De acuerdo con el
último informe presentado por el INDECI (pdf, 10 pm del sábado 18 de agosto de 2007) tenemos un listado de 311 decesos plenamente identificados como consecuencia de los últimos terremotos sucedidos en nuestro país. El resto (aproximadamente 200) aún está en proceso de identificación.
Una de las cuestiones que llamó mi atención de este listado es que el número de decesos femeninos es superior en 41 personas al de los masculinos. La pregunta que emergió es por qué esto es así.
En primer lugar exploré los datos. Las variables disponibles son cinco: procedencia, nombres, apellidos, sexo y edad. De estas, descarté el análisis de los nombres y apellidos así como la edad ya que esta última contiene una gran cantidad de vacíos. Un poco más del 60%. Por ello procedí a una primera evaluación gráfica de la distribución de muertes según sexo y procedencia.
Los resultados nos indican que las muertes de mujeres son ligeramente mayores que las sufridas por varones. Globalmente tenemos que por cada varón fallecido en la lista tenemos 1.3 mujeres fallecidas. A nivel de los territorios directamente afectados por el sismo tenemos que, en Pisco el ratio es similar al global: 1.34 mujeres por cada varón fallecido; en Chincha el ratio es mayor: 1.68 mujeres fallecidas por cada varón fallecido. Finalmente en Ica, el ratio es 1.03 mujeres por cada varón fallecido.
¿Por qué hay más muertes de mujeres que de varones, sobre todo en Chincha y Pisco? ¿Por qué ellas han sido claramente más vulnerables a morir que en el caso de los varones?
Una primera hipótesis es que en estos dos lugares la población de mujeres es ligeramente superior que la de los varones. Así que ante un evento natural no discriminatorio per sé y totalmente aleatorio -el terremoto- hará que las muertes reproduzcan esta proporción a favor de las mujeres.
La manera de descartar esta hipótesis es revisando
los datos del último censo, realizado el 2005. De acuerdo con esta fuente tenemos lo siguiente: en Pisco las mujeres llegaban a las 27,209 mientras que los varones eran 26,984. Esto hace una relación de 1.01 mujeres por cada varón. En Chincha la relación es similar, 1.05 mujeres por cada varón censando en el 2005. Finalmente en Ica la proporción es de 1.06 mujeres por varón.
En estos casos vemos que la divergencia entre el ratio de muertes y el de población es significativa sólo para los casos de Pisco y Chincha. Es decir, es cierto que el número de mujeres es superior que el de los varones pero no tanto como para justificar una selección tan sesgada del terremoto para afectarlas.
¿Qué factores pueden explicar esta selección sesgada en contra de las mujeres?
La hipótesis que propongo es un tanto difícil de probar, pero eventualmente algún estudio de campo podría hacerlo. La causa de que más mujeres fueran más vulnerables a morir por causa del terremoto es que ellas se encontraban en sus casas durante dicho evento. El terremoto ocurrió aproximadamente un cuarto de hora antes de las 7 pm. en un día de trabajo, momento en que la mayoría de ellas estaría en casa realizando alguna tarea propia del hogar, probablemente junto con los niños y con algún adulto mayor, en tanto que los varones estarían fuera trabajando o dirigiéndose a sus casas.
Aquellas que fueron más vulnerables entre las mujeres son las que se encontraban en viviendas precarias, aquellas que fueron hechas de adobe y aquellas que fueron hechas sin ninguna dirección profesional.
Los datos de viviendas hechas con adobe según territorio nos da evidencia a favor de esta hipótesis. En el caso de Chincha, el 65.20% de las viviendas estaban hechas de adobe justo donde tenemos un mayor ratio de muertes de mujeres que de varones. En el caso de Pisco tenemos el 29.97% de viviendas de adobe. Finalmente en Ica la proporción de viviendas de adobe es de 28.20%. Al parecer hay una ligera correlación positiva entre la proporción de viviendas hechas de adobe y la proporción de muertes femeninas sobre varones.
¿Estoy en lo cierto? Probablemente no mucho, pero creo que hay una relación directa, entre el momento del terremoto, la proporción de hogares precarios y las muertes sesgadas hacia las mujeres. En el margen, lo que me queda claro es que la desgracia ha sido mayúscula para esta población fundamentalmente porque los pobres tienen acceso a una vivienda de muy mala calidad, donde las mujeres pasan la mayor parte de su tiempo.
Ojalá que la reconstrucción se haga con dirección profesional para asegurar que en el futuro esta cohorte poblacional no sea tan vulnerable a los desastres y pierda con ello su vida.