POLITEKONGPT

miércoles, julio 04, 2007

Hacia la universidad sin tesis

¿Puede un país desarrollarse si las universidades no promueven la tesis como requisito para otorgar las licenciaturas a sus graduados? Al parecer, a medida que cada vez más se discute la necesidad de que las universidades tengan un papel central en el desarrollo económico y social de sus respectivos países, cada vez menos, los estudiantes peruanos consiguen sus títulos profesionales por cualquier modalidad, excepto por la elaboración de una tesis de investigación. Estamos consolidando masiva y groseramente el modelo de una universidad sin tesis.

¿Por qué los estudiantes no hacen su tesis? Esta pregunta se intenta responder en una investigación realizada por dos investigadores de la Universidad Católica del Perú. La metodología incluyó la revisión comparada de las normativas de otras universidades respecto a este punto, así como entrevistas a grupos focales de profesores y alumnos de las facultades de sociología y literatura de la PUCP. De acuerdo con los hallazgos, ellos recomiendan que (pág. 45):
  • Se redefina qué se entiende por una tesis y que se espera de ella. En la actualidad, algunos conciben que la tesis es un trabajo monográfico extenso y sesudo; y otros, sencillamente no están seguros de qué se trata.
  • Fomentar la investigación como un proceso de diálogo paralelo entre la teoría y la práctica. La tesis no es una receta que hay que seguir paso por paso de manera lineal.
  • Los planes de estudio de cada facultad deben promover el trabajo de campo.
  • El asesor debe darle confianza al alumno reconociendo sus esfuerzos como investigador.
A pesar de las conclusiones dadas por el estudio, tengo una suerte de insatisfacción por los resultados de la misma. Esto se debe a que no se han explorado algunas cuestiones más estructurales ocurridas en la historia reciente de la universidad peruana que pudieron haber tenido un efecto significativo en sus respectivos sistemas de acreditación.

En mi opinión, dos han sido los puntos de quiebre más importantes en la promoción de la investigación universitaria: el surgimiento del terrorismo en la universidad durante los ochenta el cual habría opacado las propuestas de la ley universitaria 23733 del 9 de diciembre de 1983; y la reforma de la ley universitaria a través del DL 739 del 8 de noviembre de 1991, el cual flexibilizó las formas de acreditación de los títulos profesionales. En ambos casos el artículo que ha funcionado como pivote es el No. 22 el cual originalmente rezaba así (énfasis mío):
Sólo las Universidades otorgan los grados académicos de Bachiller, Maestro y Doctor. Además otorgan, a nombre de la Nación, los títulos profesionales de Licenciado y sus equivalentes que tienen denominación propia, así como los de segunda especialidad profesional.
Los grados y los títulos son conferidos por las universidades a propuestas de la respectiva Facultad.
La simple terminación de estudios no autoriza para acceder automáticamente a grado académico ni a título profesional.
En la versión reformulada en 1991, el referido artículo 22 aparece así (énfasis mío):
Sólo las Universidades otorgan los grados académicos de Bachiller, Maestro y Doctor. Además otorgan en nombre de la Nación, los títulos profesionales de Licenciado y sus equivalentes que tienen denominación propia así como los de segunda especialidad profesional.
Cumplidos los estudios satisfactoriamente se accederá automáticamente al Bachillerato.
El título profesional se obtendrá:
a) A la presentación y aprobación de la tesis; o
b) Después de ser egresado y haber prestado servicios profesionales durante tres años consecutivos en labores propias de la especialidad. Debiendo presentar un trabajo u otro documento a criterio de la Universidad;
c) Cualquier otra modalidad que estime conveniente la Universidad.
El motivo que dio pie a esta reforma era el diagnóstico acertado de que había una elevada proporción de estudiantes 'eternos' o 'viejos' que vivían a expensas de los servicios sociales de la universidad y que, más que estudiar, se dedicaban a la vida política. En muchos casos, estos grupos se convirtieron en células terroristas que crecían rápidamente gracias al descontento social amparados por el modelo normativo universitario vigente hasta entonces.

Con este problema identificado, el gobierno de Fujimori tuvo la idea efectiva de facilitar el egreso de los estudiantes universitarios con una acreditación mínima para que pudieran encontrar empleo fácilmente y evitar así el engrosamiento de las filas de estudiantes que envejecerían encantados por los discursos de los más viejos dirigentes políticos universitarios. Esta herramienta se llamó: el bachillerato automático una vez concluidos los estudios.

