La Universidad de Lima acaba de publicar los resultados de su encuesta de confianza en las instituciones del Estado, entre las que se encuentran los tres organismos que componen el así llamado Sistema Electoral Peruano: El Jurado Nacional de Elecciones (JNE), la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y el Registro Nacional de Identidad y Estado Civil (RENIEC).
El resultado de dicha encuesta (descargar aquí en pdf) es que por tercer año consecutivo el RENIEC tiene el máximo nivel de confianza que la población limeña (no ha sido una evaluación a nivel nacional) pueda dar a una institución del Estado: 84%. En segundo lugar, la ONPE tiene una aprobación del 58% y el JNE le sigue muy de cerca con un 55%.
Cabe destacar que la comparación intertemporal de estas cifras, hablando específicamente del caso de la dupla JNE-ONPE, no es viable, puesto que los momentos en que se aplicaron tuvieron una atmósfera política distinta. En diciembre del 2006, se acababa de terminar el proceso electoral municipal del mes anterior donde, como es ya costumbre, el JNE buscó hacer la vida imposible al trabajo operativo de la ONPE, pese a lo cual este último organismo cumplió con su parte del trabajo. En noviembre del 2005, se acababa de celebrar el referéndum para la conformación de regiones donde la población de Lima Metropolitana tuvo poca o ninguna información relevante sobre el desempeño de ambas organizaciones porque estaba ajena a este proceso. Es suma, tenemos dos puntos de opinión en época no electoral y una en época electoral relevante para Lima Metropolitana.
El caso de la opinión de confianza para el RENIEC es un tanto distinto puesto que en principio no es un organismo electoral. Tiene actualizado el registro de la población de 18 años a más y tiene todo un proceso avanzado de identificación de menores a partir de lo cual, se puede generar como subproducto el padrón electoral. Este es un insumo vital para el trabajo electoral que realizarán tanto el Jurado como la ONPE. Pero no le corresponde ni le interesa a este organismo cumplir funciones adicionales a las que compete en este caso para los procesos electorales.
Dicho esto, el trabajo de la RENIEC ha involucrado todo un proceso de especialización, estandarización de procesos y tecnificación que ha redundado en una atención óptima y eficiente para la ciudadanía en general en casi todo el territorio nacional. Esto lo ha logrado gracias a una red de oficinas que se han ido implementando con el tiempo en las diferentes provincias y distritos del país buscando acercarse a la población con el mayor éxito posible y estableciendo relaciones consumidor-ciudadano, servidor-Estado mutuamente beneficiosas.
Este paradigma será imposible de conseguir para el JNE y la ONPE en tanto y en cuanto ambos organismos se planteen como organizaciones centralizadas en Lima, con un esquema temporal y peliagudo cada vez que hay procesos electorales y sin haber resuelto el problema del diseño funcional estructural entre ambas organizaciones.
El país requiere que estas organizaciones resuelvan estos temas para consolidarse como un esquema de servicios electorales eficientes para la ciudadanía. Esto pasa por resolver no sólo el tema instrumental (como la implementación del voto electrónico) sino también el estructural (el diseño funcional) y el institucional (los valores que manejan tanto el JNE como la ONPE frente a sí mismas y la ciudadanía).
El resultado de dicha encuesta (descargar aquí en pdf) es que por tercer año consecutivo el RENIEC tiene el máximo nivel de confianza que la población limeña (no ha sido una evaluación a nivel nacional) pueda dar a una institución del Estado: 84%. En segundo lugar, la ONPE tiene una aprobación del 58% y el JNE le sigue muy de cerca con un 55%.
Cabe destacar que la comparación intertemporal de estas cifras, hablando específicamente del caso de la dupla JNE-ONPE, no es viable, puesto que los momentos en que se aplicaron tuvieron una atmósfera política distinta. En diciembre del 2006, se acababa de terminar el proceso electoral municipal del mes anterior donde, como es ya costumbre, el JNE buscó hacer la vida imposible al trabajo operativo de la ONPE, pese a lo cual este último organismo cumplió con su parte del trabajo. En noviembre del 2005, se acababa de celebrar el referéndum para la conformación de regiones donde la población de Lima Metropolitana tuvo poca o ninguna información relevante sobre el desempeño de ambas organizaciones porque estaba ajena a este proceso. Es suma, tenemos dos puntos de opinión en época no electoral y una en época electoral relevante para Lima Metropolitana.
El caso de la opinión de confianza para el RENIEC es un tanto distinto puesto que en principio no es un organismo electoral. Tiene actualizado el registro de la población de 18 años a más y tiene todo un proceso avanzado de identificación de menores a partir de lo cual, se puede generar como subproducto el padrón electoral. Este es un insumo vital para el trabajo electoral que realizarán tanto el Jurado como la ONPE. Pero no le corresponde ni le interesa a este organismo cumplir funciones adicionales a las que compete en este caso para los procesos electorales.
Dicho esto, el trabajo de la RENIEC ha involucrado todo un proceso de especialización, estandarización de procesos y tecnificación que ha redundado en una atención óptima y eficiente para la ciudadanía en general en casi todo el territorio nacional. Esto lo ha logrado gracias a una red de oficinas que se han ido implementando con el tiempo en las diferentes provincias y distritos del país buscando acercarse a la población con el mayor éxito posible y estableciendo relaciones consumidor-ciudadano, servidor-Estado mutuamente beneficiosas.
Este paradigma será imposible de conseguir para el JNE y la ONPE en tanto y en cuanto ambos organismos se planteen como organizaciones centralizadas en Lima, con un esquema temporal y peliagudo cada vez que hay procesos electorales y sin haber resuelto el problema del diseño funcional estructural entre ambas organizaciones.
El país requiere que estas organizaciones resuelvan estos temas para consolidarse como un esquema de servicios electorales eficientes para la ciudadanía. Esto pasa por resolver no sólo el tema instrumental (como la implementación del voto electrónico) sino también el estructural (el diseño funcional) y el institucional (los valores que manejan tanto el JNE como la ONPE frente a sí mismas y la ciudadanía).