De acuerdo con una entrevista proporcionada por nuestro ministro de economía el día de ayer a Financial Times, el reciente grado de inversión ganado por las calificadoras de riesgo, vale tanto como para emitir un bono de 600 millones de dólares de 30 años, para mandar una buena señal a los inversionistas globales para que vengan aquí al Perú.
Dice el Sr. Valdivieso:
Creemos que es muy importante para utilizar y mantener el acceso a los mercados, especialmente cuando se ha tomado tanto tiempo y tanto esfuerzo para ganar el grado de inversión que ahora tenemos. Así que creo que es el momento de usarlo.
Esta deuda se emitirá aún cuando tenemos entre manos varios elementos que recomiendan con claridad que no debemos incurrir en tal error a costa de los intereses de la economía peruana.
En primer lugar se encuentra el hecho de que no necesitamos de recursos de deuda, puesto que hasta la fecha tenemos superávit fiscal. El propio ministro lo ha afirmado en innumerables oportunidades. No necesitamos esos recursos. Y así lo ha afirmado a FT. Si esto es así, ¿Sobre qué intereses sociales se está emitiendo estos bonos? ¿Qué usos tendrán los 600 millones de deuda? Si la sociedad peruana no se beneficiará de esta emisión, o pone en riesgo la gestión de los recursos del próximo gobierno, podríamos estar hablando de un potencial elemento que definiría a esta deuda como odiosa e ilegítima. De acuerdo con un paper del Banco Mundial (descargar aquí, pdf), habrían hasta tres tipos de elementos que definirían a una deuda como odiosa (pág. 9):
- Las deudas dictatoriales o de régimen: cuando un régimen despótico contrae deuda no para las necesidades de interés del Estado (o su población), sino para fortalecer su propio régimen despótico.
- Las deudas para subyugar: cuando el gobierno contrae deuda para subyugar a la población de una parte de su territorio por miembros de una nacionalidad dominante y,
- Las deudas de guerra: cuando el gobierno o el Estado contrae deuda con la finalidad de costear una guerra en contra de otro Estado.
De acuerdo con esta clasificación, tenemos problemas para ajustar el caso que estamos exponiendo. No se trataría de una deuda de guerra, puesto que más bien y afortunadamente, vivimos en épocas de crisis donde necesitamos ayudas mutuas y coordinaciones de políticas antes que de guerra con nuestros vecinos. Tampoco estaríamos hablando de una deuda para subyugar a una parte de la población, aunque quizá si merecería que indaguemos un poco en algunas deudas contraídas en el pasado. Pero no estamos ante ese caso tampoco.
Pero si me detendría en la primera categoría. En primer lugar, porque el gobierno de Alan García, aunque pretendidamente democrático, cada vez más se parece a una dictadura blanda al mejor estilo ensayado por el gobierno de Alberto Fujimori. La sincronización de la prensa peruana al bombo del gobierno actual, la criminalización de la protesta, entre otras joyas de la coyuntura de este gobierno arrojan un balance negativo en el libre ejercicio de los derechos civiles, cuando estos son usados responsablemente. Pero estas cuestiones no dan para una calificación objetiva de un gobierno déspota. Así que probablemente tendríamos que inventar una categoría intermedia entre la 1 y la 2 para la clasificación de la deuda de régimen.
A menos que consideremos que el exagerado liberalismo proclamado y practicado por el actual gobierno, que agrava las diferencias económicas y sociales entre los dueños del capital y los trabajadores antes que resolverlos, al emitir un bono de endeudamiento, en nombre del mercado, lo hace por el puro deseo de servir al modelo económico imperante. Es en suma una deuda que se contraería a favor de esa cosa llamada neoliberalismo, pero que en la práctica ha obedecido a intereses específicos de un grupo de personajes que se han hecho cargo de usar y abusar de parte de nuestros recursos en los cargos públicos que se les ha confiado. Este tipo de circunstancias da lugar a lo que se calificaría mejor como deuda ilegítima antes que odiosa.
La experiencia más importante al respecto es la vivida en estos días por el Ecuador. Hace pocos días, este vecino país anunció el primer trabajo de Auditoría de la Deuda en el mundo sobre la deuda donde se han encontrado serias evidencias de ilegalidad lo que ha llevado al presidente Correa decir sobre los informes de esta comisión:
[Los informes s]on realmente horrorosos. La prescribieron, nuestros propios negociadores del lado de los acreedores porque protegían sus conflictos de intereses. Todos los negociadores del país ahora están en el Banco Mundial (BM), Fondo Monetario Internacional (FMI). Negociaron para obtener un puestito y ser premiados después en Washington.
Si ya los pronósticos sobre nuestro crecimiento económico son bastante magros frente a lo que se anunciaba hace pocos meses. Si ya los inversionistas de New York han mostrado su escepticismo sobre la necesidad de dicha emisión frente al hecho de que ellos prefieren con toda claridad refugiarse en valores tan fundamentales como son el oro, los bonos del tesoro americano o incluso el propio dólar. Tendríamos que ofrecer una tasa de interés muy elevada para hacer atractiva su compra, con el consiguiente perjuicio sobre nuestro erario nacional.
Finalmente, agregando el hecho que Valdivieso ya está discutiendo la eventualidad de una reducción de nuestros impuestos a las ventas... lo que logramos con toda seguridad es debilitar al Estado peruano, endeudándolo y disminuyendo sus ingresos. Si a Estados Unidos le sigue costando miles de millones de dólares enviando mensajes de seguridad con sus salvatajes al sector financiero, 600 millones no son sino un caramelo para la voracidad de los bancos de inversión internacional para que luego digan:
¿Y¿ ¿Qué más querías? Ahora págame lo que debes.
Y no les va importar si no tenemos recursos para pagar el gasto social... en fin. Uds. ya saben.
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