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viernes, octubre 24, 2008

Un Estado incapaz de ver y hacer

El Perú tiene un Estado incapaz de ver la crisis y actuar con consecuencia. Esta reflexión se basa en la lectura del sendo editorial publicado ayer por el New York Times, el cual reproduzco en parte, a continuación:
El sistema financiero de los Estados Unidos es la víctima de décadas de desregulación Republicana y de políticas anti-fiscales. Estas ideas han demostrado ser equivocadas a un precio insondable, pero el Sr. McCain - un autoproclamado "soldado de infantería de la revolución Reagan" - sigue siendo un creyente. 

El Sr. Obama considera que serán necesarias reformas de gran alcance para proteger a los americanos y sus negocios. 

El Sr. McCain habla mucho de reformas, pero su visión es obtusa. Su respuesta a cualquier pregunta económica es eliminar el gasto en barriles de carne de cerdo - cerca de $ 18 mil millones de dólares en un presupuesto de 3 billones - recortar los impuestos y esperar a que los mercados libres de trabas resuelvan el problema. 

El Sr Obama tiene claridad de que la estructura tributaria de la nación debe ser cambiada para que sea más justa. Esto significa que los ricos americanos que se han beneficiado desproporcionadamente de los recortes de impuestos de Bush tendrán que pagar ahora un poco más. Los trabajadores estadounidenses, que han visto caer su niveles de vida y reducirse las opciones de sus hijos, se beneficiarán. El Sr. Obama quiere aumentar el salario mínimo e indexarlo a la inflación, restablecer un clima en el que los trabajadores puedan organizarse en sindicatos si lo desean, y ampliar las oportunidades de educarse. 

El Sr. McCain, quien alguna vez se opuso a la reducción de impuestos para los ricos por considerarla fiscalmente irresponsable, ahora quiere hacerla permanente. Y mientras él habla de mantener los impuestos bajos para todos, su proyecto de recortes beneficiará abrumadoramente al 1 por ciento más rico de los estadounidenses, mientras que se perforará un agujero fiscal cada vez más profundo.
Quiero destacar dos puntos del texto a propósito de la declaración que hice en la introducción de este artículo. El primero, es acerca de la importancia del tema redistributivo a través de la política fiscal. El segundo, la cuestión de la regulación de los mercados. 

Creo que es importante recuperar ambas capacidades del Estado peruano a través de una discusión aguda en la agenda política de nuestro país. 

Sobre todo cuando las posibilidades de invertir en nuestros territorios han sido incentivados por sistemas impositivos ventajosos para los grandes capitales foráneos. Cuando se declara legalmente que la prioridad nacional son minas con nombre propio, en vez de los pujantes gamarrinos que brindan trabajo a miles de peruanos en apenas 8 cuadras de La Victoria. Cuando el marco regulatorio de muchas de nuestras privatizaciones de los noventa se crearon después de haberlas hecho, e incluso, habiéndose dado juntas, la regulación se hizo funcional a los intereses del libre mercado. Cuando grandes extensiones de tierra se ponen en venta al primer postor, sin considerar la existencia de comunidades nativas milenarias. Cuando uno visita comunidades en la sierra central donde el único referente de Estado es la empresa minera. Cuando un ex primer ministro pide en nombre de la sociedad limosna a las mineras (y en nombre suyo, alguito pues), en vez de aplicar un impuesto justo y transparente. Cuando el Presidente penaliza la protesta y anula los sindicatos y en su lugar, se brindan ventajas a las asociaciones empresariales. Cuando el ministro de economía anuncia que nos endeudaremos para atraer los capitales, a pesar que en New York les dicen que mejor no lo haga. Cuando el Presidente con la gentita del BCRP y el propio MEF salen a decir la crisis financiera no nos afectará para nada, no me queda más hálito para señalar de que nuestro país se encuentra en la anomia.

Este Estado parcializado, incapaza de ver y hacer algo por el bienestar de quienes lo eligieron a regañadientes, ha permitido obtener ganancias extraordinarias por varios años no sólo a las mineras, sino a las AFPs, las empresas financieras, y quien sabe que otros sectores específicos más, sin ningún intento de redistribuir por la vía fiscal, sino más bien por el de la caridad adaptada a las pujas de comunidades que las circundan. Sin ningún intento de regular, para que el funcionamiento garantice el máximo de bienestar.

Una mayor regulación y una mayor capacidad impositiva son las columnas vertebrales de la construcción de un Estado fuerte. Si no tiene capacidad de hacerlo, tenemos entonces un Estado subordinado, mellado, un títere de las pasiones y avaricias del gran capital. Uno que es incapaz de responder a las expectativas de las grandes mayorías. 

Pero lo más lamentable es que asistimos a un Estado asaltado por un grupo de buscadores de rentas. Un bando que no tiene ideología liberal o socialdemocráta. Un equipo pragmático que se ha juntado para hacer la vista gorda, con tal de pasar tranquilo estos cinco años, sin intentar redistribuir hacia las mayorías populares. Les bastaba impulsar políticas de empleo digno de la mano del incentivo de una pequeña base industrial emergente, pero prefirieron seguir el juego de la focalización y la entrega de dinero condicionado.

¿El próximo candidato presidencial pensará en estas cuestiones realmente? No lo sé. Por lo pronto, debo destacar como algunas investigaciones recientes revelan cómo el modelo primario exportador se encuentra a la base de la economía de la violencia social que caracterizan a la mayoría de países en desarrollo (descargar aquí, pdf). Algo que comentaré en un próximo artículo.

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