Para sostener su punto, evidencian algunas características bastante conocidas en nuestra realidad, como por ejemplo el alto nivel de informalidad del mercado laboral. Más del 70% de la población económicamente activa vive de su trabajo del día y por tanto, se les hace difícil cumplir con la cuarentena. Por ello, las medidas de confinamiento serían inefectivas por el elevado nivel de incumplimiento a la campaña #quédateencasa.
Acto seguido, indican que han utilizado una calculadora epidemiológica online para reproducir las curvas de contagios, mortalidad, hospitalizaciones y recuperaciones peruana, que a mi parecer, es una página bastante útil y buena también. Pero los autores aseguran que han logrado replicar la curva de contagios nacional -y relacionados- estableciendo la variable central de preocupación en su evolución, el ratio de reproducción, en un valor cercano a la mediana, esto es 2.2.
Eso significa que, comparado con lo que habría logrado la primera ministra alemana, de acercar su Ro a 1.2, nosotros claramente, no habríamos cumplido con la meta. Es decir, lograr que el martillo hiciera que el R0 caiga por debajo de la unidad, requiere de una estrategia completamente distinta a la llevada a cabo por nuestro país.
Finalmente, los autores ponen en cuestión la veracidad de la información publicada por el gobierno sobre el avance de la enfermedad. Esto lo hacen porque parten del supuesto de la inutilidad de las pruebas masivas que se vienen aplicando entre la población, reportando supuestamente un elevado número de casos que son falsos negativos. Algo que sustentan con el lamentable caso de un ex congresista, utilizando un valor extremo para demostrar un evento que sólo sería recurrente hasta en un 5% de los casos. En cualquier caso, ellos manifiestan que se centran en evaluar la data "más dura" que serían las hospitalizaciones y las muertes reportadas.
Sus recomendaciones culminan señalando que sería bueno que se levante el martillo y que se pase de una buena vez al modo business as usual. El costo de postergar el reinicio de la actividad económica haría que el sistema peruano pierda capacidad para recuperarse con mayor facilidad que en el pasado. Asimismo echan luz sobre sus recomendaciones "low tech" que determinaría un escenario de manejo "inteligente" de la curva de contagios, post coronavirus.
¿Es realmente el "martillo" miope y blando? Pese a que las estadísticas de Google Mobility demuestran que el grado de movilidad de la población ha caído en alrededor del 80% con respecto a la situación previa a la crisis, los autores pasan por alto dicha información y sus implicaciones. Es data dura y verificable sobre cómo ha funcionado el cumplimiento de la cuarentena. Sorprende realmente para el caso peruano, evidenciando que la movilidad observada en los últimos días es circunstancial, -y quizás magnificada por la constante exposición mediática- pero de ninguna manera representa un desbocamiento de la política de confinamiento y distanciamiento social.
La confianza en la efectividad de estas medidas -no sólo aquí en Perú, sino en el resto del planeta- radica en que se refuerza el cumplimiento de esta medida con una serie de medidas complementarias que aseguren su objetivo.
Pero junto con las medidas orientadas a "aplanar la curva" el gobierno ha venido implementando -con todo lo que ello significa en las actuales circunstancias- medidas para elevar la capacidad de respuesta del sistema de salud. Se ha elevado la cantidad de camas disponibles para hospitalización, se ha integrado el sistema de reportes, y se ha incrementado la cantidad de máquinas de respiración disponibles en más de un 200%. La idea es que todo el país vea reforzado significativamente el sistema de salud para asegurar que tengan los cuidados necesarios para las víctimas más severas de esta crisis. Esta es la estrategia más importante que se ha venido implementando, con el tiempo ganado por la cuarentena.
Creo que en este punto la hipótesis de ineficacia del martillo no se debe al instrumento en sí, sino más bien a que el virus se ha expandido lo suficientemente rápido desde antes del momento de su aplicación. La decisión de hacer la cuarentena se tomó apenas 9 días después del primer caso reportado (línea roja vertical). Pero, pese a ser temprano, ya era muy tarde verdaderamente.
