambiente en el que ellas operan. En este enfoque, los procesos de seguimiento y evaluación son fundamentales, ya que uno tiene la posibilidad de corregir errores y mejorar las políticas a través del tiempo. De hecho, uno construye el monitoreo en el proceso político en sí de modo que el aprendizaje se convierte en parte integrante de el - en vez de dejar esto a los investigadores o economistas. Esta manera de pensar acerca de la política de desarrollo es radicalmente diferente de las tres escuelas que se resumen más arriba, ya que admite mucha más diversidad y heterodoxia. Este enfoque es humilde en cuanto a la medida de nuestros conocimientos, pero a la vez es optimista sobre nuestra capacidad de aprender."En realidad, esta perspectiva de trabajo para las políticas públicas no tiene mucho de novedoso, al menos en el mundo occidental. Los países orientales, sobre todo China, siempre han diseñado e implementado sus políticas de esa manera. Esto recién lo pude comprobar a partir de dos experiencias concretas: la primera fue una entrevista informal que tuve con un funcionario del Mincetur que tuvo parte en las visitas preliminares con el país del lejano oriente para concretar un TLC con nuestro país. La contraparte china les expuso con claridad que no era posible firmar un TLC bilateral país con país, sino más bien país (Perú) con una región muy delimitada de su territorio para experimentar y ver qué resultados se obtenían con ella.
La segunda experiencia fue la lectura de un libro producido por el BID acerca del Presupuesto Participativo (Citizens in charge, Isabel Licha editor, 2004). En este libro se hace una revisión exhaustiva de las experiencias en torno a esta 'novedosa' política de desarrollo tanto en América Latina como en el Asia. Una de las cuestiones más resaltantes es que ambas regiones tuvieron una aproximación distinta a esta estrategia. Mientras que en América Latina se implementaron la mayor parte de las veces a nivel nacional sin ninguna experimentación previa, en el Asia, la situación fue bastante más cuidadosa. Hubo todo un proceso de experimentación con territorios pequeños y luego fue masificándose la estrategia en otras regiones hasta alcanzar el nivel nacional.
Nuestro país ha sido todo un caso respecto a cómo se han concebido políticas para el desarrollo y cómo se las ha implementado. Ellas se han hecho muchas veces sin experimentación previa y asumiendo que todo el país es como Lima, o quizá, como si el resto del país no existiera. Esta aproximación ha traido como consecuencia que no se haya podido evaluar adecuadamente los resultados de las políticas implementadas, lo cual, de por sí ya es un gran problema a enfrentar por los actuales gobiernos locales. Se tiene mucha información para Lima, pero para el resto del país, poco o nada. Quizá por ello se explique cómo la capital tiene un mayor nivel de desarrollo relativo respecto del resto de regiones del Perú.
Cambiar esa situación implica que los distintos gobiernos regionales y distritales tengan la capacidad para generar la información y las estadísticas necesarias para hacer un proceso de seguimiento y evaluación completo de los resultados de políticas públicas específicas implementadas en sus respectivas jurisdicciones (¿Un INEI con mayor capacidad a nivel subnacional?). Recursos existen en la actualidad para que los GLs puedan montar una estrategia como esta. Pero falta que la ceguera política central libere esta función (y otras más por supuesto) para las regiones para que ellas tengan en sus manos la responsabilidad del desarrollo de las mismas, probando los enfoques de desarrollo que mejor les parezca.
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Reproducido en el semanario Peripecias No. 91 del 9 de abril de 2008.