En el Perú, de acuerdo con el Ministerio de Economía y Finanzas (pdf), entre el 2000 y 2002, la tasa mortalidad materna habría descendido de 185 a 164 muertes por cada 100 mil nacidos vivos. Si tomamos el dato estimado de 620 mil nacimientos cada año, podríamos afirmar que, al menos, en el 2004, murieron en nuestro país un poco más de 1010 mujeres cuando estaban por celebrar o afirmar su condición de madre.
Como es de esperarse, esta tasa de mortalidad no se reparte de manera 'equitativa' a nivel nacional. De acuerdo con el Ministerio de Salud, los departamentos donde ocurre una mayor proporción de muertes maternas son: Puno, Ayacucho, Huánuco, Cajamarca, Cusco, Amazonas y Apurímac, lista que revela a los departamentos más pobres y/o excluidos del país.
¿Cuál es la principal causa de la muerte materna? Según ambas fuentes revisadas, lo que impresiona saber es que estas madres mueren principalmente desangradas (38%) o por hipertensión asociada al embarazo (20%). Ambos problemas, bien podrían ser evitadas si la calidad y la cobertura de los servicios médicos ofrecidos por el Estado mejoraran significativamente. Ello implica aumentar el exiguo 2.2% del presupuesto nacional orientado a la salud de los peruanos y peruanas.
Pero también, muchas de estas muertes podrían haberse evitado si se hubiera atendido a la racionalidad moderna de las mujeres peruanas (incluso de las catalogadas como analfabetas) en la que el número de hijos deseado es inferior al que realmente tienen. Resulta muy ilustrativo para ello la evidencia reportada y analizada por Carlos Eduardo Aramburú (ver aquí en pdf) donde las mujeres de menor nivel educativo desearían tener la tercera parte de hijos de los que realmente tienen (p.23). Esto tiene consecuencias sobre un debate multidimensional (social, religioso, género, etc) de las políticas poblacionales entre las que cuenta la difusión de la técnica de anticoncepción más adecuada que las mujeres puedan disponer y usar para ajustar con ello su número ideal de hijos con el que pueden atender adecuadamente con sus recursos disponibles. Atender a la voz de ellas, esto es, el de tener menos hijos, podría tener un profundo y positivo impacto sobre la economía de largo plazo de su hogar, y con ello, del país. Esto permitiría alcanzar el Objetivo del Milenio número 5, suscrito por el Perú, que señala: Mejorar la salud materna. De acuerdo con el MEF, el reto es reducir esta tasa en tres cuartas partes, es decir, que para el 2015 sólo hayan 66 muertes por cada 100 mil nacidos vivos.
Pero los problemas parecen ser más complejos para las mujeres ubicadas en la clase media y alta que deciden ser madres. Cerca del 50% de los partos atendidos en clínicas privadas son realizados por cesárea. En el caso de estas mujeres, según afirma el estudio de Arrieta (descargar aquí en pdf),
Esto es algo que originó un debate en mi familia ante la llegada de mis hijos. En la clínica donde mi esposa dio a luz, el parto por cesárea cuesta hasta 2.25 veces más que un parto vaginal. Y los cuidados especiales que deben brindarse al bebe (incubadura, enfermera, lactancia artificial, etc.) como consecuencia del parto artificial pueden hacer una cuenta hasta por 6 veces más de los que hubiera sido un embarazo normal a término, donde la madre podría haber amamantado al bebe casi inmediatamente.
Las reacciones de parte de los afectados (los ginecólogos) a los resultados de esta investigación, realizados por un economista, no se hicieron esperar (ver nota periodística aquí). La principal objeción es que los médicos argumentan que cada caso de las madres cesareadas está profusa y clínicamente documentado. Esto es, cada embarazo, de cada madre, habría sido estudiado con todo el profesionalismo que implica la calidad que el título de médico y el respectivo cuerpo colegiado les brinda a los estudiantes de las ciencias médicas de nuestro país.
