En América Latina, hasta Bolivia parece tener un mejor nivel de satisfacción con la vida que Perú. Estos resultados son presentados por el reciente estudio "Más allá de los hechos: comprendiendo la calidad de vida" publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo aquí, en pdf:
La interpretación de estos resultados, según el BID, es que en América Latina se observa "la paradoja del crecimiento infeliz". Esta consiste en un rápido proceso de crecimiento económico con un enorme descontento social. Literalmente:
Mientras más rápido crezca un país, más rápido se crearán expectativas de consumo material e incremento del estatus social y económico.
En mi opinión, el Perú es un buen ejemplo de este tipo de procesos. El Perú se encuentra junto con Trinidad y Tobago, Chile, Ecuador y República Dominicana entre aquellos países que crecieron muy rápido, y sin embargo tienen un menor nivel de satisfacción con la vida que aquellos que crecieron poco, o casi nada, como El Salvador, Paraguay y Guatemala.
Por ello el estudio concluye que "una estrategia [de desarrollo] enfocado exclusivamente en el crecimiento tiene pocas posibilidades de ser políticamente sostenible". No deja de tener razón, puesto que precisamente en estos años de continuo y elevado nivel de crecimiento económico ha asistido a un incremento igualmente significativo de las protestas sociales.
Financial Times señala agudamente como "... la pérdida de aspiraciones puede debilitar la demanda por una mejor educación, servicios de salud y una mejor protección social". El estudio llama a este fenómeno la "paradoja de las aspiraciones". En contraste, "ciudadanos descontentos pero muy activos políticamente son el mejor indicador de progreso social que una sociedad pasiva y tolerante".
Creo que Perú ya pasó la etapa de la pérdida de aspiraciones. Es posible pensar una mejor distribución del ingreso, pero hay que ser inteligentes en esta repartición en un contexto de crisis recesiva mundial. Así que las movilizaciones necesitan no sólo ser importantes y responsables, sino también inteligentes.
Asi, y sólo asi, pasaremos de la paradoja del crecimiento infeliz a la del decrecimiento feliz. Es un paso que podría prepararnos para un ciclo nuevo de crecimiento que sea sobre las bases de una mejor educación, salud y protección social para todos.
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PD. Vean los otros cuadros del informe comentado en las páginas 19 y 20. ¿Cuán satisfechos estamos con nuestra educación? Penúltimos. ¿Con los servicios de salud? Ante penúltimos ¿Cuán satisfechos estamos con el empleo? Antepenúltimos. ¿En vivienda y vida urbana? Tras ante penúltimos. Lo curioso es que compartimos esa evaluación con países como Argentina y Chile, los cuales han mostrado altas tasas de crecimiento en los últimos años pero con un deterioro de su calidad de vida.
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