El problema de esta reforma fue que la flexibilización, o mejor dicho, el relajamiento en el sistema de acreditación y certificación, cruzó tanto a la universidad pública como la privada. En la actualidad ha llegado a trascender del nivel de pre grado al post grado. Es decir, todos los niveles y espacios universitarios fueron impactados por la reforma de 1991 lo que en la práctica tuvo los siguientes efectos:
  • Un deterioro de la calidad de la enseñanza universitaria,
  • Un desincentivo a la investigación en la universidad,
  • Un incremento de la oferta laboral calificada de bajo costo
Respecto a los dos primeros puntos, este tema es particularmente difícil en nuestro país. La PUCP ha emitido algunas reflexiones sobre el tema buscando resolverlos dentro de sus cuatro paredes que le competen, casi sin éxito. He visto también este problema en la UNI, en el que los alumnos expresan su descontento por este problema todo el tiempo, en tanto que sus administradores parecen no plantearse una solución concreta al respecto. La oportunidad de cambiar el futuro inmediato del país realmente se está perdiendo para cientos o quizá miles de estudiantes que egresan de las aulas universitarias tamizados por un cernidor sin malla.

Respecto al último efecto, este no ha sido suficientemente analizado. Mi explicación es la siguiente: mientras que del lado de los empresarios, se presentaba una mano de obra calificada por el cual se podía pagar menos (ya que de hecho eran profesionales a medio hacer); por el lado de la oferta se extendió la percepción de que no había mayor ganancia por titularse mediante la elaboración de una tesis de investigación. Era un proceso de desgaste al cual era innecesario asumir. Así, el deterioro de la calidad del empleo habría sido un efecto directo de la reforma universitaria de 1991.

La anterior afirmación debe ser probada consistentemente con un estudio que explore las cifras. Cuántas tesis se producían en el pasado, y cuantas luego de la reforma. En la actualidad, sólo disponemos de la información agregados de los titulados sin distinguir la modalidad, los que en promedio bordean el 70% (ver en la ANR). La hipótesis de que se promovió un mayor nivel de empleo gracias a la reforma también debería ser probada. Por otra parte, estimo que si sería fácil probar el deterioro de las remuneraciones pos crisis de fines de los ochenta pero no se cuánto se podrían separar los efectos de la reforma universitaria. Cabe destacar que las Encuestas de Hogares sólo se recoge la respuesta de si la persona en cuestión terminó sus estudios. En ningún caso se pregunta cuál fue la modalidad de obtención del título.

En resumen, es necesario evaluar que tipo de universidad queremos para nuestro país: una que promueva a profesionales con capacidades para interactuar entre la teoría y la práctica y así modificarla; o por el contrario sólo aquellos que son necesarios para aplicar lo que se les dice sin mayor cuestionamiento*. El profesor Figueroa destaca de manera muy particular su sentido de responsabilidad entre la universidad y el desarrollo de un país. No obstante, debería investigarse esto de una manera más profunda para nuestra realidad y proponer una reforma de la ley universitaria que tenga un impacto positivo en el desarrollo de nuestra sociedad.

----------
* Reza un dicho: "Sólo hay dos tipos de personas que fracasan en la vida, los que no saben hacer lo que se les pide, y los que sólo saben hacer lo que se les pide". Los universitarios que egresan en la actualidad, al parecer, caerían en el segundo grupo de manera masiva.
  • Descargar el estudio de por qué los estudiantes no hacen su tesis en el siguiente enlace.
  • Descargar la ley universitaria 23733 de 1983 aquí.
  • Ver la ley universitaria 23733 con sus modificaciones realizadas en 1991 aquí.
  • Ver una propuesta de reforma de la ley universitaria, que no resuelve el problema discutido en este artículo en este enlace.
  • Descargar el estudio de Figueroa que analiza la relación entre universidad y desarrollo aquí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No olvide la cuestión monetaria. A veces los universitarios culminan los estudios trabajando hasta en las noches para solventarlos. Y cuando quieren optar por el título hallan obstáculos burocraticos y ecónomicos que los hacen buscar vías más accesibles. Ese igualmente es un tema a tomar en cuenta