No me quiero ir por la argumentación de la calidad de la educación pública y privada de los profesionales de la salud, porque hasta el momento solo tengo comentarios y percepciones un tanto desordenadas. Pero si quiero tocar el tema de la asimetría de la información de la que gozan los profesionales en general frente a la voluntad de una persona en particular.
En algún momento, uno de los filósofos de la ciencia, Paul Feyerabend escribió uno de sus famosos artículos de cómo defender a la sociedad de la ciencia (descargar aquí en pdf). Y Feyerabend señala el motivo que inspira la reflexión general de este artículo, la libertad de elegir frente a lo que la ciencia o cualquier otro tipo de conocimiento señale, que es algo que las mujeres tienen derecho, sean pobres o no, cuando deciden o no deciden ser madres.
En mi caso particular, me llama mucho la atención que mi madre me confirmara el dato de como fue mi nacimiento. Ella me trajo al mundo en casa de sus padres, ubicada en un medio rural de la costa norte peruana, con la ayuda de una veterana "matrona" o "comadrona". Este fue un parto vaginal vertical, duró casi dos horas hasta casi pasada la medianoche y su recuperación no duró mas de un día. El amamantamiento duró casi hasta mi primer año de vida, y bueno, parece ser que todavía gozo de muy buena salud e inteligencia (ver reciente estudio reportado al respecto).
Todas las madres, tienen igual derecho a pasarla bien este domingo. Y las que lo desean ser, también. Y las que no, con mayor razón. Para terminar, cabe preguntarse qué hacer para que el Estado y el sector privado garantice los derechos de atención médica con coberturas y calidades responsables frente a la deseos de la mujer donde quiera que ella se ubique de cómo ser particularmente atendida durante y después de su embarazo.
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Este jueves 8 se abrirá un foro virtual sobre el tema "Construyendo alianzas para salvar las vidas de las madres", donde se podrá conversar (en inglés) con una especialista presentada por la Population Reference Bureau. Varias preguntas realizadas en avance son pertinentes para algunas de las políticas y acciones de la sociedad civil que se implementan en nuestro país.
¿Cuál es la principal causa de la muerte materna? Según ambas fuentes revisadas, lo que impresiona saber es que estas madres mueren principalmente desangradas (38%) o por hipertensión asociada al embarazo (20%). Ambos problemas, bien podrían ser evitadas si la calidad y la cobertura de los servicios médicos ofrecidos por el Estado mejoraran significativamente. Ello implica aumentar el exiguo 2.2% del presupuesto nacional orientado a la salud de los peruanos y peruanas.
Pero también, muchas de estas muertes podrían haberse evitado si se hubiera atendido a la racionalidad moderna de las mujeres peruanas (incluso de las catalogadas como analfabetas) en la que el número de hijos deseado es inferior al que realmente tienen. Resulta muy ilustrativo para ello la evidencia reportada y analizada por Carlos Eduardo Aramburú (ver aquí en pdf) donde las mujeres de menor nivel educativo desearían tener la tercera parte de hijos de los que realmente tienen (p.23). Esto tiene consecuencias sobre un debate multidimensional (social, religioso, género, etc) de las políticas poblacionales entre las que cuenta la difusión de la técnica de anticoncepción más adecuada que las mujeres puedan disponer y usar para ajustar con ello su número ideal de hijos con el que pueden atender adecuadamente con sus recursos disponibles. Atender a la voz de ellas, esto es, el de tener menos hijos, podría tener un profundo y positivo impacto sobre la economía de largo plazo de su hogar, y con ello, del país. Esto permitiría alcanzar el Objetivo del Milenio número 5, suscrito por el Perú, que señala: Mejorar la salud materna. De acuerdo con el MEF, el reto es reducir esta tasa en tres cuartas partes, es decir, que para el 2015 sólo hayan 66 muertes por cada 100 mil nacidos vivos.
