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domingo, octubre 07, 2007

El buen amigo de Gastón Acurio

Gastón Acurio, destacado empresario de la cocina peruana, narra su experiencia al invertir en la capacitación de sus trabajadores, algo que muchos de nuestros empresarios de las diversas ramas de la economía peruana -como el 'buen amigo' de Gastón- rehúsan hacer:
Hace diez años decidimos que en nuestro restaurante los mozos aprenderían inglés. Contratamos un curso privado diario al cual podía asistir libremente todo el personal. La decisión marcaría solo el inicio de lo que hoy es una política corporativa muy clara de capacitaciones, que incluye desde cursos de expresión corporal y oratoria hasta realidad nacional, historia y baile.

En aquel momento un buen amigo, dueño de un restaurante cercano, cuestionó nuestra decisión. "Para qué vas a gastar en ellos si cuando aprendan, se irán a la competencia", dijo.

Una política de capacitación no debe surgir solo de la necesidad de toda empresa de invertir en la preparación de su gente --si quiere ser competitiva-- sino por el deber que tenemos los empresarios de contribuir con una formación integral de aquellos que, a diferencia de nosotros, no tuvieron la suerte de acceder a una educación de calidad a lo largo de su vida.

Hoy los mozos de nuestro restaurante hablan inglés, estudian para ser 'someliers', administradores y ninguno de ellos se ha ido. Por cierto, el restaurante de nuestro buen amigo tuvo que cerrar hace 8 años.
Hay una investigación en el PEEL del MTPE (Boletín de Economía Laboral 26, octubre 2003, pdf) que trata el tema. De acuerdo con ese artículo, excluyendo a las microempresas, un 42% de las empresas invierten en la capacitación de sus trabajadores destinando sólo el 2.4% de sus ventas. En contraste, sólo un 12% de las familias de los trabajadores, en el mismo año, ha invertido en la capacitación de los mismos, destinando el equivalente al 2% de su presupuesto anual.

Otros datos que llaman la atención del referido informe es que las empresas que invierten en capacitación son las más grandes, pertenecen al rubro de enseñanza, finanzas, minería y seguros. En el caso de las familias, aquellas que son más pobres son las que tienen una tendencia a invertir más en capacitación que las que son menos pobres.

Finalmente, en términos probabilísticos, las empresas más antiguas, que tienen un plan de desarrollo, y que pertenecen al sector de enseñanza son los factores que contribuyen a incrementar las probabilidades de invertir en capacitación de sus trabajadores. Los factores que juegan en contra son las empresas que tienen origen nacional y que pertenecen al sector turismo. En el caso de las familias, si se tiene a un joven (menor a 30 años) o el jefe de familia tiene una mayor educación son factores que juegan a favor de la probabilidad de que inviertan en capacitación.


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