El Congreso de los Estados Unidos aprobó, por segunda vuelta, el paquete de rescate financiero más grande de la historia americana con un presupuesto de 700 mil millones de dólares. No será el único. Este es el primero de varios paquetes más que necesitarán ser aprobados, antes que el gran país del Norte manifieste que se encuentra inmersa en una de las recesiones más grandes y complejas del siglo XXI. De acuerdo con Paul Krugman, economista del New York Times, el segundo rescate tomará lugar algunos días o semanas antes del 20 de enero de 2009, fecha en la que la nueva administración gubernamental tome su lugar en la Casa Blanca y explore las posibilidades que tiene a la mano para armar y lanzar un New Deal ya no de escala nacional, sino más bien esta vez, de escala global.
Por lo pronto, las bolsas de valores siguen hundiéndose más. El día de hoy el índice de Dow Jones, traspasó la barrera de los 10 mil puntos antes del medio día, nivel que fue observado en octubre de 2004, cerrando en una tasa neta de pérdidas del 3.6%. Lo mismo ocurrió con las bolsas de Europa y Asia las cuales también alcanzaron cifras récord de pérdidas (Londres -7.9%, París -9%, Francfort -7%, Japón -4.3%, Hong Kong -5%). Por su parte, algunas bolsas latinoamericanas tuvieron que cerrar algunas horas del día para evitar mayores pérdidas (como la rusa, que perdió 15%). Pero igual, Lima cayó -9.3%, Sao Paulo cerró con -5.45%, México -5.4%, Santiago -6.22% y Buenos Aires con -5.9%.
Con un escenario de crisis sistémica como la que tenemos entre manos (ver la descripción casi profética hecha por Roubini aquí, pdf), ya no cabe la pregunta sobre cuál será el impacto de la crisis financiera en la economía mundial y sobre todo, en América Latina. Lo más importante será saber cuál será la naturaleza del nuevo orden financiero, económico y político que estaría surgiendo en medio de esta crisis descomunal. Nadie sabe bien a ciencia cierta cómo será esta nueva arquitectura. Lo que si queda claro es que esta no podrá construirse sobre la ética del mercado del laissez faire pues se ha comprobado que la 'mano invisible' sólo procura beneficios privados, y socializa las pérdidas más allá de sus propias fronteras.
A la par del intervencionismo tardío y espurio del gobierno americano, emerge la propuesta sobria y oportuna de los países en desarrollo: la regionalización financiera. Este proceso se asienta en un mayor nivel de integración comercial, libre de la economía del dólar, pero apoyados por una cesta de monedas de mayor estabilidad relativa que el mismo. Asimismo, se encuentra la instalación del Banco del Sur el cual se basa en el respeto capital de los derechos humanos, económicos y sociales de más de 580 millones de personas, lo que eventualmente permitirá a América del Sur reconectarse con algunas ventajas entre manos a un nuevo ciclo de expansión de la economía mundial.
Este proceso contribuirá en la modelación de la nueva sociedad financiera global donde los criterios del crecimiento estén enfocados no en una calle, o un país, ni en el egoísmo especulador Smithiano de un puñado de banqueros e inversionistas; sino más bien en el fin supremo para el que alguna vez fue declarada la economía una ciencia: el ser humano. Quizá tal vez, para ese momento, las posibilidades de que América Latina se libere de la pobreza y la inequidad sean más reales que nunca antes, y que tengan un nivel de sostenibilidad duraderas.
En ese marco, es imperioso que las organizaciones de la sociedad civil latinoamericanas logren comprometer a sus gobiernos en este proyecto continental para que la superación de la crisis sea rápida y compartida por todas las partes interesadas. Porque una atmósfera propicia para la incidencia política como esta, probablemente, no se repetirá hasta dentro de cien largos y penosos años para la región.
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