Algunos indicios de que el virus habría corrido mucho tiempo antes que se reportara oficialmente el primer caso de contagio de coronavirus el 6 de marzo (línea celeste vertical) -el joven que venía de vacaciones de Europa-, es el primer caso grave de esta enfermedad que ingresó al hospital Rebagliati. El sacerdote se contagió luego de haber interactuado con unos visitantes de Europa y se puso muy grave el 11 de marzo (línea azul vertical). Estos visitantes probablemente también hayan contagiado a otras personas, en Villa María del Triunfo, en un barrio popular de Lima Metropolitana. Seguramente varios de ellos han debido manifestar sus síntomas y verificar la enfermedad a través de las pruebas correspondientes.
Pero lo cierto, muy probablemente, es que el virus ya estuviera bastante difundido, informalmente hablando, antes que se reportara el primer caso oficial de coronavirus. De manera que, la aplicación de medidas que se dieron en su momento -sin titubear- igual habrían llegado un poco tarde. Un aspecto que muy poco se ha evaluado y verificado. Las pruebas serológicas podrían ayudar de alguna manera a verificar este asunto.
En segundo lugar, ¿Qué tanto consiguieron Guezzi, Segura y sus asistentes, que la fórmula on-line efectivamente reproduzca las curvas de contagio, mortalidad, recuperaciones, UCI, con la data disponible para nuestro país?
He revisado la página de la calculadora on-line, y he verificado que hay más de una docena de variables que es necesario establecer un valor de partida, junto con el ratio de reproducción (R0). Puedo asegurar que la curva que emerge, no representa con mediana precisión la data real observada ni proyectada por otras características que falta definir en esa página.
Pero mi crítica va más allá pues existe más de una decena de estudios, algunos de ellos incorporados en la base de datos de investigaciones de la prestigiosa revista médica Lancet, que señalan básicamente lo siguiente: determinar R0 es bastante complicado con datos de series cortas. Es necesario recopilar la información suficiente y adecuada -incluso hasta después que se termine la epidemia- y contrastar los diferentes modelos matemáticos disponibles para calcular el valor de R0 con seguridad científica. Alex Fisher del NYT ha documentado este problema con amplitud en su columna The Interpreter hace menos de una semana como para que no queden dudas de los límites de tener una fijación sobre este indicador únicamente.
Pero Segura y Guezzi no reportan ningún trabajo ni documento adjunto de investigación donde reporten cuál ha sido la configuración exacta de los valores para estimar las curvas de contagio, mortalidad y recuperación de aquella página. Tampoco muestran los test aplicables para verificar que la curva encontrada efectivamente es estadísticamente igual a la curva de datos observada.
De hecho cuando uno entra a la citada página, lo primero que encuentras es que la variable R0 ya está puesto en un valor aproximado a 2.2. Y eso, tomado así a la ligera, no ayuda a la transparencia y solidez de la argumentación. Sin embargo, se dan el lujo de opinar en dicho artículo y en otro aparecido ayer diciendo que ellos si han visto el R0 peruano que nunca ha pasado por debajo de la unidad, como se requiere para terminar con la epidemia. Si eso fuera finalmente cierto, ¿Por qué cualquiera de las configuraciones que uno escoja en las variables, hace que las curvas siempre terminen mostrando que la epidemia termina?.
La calidad de los datos reportada por el MINSA es buena. Pero existen procedimientos que han sido explicados por el Ministro de Salud que indica que pueden existir cambios menores luego que se depuren errores y omisiones que felizmente se complementan de manera oportuna. No es algo extraño que se produzca. Lo extraño es que se pretenda utilizar esta supuesta inestabilidad en el reporte de información para argumentar que se está mintiendo al país.
Finalmente, el Presidente resolvió cerrar su decisión de extender la cuarentena un par de semanas adicionales. Esta decisión ha hecho perfecto eco con el sentido de mucha gente en el país que era necesario hacer esto para contener el avance de la pandemia.
Por supuesto, la economía y la salud mental de muchos va a quedar deteriorada. Pero el ánimo, laboriosidad y capacidad de adaptación no han sido derrotados en los peruanos, así que es bastante probable que la recuperación sea razonablemente rápida. Tocará que todos pongamos la mano para que esto sea así. Y ojalá el sistema de salud que tengamos luego de la pandemia, sea perfeccionado oportunamente y se garantice el acceso universal para todos los peruanos, como fue el deseo de este gobierno precisamente este año, al denominarlo -quizás sin saberlo que iba a tener una ayuda insospechada para lograr que sea así- "año de la universalización de la salud".