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martes, abril 14, 2020

LA SEGUNDA OLA COVID-19

Uno de los temas que está concitando un interesante debate es, si luego que se levante probablemente el estado de emergencia este fin de mes, tendremos poco tiempo después un eventual repunte de la crisis sanitaria que obligue a una nueva declaración de emergencia. Es lo que se llamaría la segunda ola COVID-19.

Esto se debe a que, cuando se levante "el martillo", según la evaluación que se considere en su momento, pese a que continúen las medidas de distanciamiento social, y algunas restricciones específicas sobre ciertas actividades que generen aglomeración, puede ocurrir que la población busque desesperadamente recuperar su estado normal previo a la declaratoria de emergencia. No sólo en términos laborales, sino también en términos del relacionamiento social que nos caracteriza.

La pregunta que emerge entonces es la siguiente, ¿Tendremos realmente una segunda ola coronavirus?

Carlos Ganoza tiene un buen artículo en la revista digital Medium.com donde aparte de explicar las opciones de estrategia de política de control epidemiológico y económico a seguir luego de levantarse "el martillo", también da cuenta de un dato interesante. Existen buenas chances de que ocurra la segunda ola COVID-19.

Las evidencias están a la mano.

El 8 de abril, la revista Lancet ha publicado una nota de advertencia de dos investigadores que postulan la posibilidad de una segunda ola de COVID-19 en la medida que el resto del mundo ha tenido severos problemas para lidiar con la pandemia. Eso significa que una coincidencia entre la relajación de las medidas de cuarentena y distanciamiento social con la apertura a interactuar con los países que aún no salen de su crisis, provoque una segunda ola de contagios de este mal.

El 18 de marzo, una encuesta publicada de la Universidad de Amherst realizada entre expertos epidemiólogos asegura que el 73% está seguro que habría una segunda ola COVID-19 entre agosto y diciembre de este año. El New York Times ha reportado que existen evidencias de que esto ya estaría sucediendo en ciudades como Hong Kong, Taiwan y Singapur. Como se sabe, en estas ciudades, se habría controlado la epidemia con una buena estrategia de control tecnológico, pruebas masivas y cuarentenas individualizadas.

Semanas antes, el 9 de marzo, la Unidad de Inteligencia de la Revista The Economist ya había hecho referencia a esta posibilidad, pero como una ola de menor tamaño luego del mes de septiembre. Literalmente dice lo siguiente: "We then expect the virus to re‑emerge as a seasonal virus, but for governments to be better prepared to handle its return.".

Finalmente, un artículo del 10 de marzo del periódico The Washington Post reporta cómo la doble curva se produjo en la ciudad de Saint Louis en la crisis sanitaria de la gripe de 1918.


Quiero destacar sin embargo tres cuestiones sobre dicha curva que reproduzco en este post luego de traducir el título y la explicación a la derecha. Lo primero, que el estudio que reporta ese gráfico está disponible gratis en el enlace a continuación para que revisen los detalles que se han investigado en torno a dicha gripe.

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1849867/

Lo segundo, es que la segunda ola de la gripe que se observa en Saint Louis ocurrió en el mes de diciembre, justo cuando el invierno comienza a arreciar en el hemisferio norte.

Lo tercero, es que esta curva no es de CONTAGIOS, sino es la curva de FALLECIDOS. Podríamos pensar que gran parte del trabajo y sacrificio que ha significado contener el avance de la epidemia ha enfocado en la idea "aplanar" la curva de contagios. Cuando en realidad, lo que nos debería haber preocupado en el fondo era aplanar la curva de fallecidos.

Podríamos elucubrar que si tomamos el control de la primera, podríamos esperar que como resultado controlemos la segunda como si fuera un efecto espejo. Pero esto no tendría porque ser necesariamente así en la medida de que lo que determinaría finalmente que se produzcan las muertes por esta gripe es el límite de la capacidad de respuesta de nuestro sistema de salud.

Como ya ha señalado el Presidente y lo han discutido varias fuentes, sólo tenemos capacidad para atender en UCI a unas 504 personas. Se está trabajando intensamente para incrementar este umbral que es lo que finalmente determinará las posibilidades de sobrevivencia de una persona por sobre otra que no tenga acceso a estos cuidados.

¿Qué es lo que determina que una persona que contrae el virus se empeore dramáticamente hasta morir?

