Corría el año 1974. El hecho de que el Perú había logrado un crecimiento vigoroso del 8.8%, en contraste con la caída de -0.5% de los Estados Unidos, hacía afirmar que el país tenía sólidos fundamentos para sostener el crecimiento económico, a pesar de la crisis. Pero la historia demostró que el Perú cayó. Y lo hizo bastante fuerte tocando fondo en 1978 (-3.8%) tardando en recuperar la senda del crecimiento perdida luego de casi 30 años. Por el contrario, en los Estados Unidos la recesión duró poco. Los años ochenta y noventa mostraron al mundo un largo periodo de crecimiento americano que apenas fue resentido por las crisis financieras sucesivas (Asia, Rusia, México y Brasil) de fines del milenio pasado.
Otra vez, a fines del siglo XX, surgió la tesis optimista de que las crisis no afectarían las sólidas bases de la economía peruana. Lo cierto es que de tener una tasa de crecimiento de 6.9% en 1997 pasamos a -0.7% en 1998 y 0.9% en 1999. Afortunadamente, la recuperación fue rápida. Probablemente porque el epicentro de la crisis no fue en los Estados Unidos. Probablemente porque el afán reeleccionista de Fujimori puso en práctica un plan anticrisis que no estaba previsto haciendo que el gasto público se incrementara notablemente haciéndola llegar a todos los rincones del país. Pero aún así, las consecuencias fueron inevitables: la pobreza volvió a mostrar los mismos niveles de principios de los años noventa.
Magullado pero conectado al mundo, el Perú pudo arribar a una nueva y espectacular etapa de crecimiento alentado por el dinamismo del comercio y las finanzas globales a escalas nunca antes vistas. Los precios internacionales de los productos mineros inflaron positivamente los resultados macroeconómicos no sólo del Perú sino del mundo entero. Y por ahí, aparecieron varias voces ‘científicas’ que llegaron a afirmar que el Perú era al fin un “milagro económico” que celebrar el 2021. 200 años de vida republicana libre, decían. Hasta que la crisis americana se pronunció.
Nuevamente la tesis optimista reapareció. El Perú “está blindado” espetó García. El 2008 crecimos a 9.8% mientras que Estados Unidos se desaceleró a 1.1%. El 2009 se espera que el Perú crezca a 3.5%, por encima de la media mundial y por encima de la media latinoamericana, en tanto que Estados Unidos caerá en -2.8% y el 2010 crecerá 0%. Con estas previsiones hasta el primer ministro se arrimó a la tesis optimista del “país estrella”. El problema es que tal como ocurrió en 1974, ese optimismo no está basado en los hechos.
Las trampas del optimismo sobre el desempeño macroeconómico, tal como señala The Economist, es que, en primer lugar, las cifras positivas en medio de una crisis no son símbolo de una recuperación sino más bien de una lenta pero segura caída de la economía. En segundo lugar, es que la confianza exagerada en las pocas noticias positivas crea una ruinosa complacencia: “El optimismo es una cosa, pero la arrogancia de que la economía mundial está volviendo a la normalidad podría obstaculizar la recuperación y así bloquear las políticas que nos protegerán contra una mayor caída en las profundidades”.
El mundo que se asoma será muy distinto al que hemos conocido hasta hace poco, debido al aumento desproporcionado de las deudas públicas no sólo de los países en vías de desarrollo como el nuestro, sino fundamentalmente de los países industrializados, lo que nos remitirá a un nuevo ciclo de sojuzgamiento de parte de las IFIs que podría durar otros treinta años. Es irresponsable pensar que un plan anticrisis salvará al país. Es hora de que el Perú se tome en serio eso de las políticas de desarrollo. Si no, la convulsión social nos acompañará de formas terribles e indeseables haciendo que repitamos una historia que no queremos volver a sufrir.
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Fuente del gráfico: The Economist
2 comentarios:
Buen memorex, aunque es casi seguro que AGP sabe bien lo que le espera y está muy temeroso por ello.
Felicitaciones por tu beca Raul. Exitos en la maestria alla por EEUU.
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