Un nuevo estudio publicado por la ONPE, permite apreciar el grado de ausentismo electoral que tuvieron los militares habilitados para sufragar en las últimas elecciones generales del 9 de abril del 2006. De acuerdo con los resultados del estudio, el ausentismo electoral militar alcanzó el 36.55% del total de los electores listados (50,378 efectivos) siendo mayor la incidencia de este fenómeno en el grupo de oficiales del ejército peruano (54.75% de 19,883). En contraste, el grupo que tuvo un menor ausentismo -y por lo tanto el que tuvo un mayor ejercicio de su ciudadanía- fue la Marina de Guerra del Perú con el 21.76% (de un total de 20,500). En el nivel intermedio se ubicó la Fuerza Aérea del Perú con el 30.67% de ausentismo (de 9,995). De acuerdo con los autores de la investigación (Ana María Tamayo y José Robles, nov. de 2006) los factores que explican estos niveles de ausentismo son (págs. 87-88, las cursivas son mías):
Cabe destacar que, al margen de las razones esbozadas por los investigadores, esta es la primera experiencia en la historia moderna peruana sobre el voto militar. En ese sentido, creo que es importante conocer no sólo el punto de vista del ente electoral que organiza las elecciones (a pesar que la ONPE deslinde su posición de la de los autores), sino también los puntos de vista de las otras instituciones que se vieron involucradas en el proceso, incluidos los de los propios militares. Sería más saludable, desde un punto de vista metodológico pluralista, que una entidad políticamente neutral pueda elaborar una sistematización de esta experiencia (y también por qué no de las ERM) para evaluar los pro y los contra de este proceso, a fin de tomar mejores opciones de política la próxima vez que se organicen elecciones de carácter nacional o subnacional.
De todas maneras, este primer esfuerzo es importante, porque permite establecer ciertas hipótesis macro que podrían ser evaluadas en el nivel más micro, con la finalidad de obtener lecciones prácticas que ayuden a organizar y ejecutar elecciones más limpias, coordinadas, eficientes y transparentes con una mayor participación de todos los ciudadanos e instituciones del país, entre ellos, a los oficiales de nuestras fuerzas armadas.
- La ausencia de un adecuado marco legal: Luego de la aprobación de la reforma constitucional que reconoció el derecho al voto a militares y policías, los poderes Ejecutivo y Legislativo no implementaron normas de desarrollo constitucional ni reglamentario para dar operatividad al ejercicio del derecho al voto otorgado a los militares y policías. [...]
- La falta de una coordinación más fluida entre los organismos electorales y el Ministerio de Defensa: [...] Las instancias de coordinación electoral existentes para abordar los mecanismos de implementación del voto de militares y policías, no contaron con el suficiente respaldo político de sus respectivas jefaturas, como para hacer prevalecer dichas instancias sobre una dinámica de coordinación entre cada órgano electoral y el sector Defensa. [...]
- Cultura institucional: Ante la ausencia de una dirección política decidida del Ministerio de Defensa para garantizar el efectivo ejercicio del derecho al voto del personal militar, cada comando institucional reinterpretó los planes, directivas y órdenes emitidas desde el Comando Conjunto hacia sus unidades dependientes; así privilegiaron, en algunos casos de forma más decisiva, el resguardo y la seguridad del proceso electoral sobre el ejercicio del derecho al voto, lo que trajo como consecuencia niveles de ausentismo diferenciado por Instituto. [...]
Cabe destacar que, al margen de las razones esbozadas por los investigadores, esta es la primera experiencia en la historia moderna peruana sobre el voto militar. En ese sentido, creo que es importante conocer no sólo el punto de vista del ente electoral que organiza las elecciones (a pesar que la ONPE deslinde su posición de la de los autores), sino también los puntos de vista de las otras instituciones que se vieron involucradas en el proceso, incluidos los de los propios militares. Sería más saludable, desde un punto de vista metodológico pluralista, que una entidad políticamente neutral pueda elaborar una sistematización de esta experiencia (y también por qué no de las ERM) para evaluar los pro y los contra de este proceso, a fin de tomar mejores opciones de política la próxima vez que se organicen elecciones de carácter nacional o subnacional.
De todas maneras, este primer esfuerzo es importante, porque permite establecer ciertas hipótesis macro que podrían ser evaluadas en el nivel más micro, con la finalidad de obtener lecciones prácticas que ayuden a organizar y ejecutar elecciones más limpias, coordinadas, eficientes y transparentes con una mayor participación de todos los ciudadanos e instituciones del país, entre ellos, a los oficiales de nuestras fuerzas armadas.
Una hipótesis, muy antojada de probar de mi parte, es aquella que intentaría relacionar el nivel de vida promedio de los oficiales de las tres instituciones militares versus su nivel de participación en las elecciones. Creo que hay una relación inversa entre el nivel de ejercicio de la ciudadanía -en su dimensión electoral- y el nivel socioeconómico que se reproduce al interior de las fuerzas armadas; tal como parece sugerir la evidencia macroelectoral para el caso de la sociedad en general. Quiere decir esto que el nivel de vida de los militares es inferior en promedio que el de los oficiales de la Fuerza Aérea, y estos a su vez que de los oficiales de la Marina? Habrá que probar dicha hipótesis.
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