El artículo publicado en la revista médica inglesa The Lancet titulado "Comprendiendo las rutas hacia la muerte en pacientes con COVID-19" escrito por Jean Louis Vincent, expresa que la principal causa que explica la muerte de un paciente por coronavirus es el fallo respiratorio. Por ello, una primera línea de asistencia para los casos que se consideran severos es pasar a la ventilación mecánica. Si el caso empeora, se puede pasar a una máquina ECMO (Extracorporeal Membrane Oxygenation) con la que el paciente puede estar por semanas antes que de una primera señal positiva de recuperación.

El 16 de marzo, Gestión reportó que contamos con 13 "pulmones artificiales" - las máquinas ECMO- como parte de nuestra segunda y última línea de defensa para los casos más graves de coronavirus. Es posible que una de estas máquinas sea parte del milagro de recuperación del sacerdote Luis Nuñez del Prado, el primer caso grave que se reportó en nuestro país. Pilar Mazzetti -jefa del comando COVID-19- ha expresado que con el tiempo ganado con los martillazos (la declaratoria de emergencia, el pico y placa y otras medidas) dados hasta la fecha para aplanar la curva, se espera incrementar el número de ventiladores de 504 a 759 unidades más. Se tiene información que las máquinas destinadas para anestesiar también podría ser utilizadas como ventiladores con lo que podríamos llegar a tener 800 unidades de ventilación para asistir en UCI, y así salvar más vidas. Pero también sería necesario incrementar la disponibilidad de las otras máquinas para los casos más severos.

Por otro lado, el protocolo aprobado por el MINSA para tratar los casos severos, incluye la administración de una combinación de medicamentos que se ha verificado en algunos pocos estudios ser efectivos contra este virus: hidroxicloroquina más azitromicina. Este tratamiento forma parte del estudio clínico Solidarity liderado por la OMS que se está aplicando al mismo tiempo en 73 países alrededor del planeta para combatir esta pandemia.

En resumen, enfocar los recursos disponibles en invertir en las UCI de nuestro precario sistema de salud podría significar un salto importante para salvar las vidas de personas que se tengan las patologías propias del espectro de enfermedades respiratorias. También nos tendría preparados para enfrentar no sólo una segunda muy probable ola de contagios de coronavirus durante el invierno (junio-agosto) sino para enfrentar las complicaciones de enfermedades respiratorias en general. Esta sería la mejor estrategia a seguir no sólo para la segunda mitad del año sino mirando hacia el largo plazo.

Lo fundamental en este sentido es que el reforzamiento no sólo se concentre en los principales hospitales de Lima y algunas ciudades capital de departamentos. Debería tenerse una capacidad de respuesta existente al menos a lo largo y ancho del país. He oído que hay un debate importante en ese sentido, las ventajas propias de un enfoque comunitario de la atención de la salud versus el enfoque centralizado que es el que habría prevalecido a la fecha en nuestro país.

Digo "habría" porque en realidad, una de las tantas virtudes que ha revelado la ocurrencia de esta epidemia es que ha desnudado uno de los graves problemas que hemos venido postergando como sociedad: la inversión en un sistema de salud público que se respete, y con accesibilidad para todos.

Parece ser que la moda de privatizarlo todo, ha llegado a sus límites, y se nos ha revelado que es necesario tanto en lo que corresponde en educación como en salud, destinar los recursos públicos que son recomendados como mínimo para obtener un capital humano óptimo, competitivo y altamente productivo. La mejora en la educación no puede estar divorciada de la mejora en la salud porque se pone en riesgo la inversión en la primera.

¿De qué nos serviría incrementar puntos en la prueba PISA hasta lograr el liderazgo en la región, si estos chicos podrían contraer enfermedades como el COVID-19, TBC o neumonía y morir por algo que podría haberse evitado de habersele garantizado acceso gratuito a un sistema de salud de calidad?

En la actualidad, el presupuesto dedicado a salud se encuentra alrededor del 2.2% del PBI, cuando lo recomendado se ubica en 6%. Hay pues, hermanos, muchísimo trabajo por hacer y probablemente este sea un legado que el COVID-19 también nos deje, incrementar significativamente la calidad de nuestro sistema de salud a lo largo y ancho del país y garantizar su acceso gratuito a todos los peruanos.

Y ojo, la segunda ola nuestra que podría aparecer en junio, no sería la que vendría de afuera que se pronostica para agosto-septiembre para el hemisferio norte. ¿Tendríamos una ola para fin de año? No lo sabemos, pero tendríamos que estar preparados. La mejor apuesta por ello, es un fortalecimiento significativo e integral del sistema de salud público pensando en el largo plazo.

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