He revisado un par de notas periodísticas del diario La Tercera de Chile sobre el todavía acalorado debate que se dio en el país sureño acerca de la magnitud del incremento del salario mínimo. Lo que me ha llamado la atención de este debate es que este no se ha centrado en la imposibilidad de subir este precio fundamental del mercado de trabajo urbano, sino más bien en cuánto debería haber sido este aumento.
Mientras que la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) proponía aumentar el salario de 135 mil pesos a 180 mil (un 33.3% adicional); el gobierno resolvió unilateralmente incrementarlo en tan sólo 8 mil pesos más alcanzando la cifra de 143 mil (apenas un 5.9% más).
La respuesta de la dirigencia sindical ante tal acción del gobierno ha sido anunciar su repudio a tal medida e inmediatamente convocar a una movilización para fines del siguiente mes para reclamar por sus derechos. De acuerdo con Arturo Martínez, Presidente de la CUT, nadie puede ofender de esa manera a la CUT ya que para hacer eso se necesita ser "muy gallito" refiriéndose de esta manera al actual Ministro de Hacienda del país vecino, Andrés Velasco.
Por supuesto, el presidente equivalente de la Confiep peruana en Chile, Alfredo Ovalle de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), ha manifestado su acuerdo con que el salario mínimo es muy bajo no obstante advirtió sobre las consecuencias negativas sobre la competitividad que un aumento excesivo de este precio tendría sobre algunas empresas , en especial, las pequeñas.
En nuestro país, el tema del salario mínimo siempre ha sido una variable intocable por la agencia gubernamental competente: el Ministerio de Trabajo. Tampoco sirve de nada las reuniones del Consejo Nacional del Trabajo ni nada parecido que pudiera sugerir su variación. El salario mínimo es una variable que sólo merece ser cambiada personalmente por el Presidente de la República en ocasión de algún mensaje a la nación. No necesariamente en 28 de julio: Lo hizo Fujimori entre 1996 y 1997 luego de haberlo tenido congelado durante muchos años. Lo hizo Toledo dos veces durante su gestión para mejorar su popularidad en áreas urbanas. Y ahora lo vuelve a hacer, Alan García justo cuando también se le cae un poco la popularidad.
¿Volveremos a tener entre manos un conflicto laboral expresado en las calles de las principales ciudades del país? Es probable que sí, ya que como mostré en un post anterior el retraso del valor real del actual salario mínimo es muy grande comparado con el retraso sufrido por los sueldos. Si desearamos que este salario recuperara los niveles de poder de compra de 1980 este debería multiplicarse por al menos 2.9. En el caso de los sueldos, sólo sería necesario multiplicar por 1.7.
Queda claro entonces, que el salario mínimo debe aumentar pero que también debe mejorarse las posibilidades de mejora de las remuneraciones del resto de empleados del país.
Mientras que la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) proponía aumentar el salario de 135 mil pesos a 180 mil (un 33.3% adicional); el gobierno resolvió unilateralmente incrementarlo en tan sólo 8 mil pesos más alcanzando la cifra de 143 mil (apenas un 5.9% más).
La respuesta de la dirigencia sindical ante tal acción del gobierno ha sido anunciar su repudio a tal medida e inmediatamente convocar a una movilización para fines del siguiente mes para reclamar por sus derechos. De acuerdo con Arturo Martínez, Presidente de la CUT, nadie puede ofender de esa manera a la CUT ya que para hacer eso se necesita ser "muy gallito" refiriéndose de esta manera al actual Ministro de Hacienda del país vecino, Andrés Velasco.
Por supuesto, el presidente equivalente de la Confiep peruana en Chile, Alfredo Ovalle de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), ha manifestado su acuerdo con que el salario mínimo es muy bajo no obstante advirtió sobre las consecuencias negativas sobre la competitividad que un aumento excesivo de este precio tendría sobre algunas empresas , en especial, las pequeñas.
En nuestro país, el tema del salario mínimo siempre ha sido una variable intocable por la agencia gubernamental competente: el Ministerio de Trabajo. Tampoco sirve de nada las reuniones del Consejo Nacional del Trabajo ni nada parecido que pudiera sugerir su variación. El salario mínimo es una variable que sólo merece ser cambiada personalmente por el Presidente de la República en ocasión de algún mensaje a la nación. No necesariamente en 28 de julio: Lo hizo Fujimori entre 1996 y 1997 luego de haberlo tenido congelado durante muchos años. Lo hizo Toledo dos veces durante su gestión para mejorar su popularidad en áreas urbanas. Y ahora lo vuelve a hacer, Alan García justo cuando también se le cae un poco la popularidad.
¿Volveremos a tener entre manos un conflicto laboral expresado en las calles de las principales ciudades del país? Es probable que sí, ya que como mostré en un post anterior el retraso del valor real del actual salario mínimo es muy grande comparado con el retraso sufrido por los sueldos. Si desearamos que este salario recuperara los niveles de poder de compra de 1980 este debería multiplicarse por al menos 2.9. En el caso de los sueldos, sólo sería necesario multiplicar por 1.7.
Queda claro entonces, que el salario mínimo debe aumentar pero que también debe mejorarse las posibilidades de mejora de las remuneraciones del resto de empleados del país.
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