Pero los problemas parecen ser más complejos para las mujeres ubicadas en la clase media y alta que deciden ser madres. Cerca del 50% de los partos atendidos en clínicas privadas son realizados por cesárea. En el caso de estas mujeres, según afirma el estudio de Arrieta (descargar aquí en pdf),
"[L]os derechos reproductivos son violados no por falta de acceso sino por exceso de operaciones de cesáreas [...] Detrás de la elevada tasa de cesáreas, se esconde la violación al derecho de la madre a elegir libre e informadamente el tipo de parto que desea para ella y su hijo" pág. 3.El estudio encuentra, entre otras perlas, que más de 13 mil mujeres habrían sufrido una violación sistemática en sus derechos reproductivos por el sometimiento a un parto por cesárea Esto es provocado por un mayor dinamismo del mercado de seguros de salud, el que presiona por un lado a la baja remuneración de los médicos de las clínicas privadas; y de otro, los incentiva para que califiquen en exceso los embarazos de riesgo para culminar en un parto por cesárea y así poder cobrar los honorarios especializados correspondientes.
Esto es algo que originó un debate en mi familia ante la llegada de mis hijos. En la clínica donde mi esposa dio a luz, el parto por cesárea cuesta hasta 2.25 veces más que un parto vaginal. Y los cuidados especiales que deben brindarse al bebe (incubadura, enfermera, lactancia artificial, etc.) como consecuencia del parto artificial pueden hacer una cuenta hasta por 6 veces más de los que hubiera sido un embarazo normal a término, donde la madre podría haber amamantado al bebe casi inmediatamente.
Las reacciones de parte de los afectados (los ginecólogos) a los resultados de esta investigación, realizados por un economista, no se hicieron esperar (ver nota periodística aquí). La principal objeción es que los médicos argumentan que cada caso de las madres cesareadas está profusa y clínicamente documentado. Esto es, cada embarazo, de cada madre, habría sido estudiado con todo el profesionalismo que implica la calidad que el título de médico y el respectivo cuerpo colegiado les brinda a los estudiantes de las ciencias médicas de nuestro país.
No me quiero ir por la argumentación de la calidad de la educación pública y privada de los profesionales de la salud, porque hasta el momento solo tengo comentarios y percepciones un tanto desordenadas. Pero si quiero tocar el tema de la asimetría de la información de la que gozan los profesionales en general frente a la voluntad de una persona en particular.
En algún momento, uno de los filósofos de la ciencia, Paul Feyerabend escribió uno de sus famosos artículos de cómo defender a la sociedad de la ciencia (descargar aquí en pdf). Y Feyerabend señala el motivo que inspira la reflexión general de este artículo, la libertad de elegir frente a lo que la ciencia o cualquier otro tipo de conocimiento señale, que es algo que las mujeres tienen derecho, sean pobres o no, cuando deciden o no deciden ser madres.
En mi caso particular, me llama mucho la atención que mi madre me confirmara el dato de como fue mi nacimiento. Ella me trajo al mundo en casa de sus padres, ubicada en un medio rural de la costa norte peruana, con la ayuda de una veterana "matrona" o "comadrona". Este fue un parto vaginal vertical, duró casi dos horas hasta casi pasada la medianoche y su recuperación no duró mas de un día. El amamantamiento duró casi hasta mi primer año de vida, y bueno, parece ser que todavía gozo de muy buena salud e inteligencia (ver reciente estudio reportado al respecto).
Todas las madres, tienen igual derecho a pasarla bien este domingo. Y las que lo desean ser, también. Y las que no, con mayor razón. Para terminar, cabe preguntarse qué hacer para que el Estado y el sector privado garantice los derechos de atención médica con coberturas y calidades responsables frente a la deseos de la mujer donde quiera que ella se ubique de cómo ser particularmente atendida durante y después de su embarazo.
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Este jueves 8 se abrirá un foro virtual sobre el tema "Construyendo alianzas para salvar las vidas de las madres", donde se podrá conversar (en inglés) con una especialista presentada por la Population Reference Bureau. Varias preguntas realizadas en avance son pertinentes para algunas de las políticas y acciones de la sociedad civil que se implementan en nuestro país.
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