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lunes, octubre 08, 2007

Webb sin receta para el dólar

Hoy día la columna de Richard Webb en El Comercio es bastante ilustrativa sobre los límites que tiene la economía como ciencia y como ingeniería para resolver los problemas que impone la globalización que desde hace unos meses advierte el debilitamiento del dólar frente al resto de monedas del mundo. Dice Webb:
Si bien el vaivén de la historia monetaria es desconcertante, lo es aun más descubrir que los economistas no saben qué recomendar. No es que se quedan callados, sino que se contradicen a cada rato. Cuando se trata de decidir la política cambiaria, las supuestas leyes inmutables de la economía se derogan a cada rato. El Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, fue creado para asegurar la estabilidad de los tipos de cambio. Durante un tiempo se pregonaba la bondad del tipo de cambio fijo, no importa que fuera necesario intervenir el mercado. Pero años después descubrimos al FMI recomendando la devaluación en diversos países, como la India, Indonesia, Ghana y el Perú, en contra de las preferencias políticas de los gobiernos; y otras veces recomendando el mercado libre.

Algunos economistas se oponen apasionadamente a la fijación del cambio, pero otros se oponen con igual fuerza al mercado totalmente libre. Ante la falta de brújula, muchos bancos centrales siguen un camino intermedio, interviniendo un poco, pero no mucho, política que parece sensata, pero que en la práctica puede agravar la inestabilidad, porque a los vaivenes del mercado se suman las cambiantes y algo politizadas intuiciones de las autoridades.
De acuerdo con este notable economista peruano, la falta de conocimiento sobre los efectos de los tipos de cambio en nuestro país está acompañada de un vacío legal sobre cual es el organismo responsable en tomar las decisiones respecto a la política cambiaria. El BCRP sólo se encarga -legalmente- de la estabilidad monetaria. Así que en la medida que esta cuestión no esté definida, Webb señala:
¿Qué hacer? No tengo una receta exacta para el dólar, pero debemos empezar por aclarar los objetivos y los mandatos legales de tan importante aspecto de la economía.
Queda claro que la recomendación de Campodónico es más factible en el corto plazo que la señalada por Webb ante el vacío legal para tomar cartas en el asunto; sino, corremos el riesgo que la inflación y la pérdida de competitividad pueden comenzar a manifestar sus efectos perversos sobre nuestra economía y nuestra sociedad ante la mirada atónita de los conflictuados economistas teóricos de nuestro país.

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