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lunes, octubre 26, 2009

Webb y la premio Nobel 2009

Reproduzco a continuación el artículo de Richard Webb que comenta el reciente aporte de Elinor Ostrom, premio Nobel de economía 2009. Antes yo ya había comentado a Ostrom, pero creo que es importante abundar en el campo que ella ha abierto a la ciencia económica en esta etapa informada donde la propiedad pública y privada son puestas a prueba cada día ante el avance de la globalización.
Golondrinas en verano solidario
Por Richard Webb - El Comercio
El reciente Premio Nobel de Economía fue compartido por un economista, Oliver Williamson, y una politóloga, Elinor Ostrom. Usualmente, el premio reconoce la autoría de una importante teoría, pero en el caso de Ostrom se está premiando más bien un trabajo de destrucción teórica. No de cualquier teoría, sino de la idea más poderosa de la ciencia social: la del egoísmo como motivación principal de la acción humana. La supuesta universalidad del egoísmo es el punto de partida de la teoría económica —donde se asume que la racionalidad es sinónimo del interés individual—, y también de la ciencia política, la sociología y la ética. Una de las derivaciones más importantes de esa idea es el valor casi religioso que se le otorga a la propiedad privada, y es ese concepto el que más ha sido investigado por Ostrom. Con paciencia y perfil bajo — de allí la sorpresa que causó su premiación—, Ostrom ha venido constatando que en muchas situaciones, como en el manejo de los recursos naturales, la propiedad colectiva resulta una mejor alternativa a la propiedad individual, desmoronando así el simplismo conceptual, pro propiedad privada, que tomó fuerza con la publicación de “Tragedia de los comunes” de Garrett Hardin en 1968. Se trata de un resultado de interés para un país que ha sido dotado de recursos naturales como es el Perú, y donde existen poblaciones nativas que han sabido crear formas de propiedad colectiva y de trabajo comunitario. Otro libro que impactó a favor de la idea del egoísmo fue “El gen egoísta”, publicado en 1976 por Richard Dawkins. Según Dawkins, los humanos somos máquinas de sobrevivencia, genéticamente programados para ser egoístas. Pero es esa idea la que hoy cuestionan un conjunto de neurobiólogos, psicólogos, politólogos y economistas. Quizás lo único que tienen en común estos investigadores es su juventud y su propensión a la investigación empírica y experimental del comportamiento, como fueron los participantes de una conferencia de la Sociedad de la Neurociencia Social y Afectiva de EE.UU. Su descubrimiento más importante es que la programación de los cerebros no es hacia un egoísmo simplista sino que la empatía, la confianza y los afectos parecen tener un origen genético. En buena hora estamos descubriendo una mejor base teórica para resolver las necesidades de un mundo que cada día se vuelve más interconectado y más propiedad común de todos.


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