La última misión del Fondo Monetario Internacional ha publicado los resultados de su visita a nuestro país, señalando de manera optimista que nuestra economía tendrá una de las más altas tasas de crecimiento del mundo durante el 2009, ubicado en alrededor del 6%.
Sin embargo, el texto preparado por la misión hace una curiosa declaración de cierre (énfasis mío):
[...] también se destacó la necesidad de mantener políticas macroeconómicas prudentes cuyo fin principal sea facilitar un "aterrizaje suave" de la economía. Para esto será necesario encontrar el equilibrio justo entre los riesgos relacionados con la desaceleración mundial y el dinamismo de la economía. El plan elaborado por las autoridades para mantener el crecimiento económico, empleo y alivio de la pobreza durante una crisis mundial es una medida importante para reforzar la confianza interna en la actividad económica. En esta coyuntura, varias de las medidas anunciadas por las autoridades parecen ser suficientes para proteger a la economía de los riesgos relacionados con una fuerte desaceleración mundial.
Quiero discutir un poco acerca de la idea de que la economía tenga un "aterrizaje suave" en vez de una severa recesión, a la luz de una importante reflexión dada por la conferencia anual de la Asociación de Economistas Americanos (AEA) realizado en New Orleans, en enero del 2001 (ver aquí en pdf).
En aquella oportunidad había una importante discusión entre los más destacados economistas sobre la posibilidad de que la economía americana entrara en recesión. Ya desde aquellos años se había planteado el problema frente a las amenazantes subidas del precio del petróleo. Entonces, uno de los grandes temores de los implementadores de política y de la academia de economistas era la incapacidad que tienen ellos mismos para predecir la severidad de una recesión ya que por lo general tienden a realizar sus predicciones en torno a la media de los comportamientos de una variable en el reciente pasado.
¿Por qué no pueden predecirse las recesiones? Básicamente porque los pronosticadores prefieren situarse alrededor de una predicción común antes que un valor extremo fuera de la media.
Aseveró Köhler en aquella entrevista del 2001.
Con esta reflexión entre manos, no aparece extraña la aseveración preliminar del documento de la misión que señala que las medidas contenidas en el famoso Plan Anticrisis presentado por el gobierno parecen ser suficientes pero no necesarias. Esto es, no hay un convencimiento pleno de que las medidas presentadas sean fundamentales para remontar la crisis con éxito. Son buenas, pueden ayudar, pero son totalmente prescindibles por algun otro conjunto de políticas que si tendrían un impacto más claro sobre la recesión.
Esta percepción es compartida por buena parte de la sociedad civil peruana y también por los empresarios, que necesitaron tan sólo balbucear unas cuántas palabras para obtener como respuesta el pobre contenido de la propuesta alanista para afrontar la crisis.
Las medidas parecen buenas, pero son perfectamente olvidables. Con ello, el "aterrizaje suave" de nuestra economía parece que dependerá de la obra y gracia de las fuerzas de la naturaleza salvaje de los inversionistas que decidieron hibernar por un buen tiempo, antes que por una propuesta coherente de nuestro gobierno y la sociedad para tomar las riendas en sus manos.
Dios nos coja confesados.
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