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miércoles, octubre 10, 2007

Un Censo que se quema

Carlos Eduardo Aramburú señala los límites y posibilidades del nuevo censo, a pesar de la sirena roja encendida por El Comercio, por el hecho de que sólo el 30% del personal necesario para tal tarea, ha sido reclutado.

Reto porque la mayor complejidad del cuestionario requiere entrevistadores muy bien capacitados y, sobre todo, cuidadosa supervisión en su aplicación. Reto también por el compromiso de todos nosotros en responder en forma clara y veraz a las preguntas del entrevistador.

[...]

Como oportunidad, este será el censo más completo y ambicioso de nuestra historia republicana. Como tal debe servir no solamente para darnos una idea de los cambios y características de nuestra población y sus niveles de vida, sino también de las brechas y necesidades de nuestra sociedad.

[...]

[L]os gobiernos regionales y locales tengan una línea de base para una administración basada en evidencia y puedan planificar sus inversiones en función de los niños que necesitan vacunarse, los que irán a primaria y secundaria, las atenciones de partos, el empleo requerido, las viviendas por construir y mejorar, etc. Es una gran oportunidad para crear bases de datos regionales y mejorar (y medir) su gestión. Es también de gran valor para medir el impacto de los programas sociales, hoy en proceso de reforma. Además, debe servir al sector privado para estimar tamaño y características de los mercados, y a todos nosotros para entendernos y conocernos mejor.

Creo que Carlos Eduardo señala muy caballero e ilustrativo cual es la ' papa caliente' que tenemos entre manos. Muy al margen de lo señalado por este destacado investigador, pienso que el INEI debió haber seguido la sugerencia de la mayoría de los investigadores usuarios de los Censos oficiales (incluido el del 2005), que fue la de llevar a cabo una auditoría del último Censo para ver qué arreglos eran pertinentes hacer o no, antes que seguir la antojada sospecha del gobierno de que este no servía y que por lo tanto era necesario hacer uno nuevo.
No estoy tan de acuerdo, como señala Aramburú, que como la decisión política ya está tomada, sólo cabe apoyar a la administración actual del INEI. Si uno tiene malos insumos, un mal producto obtendrá. La desorganización, la falta de convocatoria, la complejidad innecesaria de la encuesta, la poca pericia de sus actuales líderes, entre otros factores, juegan en contra de los resultados que se obtendrán del Censo. No se puede apoyar algo que genera muchas suspicacias no sólo a los técnicos si no también a la propia población.
Parece ser que finalmente, algo de 'cocina técnica' será necesaria para publicar datos razonablemente coherentes y comparables con los anteriores que se han ejecutado. Es posible que incluso Alan García realize alguna declaración pública dando su bendición al trabajo del INEI. Y entonces todos se pongan a usarlo sin más ni menos.
Pero toda esta discusión me lleva a pensar en la evaluación de cómo se ejecutaron los antiguos Censos. No conozco sistematizaciones realizadas sobre estos procesos. Siempre tenemos el qué (los datos) pero nunca sabemos los cómos. Cada uno de los Censos tiene una y mil historias que contarse sobre cómo se organizaron, cómo se ejecutaron y cómo se obtuvieron los resultados. Si tan sólo se hiciera un poco de investigación histórica y técnica sobre estos procesos esto nos serviría para ponderar adecuadamente los fríos y mudos datos que nos hablan con cierta simpleza cuál ha sido la historia demográfica y social en números de nuestra población. También se nutriría mejor la discusión pública de cómo monitorear y evaluar los Censos que conduce esta oficina.
Este trabajo no podría realizarse con la información disponible en las páginas webs tan pegadas y perseguidoras del momento último. Pero si hay libros que han tocado muy brevemente el tema, como para orientar algunas hipótesis exploratorias.
Por ejemplo, está el libro de Contreras y Cueto (Historia del Perú Contemporáneo, 2004) donde se narra los someramente algunos datos de contexto de la aplicación del Censo de junio de 1940, ordenado por el régimen de Benavides y ejecutado por el gobierno de Manuel Prado por 26 mil empleados de una oficina creada para tal fin al interior del Ministerio de Hacienda de aquel entonces. Pero no se cuenta mucho -salvo una descripción de sus resultados demográficos- sobre los Censos posteriores: 1961, 1972, 1981 y 1993.
¿Alguien conoce algún otro libro útil al respecto?

1 comentario:

Anónimo dijo...

esta orrible deben poner cuantos habitantes son y en q años han realizado censos en el perù`........... gua esto no me ha gustado nada??'?''''' . ...................................................................................................q feo .