En efecto, recientemente el FMI ha hecho un llamado global a los países industrializados para que sus gobiernos expandan su gasto fiscal en por lo menos el 2%. Han felicitado igualmente a aquellos países que han recortado sus tasas de interés para promover el crédito. Se han mantenido de acuerdo porque gobiernos como el de Los Estados Unidos o Gran Bretaña hayan salido a nacionalizar temporalmente a sus principales bancos, o porque han considerado reducir las tasas impositivas para impulsar el consumo privado, entre otras medidas similares.
En contraste, en otras partes del orbe, el mismo FMI, ha obligado a países como Argentina o Hungría o Malawi a que se ajusten los cinturones, el consumo debe ser limitado, las empresas deben venderse masivamente a capitalistas extranjeros, los servicios públicos deben ser privatizados. Debe resistirse cualquier intento de expandir el gasto fiscal. Si los Estados del sur pretenden nacionalizar a algún banco son inmediatamente considerados como parias y por lo tanto el FMI advierte a los inversionistas o a los gobiernos del norte a recortar sus créditos y ayudas. La disciplina fiscal es abiertamente considerada como el dogma de fe que deben seguir los gobiernos de países en desarrollo, aún si tienen que evitar una crisis de la cual ellos no son responsables.
¿Cuál es el argumento lógico que permite explicar esta regla de actuación del FMI con doble estándar? Aparentemente la regla es, aquellos que tienen los recursos para afrontar las crisis con medidas expansivas deben aplicarlas, y aquellos que no los tienen, deben ajustarse los cinturones.
Lo cierto de este enunciado es que, precisamente el FMI ha sido diseñado para controlar los desequilibros financieros globales prestando recursos para que los países puedan relanzar sus economías cuando estén en crisis, o para que controle las pasiones financieras para inflar burbujas independizadas del sector real.
Pero lo que aparece claro es que el FMI exige responsabilidad fiscal en los países del sur para sustentar las crisis originadas por la irresponsabilidad financiera de los países del norte. Una regla injusta a todas luces para sociedades como la nuestra que merecen tener la oportunidad de regir su economía de la manera más conveniente para el bienestar de sus ciudadanos.
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El presente artículo se basa en una adaptación del siguiente post publicado por Debtonation.org
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