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domingo, junio 03, 2007

Cómo dejamos de ser los últimos de la fila

Un reciente estudio publicado en el sitio web de la NBER sugiere que los profesores de las escuelas públicas deberían ser remunerados de acuerdo con un esquema de incentivos al mérito individual antes que uno masivo por escalas (hablando de la realidad americana). Las conclusiones del mismo lo enfatizan de la siguiente manera:

Nosotros demostramos que los estudiantes aprenden mas en aquellas escuelas donde los profesores tienen incentivos financieros individuales para hacer un mejor trabajo, aunque no podemos discernir si esto se debe a los incentivos en si, o a que las mejores escuelas escogen implementar programas de pago de acuerdo al mérito.
La realidad de nuestro país es más dramática de lo que aborda este estudio. El problema no sólo es el esquema de pagos sino también el nivel de estos. Si hay un estudio local que aborde este problema de investigación debería tambien analizar como una mejora de las remuneraciones se traduce en una mejora en el rendimiento escolar.

Mientras que buena parte de la reforma educativa en nuestro país está dirigida a mejorar la calidad de la enseñanza que brindan los docentes en las escuelas públicas, como un todo; es necesario conocer cual es el impacto adicional que tendría la implementación de programas de incentivos remunerativos individuales sobre el rendimiento académico de nuestros estudiantes. El estudio citado sugiere que esto debería analizarse a través de experimentos focalizados para establecer la efectividad de la causalidad en dicha relación.

Quizá este tipo de pruebas logren resultados más convincentes a nivel micro, como para poder diseñar e implementar políticas masivas de reforma educativa más coherentes y con una menor resistencia de parte de los centros de poder sindical del magisterio.

Después de todo, lo que se busca es que nuestros chicos y chicas que son el futuro del país, dejen de ser "los coleros" de América Latina.

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